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- Solo es una cita Crowley, no es el fin del mundo - se motivaba el demonio frente al espejo - Solo ve y dile "¿Quieres salir conmigo, ángel?" ¡Yo puedo hacerlo!

Salió decidido de su casa y subió a su Bentley dispuesto a ir a la librería, para cuando se dió cuenta estaba a unas 20 cuadras de la librería y su mano derecha se dirigía hacia su teléfono. Ok, una propuesta por teléfono no sonaba como una mala idea, por lo menos su orgullo no sería tan lastimado en el caso de que su ángel lo rechazará. Marco el número y espero solo unos segundos.

- ¿Diga? - con solo escuchar la voz del rubio su mente se había puesto en blanco.

- H-Hola ángel, es C-Crowley - ¡mierda! Su voz lo delataba, estaba nervioso.

- ¿Está todo bien querido? Te escuchas preocupado.

- S-Sí, está todo bien, es solo que yo... Bueno quería preguntarte algo - silencio, esa era su señal para continuar - Pues verás mañana es... Ahm, 14 de Febrero y yo me pregunta a si tú, si te gustaría, ya sabes cómo es algo importante y se que te gustan muchas de las festividades humanas y comer yo pensaba que- ¡Quieres comerme!

Ok, eso se escuchaba horrible en más de un sentido. Con el rostro rojo dejo caer su cara contra el volante, estaba listo para colgar la llamada pero la voz de Aziraphale se lo impidió.

- ¿Me estás invitando a salir mañana, Anthony? - inquirió entre pequeñas risas.

- Ugh, si. Eso es lo que quería preguntarte - el hecho de que el de ojos azules lo llamara Anthony había provocado cierto cosquilleo en su pecho.

- Muy bien, entonces acepto - el demonio contuvo un grito de emoción - ¿Pasas por mi mañana a las 2 PM?

- ¡Por supuesto, estaré ahí! - pudo escuchar las tiernas risas de su amado, - ¡Paso por ti!

Colgó el teléfono, dejo escapar al fin que sonido de emoción que había estado conteniendo. A pesar de que ese no había sido su plan en un principio resultó a la perfección. Arranco el auto, buscaría un gran regalo para el ángel y después se iría a su casa a prepararse.

Mientras tanto. Aziraphale también estaba feliz. El era conciente de los sentimientos del demonio hacia su persona y también de sus propios sentimientos hacia Crowley pero no quiso corresponderle, no porque no lo amara, sino porque sabía que seguro el cielo querría dañarlo y no se podía permitir el perderlo. Pero ahora que el Armagedón había sido detenido y que el cielo y el infierno los habían dejado en paz no podía desaprovechar la oportunidad. Ya tenía todo listo, pues tenía pensado ser el quien llamara al pelirrojo para pedirle una cita, pero el hecho de que el de ojos ámbar lo hiciera y cometiera aquel pequeño error le hizo saber que estaba tan nervioso como el. Solo quedaba esperar la llegada del día siguiente.

♪♪♪

Por primera vez en sus 6,000 años de existencia Crowley se había levantado temprano. Estaba bastante nervioso pensando en que usar o como entregarle su regalo al ángel. Usando pequeños milagros hizo varios estilos de ropa, pasados algunos (muchos) intentos encontró uno que le pareció perfecto, una playera blanca, chaqueta de cuero negra, pantalones negros y unas botas del mismo color. Se miro al espejo, modelando su nuevo estilo con total confianza, ese día sería perfecto.
Pasadas unas horas miro el reloj y sonrío, ya era hora de irse. Subió al Bentley y condujo hasta la librería, al estar ahí salió de un salto y tocó la puerta. Después de unos segundos se abrió dejando ver al ángel, vestía con una camisa color azul pastel, un saco beige, pantalón del mismo color que el saco y zapatos color café claro. Al verlo no pudo evitar sonreír como un completo idiota.

- Te ves genial ángel - halago el demonio haciendo sonrojar al contrario.

- Tu también te ves bien querido -.

Ambos estaban rojos, parecían un par de colegialas enamoradas. El pelirrojo le entrego un gran ramo de girasoles y un enorme pato de peluche.

