Prólogo

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A Jungkook le iba a explotar la cabeza si seguía así, pero no podía evitarlo. Emborracharse hasta perder la noción del tiempo era lo único que lo ayudaba a sobrellevar su vida.

Estaba recostado en el taburete de un bar de mala muerte. Sentía hundiéndose en sus brazos las semillas de girasol que poco antes el dueño del bar le había entregado; ni siquiera las había comido, solo las había lamido y escupido para luego acabar con el décimo jarro de cerveza.

¿De verdad era el décimo jarro que bebía durante la noche? ¿Qué hora era? Pero más importante, ¿desde qué hora llevaba sentado bebiendo y observando el reflejo de un hombre miserable y mirada vacía? Su propio reflejo.

Jungkook se sentó erguido en la silla destartalada. Mirando la hora se percató que eran pasada las dos de la mañana. Probablemente siete o seis eran las horas que llevaba en el lugar, Jungkook no podía decirlo con seguridad.

—Dame otra, por favor—pidió sin mirar al hombre de dos y tantos metros detrás de la barra—Clara, ya me harté de la cerveza oscura—Jungkook no se sorprendió cuando el hombre ni siquiera lo consideró—Vamos, hombre, tengo dinero suficiente para pagarte—mintió. El dinero suficiente se acabó más o menos a la quinta cerveza.

El hombre que atendía se quedó quieto observándolo detenidamente. Jungkook hizo lo mismo, llegó a la conclusión que el hombre muy bien podría interpretar el papel de un enorme vikingo pelirrojo y ojos verdes. Un pensamiento ingenioso para un Jungkook en problemas.

—Dejaste de pagarme a la cuarta cerveza, ¿estás seguro que tienes dinero?—preguntó desconfiado el vikingo—Te sacaré a patadas de aquí si no me pagas.

Jungkook rió con los ojos entrecerrados. El pobre creía que era la situación perfecta para pasarse de listillo—Tengo dinero, mucho dinero—repitió—En casa de mi ex mujer, ella... ella tiene todo mi dinero.

—¿Te estás quedando conmigo, cabrón?—con el rostro rojo de ira, quizá también por la humedad del malogrado sitio, apretó el limpiador del taburete—¿Te has emborrachado hasta parecer un maldito alcohólico de mierda y me dices que no tienes dinero para pagarme?

Jungkook hipó; su boca se hizo agua viendo la cerveza color oro en la jarra del hombre al otro lado de la barra—Uh, no, tengo el dinero... solo que lo tiene mi mujer. ¡Te lo pagaré! Lo juro por mi vida—rió de nuevo haciendo que el vikingo lo malinterpretara, pues pensó que se burlaba de él—Te pagaré apenas consiga un trabajo. Dejaré el alcohol y volveré a trabajar en el departamento de policía. Soy policía, ¿sabes?

El vikingo puso los ojos en blanco. Negando fastidiado por el comportamiento de este hombre inmaduro, pero alerta por la información apenas escuchada, se repitió que actuara con tranquilidad. En fin, borrachos como él llegaban día a día a su bar, podía lidiar con uno más.

—Vete a casa, hombre. Y no vuelvas aquí si no quieres jugar con tu suerte—le advirtió a Jungkook—No quiero ver tu culo en mi bar nunca más si no quieres que destroce tu fea cara.

Jungkook sonrió divertido—Pero mira quien habla. Fire crotch—susurró lo último. Fue inútil su intento de mantener el insulto para si mismo, lo supo cuando el puño (el enorme puño) del vikingo se estampó en su rostro haciéndolo caer hacia atrás en el suelo—Hijo de puta—masculló luego de tocar con la punta de sus dedos la sangre saliendo de su labio roto.

—Vete de aquí si no quieres que me cabree de verdad, policía de pacotilla—insultaba el vikingo—Si vuelves por aquí eres hombre muerto—al ver qué Jungkook seguía en el suelo con la mano sobre el labio, con la barbilla le hizo un movimiento a un rubio -igual de grande que él- para que se deshiciera de Jungkook.

La Muñeca Japonesa | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora