La noche cayó más rápido de lo que habían previsto en las calles de Ciudad República.
Era un día normal, un casi pasado día de San Valentín en el que los nervios de Mako afloraron en cuanto puso un pie fuera de la cama, nada extraño recorriendo su trabajo como detective a lo largo del día, nada por lo que debiera ponerse nervioso, exceptuando claro, que ese era un día que se suponía debía pasarse en pareja y el motivo por el que ahora se miraba en el espejo del baño de su casa con tanta impaciencia.
Las cosas no fueron tan bien a lo largo de su mañana y tarde, todo lo que había previsto que pasara no sucedió empezando con que Lin, su querida jefa y la razón detrás de la mala administración de su tiempo, había llamado para decirle que, a pesar de ser su día libre y una fecha mínimamente especial, le necesitaba en la estación de policía debido a que un caso se había complicado y tener toda la ayuda posible siempre era bienvenida.
En ese momento sólo se dedicó a suspirar y acatar órdenes, dentro de todo amaba su trabajo incluso con ese tipo de inconvenientes por lo que no quiso quejarse, Lin no tenía la culpa de las circunstancias, no tenía la culpa de que Mako no pudiera decir "No, estoy ocupado" y, por sobre todo, no era la culpable de que fuera un novio pésimo.
Ese era el otro problema dentro de toda esta situación, Mako tenía pareja y era incapaz de negarse a unas horas de trabajo extra solo para cumplir con sus obligaciones con cierto general de la nación del fuego. Iroh siempre comprendía sus problemas, era un hombre de pocas palabras y cuando hablaba tendía a ser amigable y servicial así que quería creer que le perdonaría por no querer tomárselo en serio, Mako lo hacía, aunque pareciera que no, pero en el fondo se sentía algo cabizbajo por no ser lo que el otro parecía necesitar.
Pero ahora estaba allí, mirándose en el espejo disimulando que sus miedos eran infundados y esa vez su pareja entendería su retraso como siempre lo hacía, se había vestido con ropas de colores oscuros, el color negro le quedaba bien por lo que intentaba resaltar su piel blanca usando camisas de ese tono, los rasgos rojos le hacían ver de manera descuidada, pero atrayente, suponía que con eso sería suficiente.
Debía pasar por su novio en el puerto donde los navíos de la nación del fuego esperaban alguna orden, con la llamada que hizo en la mañana describiendo los inconvenientes que le impedían pasar todo el día a su lado Iroh había decidido que seguir atendiendo los informes a su madre no sonaba tan mal. Por su culpa su pareja vio mejor continuar trabajando que esperar a que el caso se resolviera solo y eso le hacía verse peor de lo que se percibía con anterioridad.
En cuanto Iroh le vio llegar en su ciclomotor partieron rumbo al lugar que Mako tenía planeado para ellos, el hombre mayor iba bien vestido, digno de su sangre real que demostraba su educación y elegancia, una especie de traje que incentivaba a Mako a mirarle por la forma en que sus músculos se acentuaban debajo de las prendas, el color rojo vino haciéndole ver seductor gracias a la suavidad de la tela. Para el joven detective se veía fenomenal, dándole a su porte formal un rasgo de suma sensualidad, tal vez demasiada para poder soportarla.
A lo largo del camino a través de la ciudad en las horas de la oscuridad varias cosas sucedieron, la primera de todas era que tenían polizón escondiéndose en alguna parte desconocida del ciclomotor, Pabu sin la atención de Bolin podía ser una criatura muy escurridiza por lo que la primera instancia del animal al ver el vehículo en movimiento fue saltar sobre sus cabezas para aterrizar en el pavimento, hubiera sido una situación muy fea si Iroh no estuviera ahí para atraparle, Bolin debería agradecerles después.
El lugar al que llegaron era un simple puesto de tallarines en lo profundo de la ciudad, con una vista al puerto que hacía resaltar el agua bajo la luz de la luna, los sonidos de las olas les acompañaban entre murmullos de gente celebrando a su manera el día de San Valentín, Mako no gozaba de un sueldo en extremo generoso así que por los momentos eso era lo único que se podía permitir, suspiró en cuanto la orden de tallarines fue entregada a su persona, a Iroh le había comprado un dulce como compensación por la lejanía en un día que se esperaba fuera especial, al menos el señor del puesto era amigable y servía una buena comida para disfrutar.
La noche les hizo apartarse del resto de los clientes para buscar un sitio en que sentirse cómodos y poder disfrutar de su comida, el olor a sal producto de la costa cercana les daba un aire de calidez.
---Lamento no haber tenido mucho tiempo hoy, tal vez pueda recompensártelo luego--- porque era lo mínimo que debía decir para excusarse, la noche era agradable, pero no se suponía que fuera solo una salida en todo el día. Iroh le miró sorbiendo un poco de los tallarines. Luego de masticar tragó.
---Está bien. No me molesta, siempre ocurren este tipo de cosas, yo también he llegado a fallarte por mi trabajo--- como siempre su comportamiento era gentil, no había manera de que pudiera enojarse con su persona, no era parte de sí mismo.
---De todas maneras, lo siento, mereces algo mejor por lo de hoy y...
---No, esto es genial--- sonrió un poco como si pudiera leer sus pensamientos, tal vez así era después de todo---. No soy fan de la comida rápida, pero esto está muy bueno, no te preocupes por lo demás, la intención es lo que cuenta.
---¿De verdad? ¿Seguro no hay algo más que pueda hacer?
---En realidad...
---¿Qué?
Iroh se le acercó con rapidez, dejando de lado la distancia para unir sus labios en un corto beso que le robó el aire, el sabor de la comida antes probada estaba allí, pero eso lo hacía más reconfortante, se separó con otra sonrisa.
---Con esto ya está pagada tu falta de hoy.
Mako respiró con dificultad y parpadeó un par de veces antes de que su cabeza hiciera clic, desvió la mirada y continuó comiendo sin atreverse a mirarle por la vergüenza. Iroh se sintió satisfecho, Pabu estaba allí esperando que terminaran para poder comer algo del platillo.
La luna brilló más, las estrellas ahora le acompañaban.
Al final fue un buen día de San Valentín, claro que para Mako la manera en la que Iroh se cobraba sus faltas le motivaba a ver qué tan lejos podía llegar el general en pos de tomar su recompensa por lo mal novio que era.
¿Sonaba suicida? Esa era la gracia de todo eso.
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Un San Valentín único [Mako/Iroh II]
FanfictionMako no se enorgullecía de estar más pendiente de su trabajo que de su novio, hacerle sentir mal era lo último que quería, pero, cuando en el día de San Valentín las cosas se le complicaron, una pequeña cena como recompensa podría traerle momentos e...