- ¿Cómo supiste que-?

- ¿Qué son tus flores favoritas? Me lo dijiste cuando te salve en la bastilla - se quedaron en silencio - B-Bueno, sube angelito.

Ambos quedaron en un silencio tranquilo dentro del auto. Aziraphale estaba curioso de a dónde iban, pero al preguntarle solo obtuvo una risa y un "es un secreto" como respuesta.

♪♪♪

Al estacionar Crowley no le dió oportunidad de ver dónde estaban pues le había vendado los ojos. Salieron con cuidado, solo guiado por la voz del demonio.

- Muy bien ángel, quítate la venda -

El ojiazul se retiró la venda y observó. Estaban en un campo, era un picnic, tal y como el ángel había comentado aquella vez que le entrego el agua bendita.

- ¡Wow Crowley! El lugar precioso - el demonio tomo con cuidado su mano y la beso

- Lo que sea por ti mi dulce ángel -

¡Si seguía con aquella actitud tan galante iba a matarlo de amor! Ambos empezaron a comer de forma tranquila, disfrutando de la compañía y el tiempo. De pronto el cielo empezó a nublarse, no le abrían tomado importancia de no ser por una cosa, empezó a llover. Recogieron todo lo más rápido que pudieron y lo metieron al auto, Aziraphale no entro al auto, solo tomo la mano de Crowley y le sonrió. Esa sonrisa qué enamoraba al demonio cada vez que la veía, con una mirada que estaba seguro que perderla sería como perder la más grande fortuna. Una música suave empezó a escucharse como si viniera de lejos, se pusieron uno frente a otro y empezaron a moverse al ritmo de la dulce melodía. No estaban seguros de gracias a quien era aquel sonido pero solo se dejarían llevar, comunicándose sin hablar como solo ellos eran capaces de hacerlo.
Cuando la música paro ambos se miraron con una dulce sonrisa, sin soltarse ni separarse.

- Creo que es un buen momento para darte mi regalo querido - susurro Aziraphale

El rubio se alejo dos pasos y le entrego una bonita llave. El de ojos ámbar la miro unos segundos con total confusión, alzo la vista y pudo ver un collar que parecía un candado en forma de corazón.

- Crowley, te entrego la llave de mi corazón. Desde ahora tú serás su único dueño porque te amo. No me importa que seamos enemigos hereditarios, reescribiremos las estrellas si es necesario.

El demonio se quedó en silencio durante unos segundos que al ángel le parecieron eternos, incluso llegó a creer que había malinterpretado todo. Los firmes brazos de Crowley rodeando su cuerpo húmedo por la lluvia lo trajeron de vuelta al mundo.

- Yo también te amo, Aziraphale. - le susurro de forma cariñosa cerca de su oído - Estoy dispuesto a reescribir las estrellas solo por estar a tu lado.

Unieron sus labios en un casto beso que estaba cargado de todo el amor y todos esos sentimientos que estuvieron conteniendo durante seis milenios. No les importaba ya si Dios o Satán no estaban de acuerdo con su unión, tampoco si el cielo o el infierno buscaban capturarlos, en ese momento eran ellos dos contra el mundo.
Siguieron dándose pequeños besos y susurrandose palabras dulces sin importarles mucho estar bajo la lluvia. Una mujer rubia vestida de blanco acompañada de un hombre de traje negro observaban a la pareja a lo lejos, a pesar de no portar paraguas el agua no parecía mojarlos.

- Parece que tú "plan inefable" dió el resultado que querías - hablo el hombre

- ¡Claro que funcionó! Después de todo yo no juego a los dados con el universo. - la rubia miro a su acompañante

- Tal vez no a los dados pero si a las apuestas - gruño molestó el de traje entregándole una bolsita de tela

- Muchas gracias lindo - la mujer sonrió, le dió un último vistazo a la pareja y luego desapareció

- Ya le he dicho que no me diga así - miro a la pareja para después hacer una mueca de asco - Más te vale cuidar a ese ángel bien, Crawley

Y también desapareció bajo la lluvia de aquel San Valentín.

SAN VALENTÍN INEFABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora