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(T/N)______pov.

Me levante con pocos animos tal vez porque quería seguir durmiendo, mis padres salieron a trabajar y mi hermano salió a Seattle como era su costumbre. Me arregle y desayune sin prisa alguna sabía que en cualquier momento Edward tocaría la puerta.

Apenas había terminado de cepillarme los dientes y me disponía a bajar las escaleras cuando una sigilosa llamada de nudillos, sonreí y baje para abrir la puerta. Al principio no estaba sonriente, sino sombrío, pero su expresión se alegró en cuanto se fijó en mí.

-Buenos días ______.-sonreí.

-Buenos días a ti también, se sentirá un poco raro no ir por mi delicioso capuchino.-bromee, el rió entre dientes.

-Tienes una grave adicción con el capuchino.-Nos mantuvimos en silencio el resto del trayecto en el coche. Entonces se terminó la carretera, que se redujo hasta convertirse en una senda de menos
de medio metro de ancho jalonada de pequeños indicadores de madera.

Hacía calor, mucho más del que había hecho en Forks desde el día de mi llegada, algo sorprendente siempre casi llovía o hacía demasiado frió. Me quité el suéter y lo anudé en torno a mi cintura, contenta de haberme puesto una camiseta liviana y sin mangas, sobre todo si me esperaba una larga caminata.

-Primera vez que hace calor.-comente, Edward sonrió.

-No me digas que ahora te disgusta él calor.-reí entre dientes.

-Solo me sorprende, en Forks siempre llueve.-opiné mirando él bosque.

-Por aquí.-indicó, girando la cabeza y  Comenzó a adentrarse en el sombrío bosque.

- ¿Y la senda?.-pregunté confundida.

-¿Te asusta la idea de no ir por la senda?.-inquirió, negué con la cabeza.

-No si sabes por donde ir, no quiero perderme.-contesté, la caminata me llevó la mayor parte de la mañana, pero él no mostró signo alguno de

impaciencia. El bosque se extendía a nuestro alrededor en un interminable laberinto de viejos árboles. Edward se
encontraba muy a gusto y cómodo, nunca pareció dudar sobre qué dirección tomar.

-Las caminatas a veces llegan hacer demasiado relajantes, a veces lo hago cerca de mi casa para distraerme.-Edward sonrió.

-A veces es bueno tener tiempo a solas.-opinó Edward, suspire.

-Depende a veces la soledad es buena compañera pero después llega agobiarte.-ambos seguimos caminando hasta que atravesé la última franja de helecho para entrar en un lugar que nunca había visto antes. La pradera era un pequeño círculo perfecto lleno de flores silvestres: violetas, amarillas y de tenue blanco.

Podía oír el burbujeo musical de un arroyo que fluía en algún lugar cercano. El sol estaba directamente en lo alto, colmando el redondel de una blanquecina calima luminosa. Caminé sobre la mullida hierba en medio de las flores.

-Quiero mostrarte a lo que me refería ese día.-de pronto recordé que él había dicho que no era humano.

-¿Fuiste un experimento en un laboratorio?.-pregunte, era lo único que se me ocurría, el rió con diversión.

-Nada de laboratorios, solo esperó que no me tengas miedo _______.-Le sonreí para infundirle valor, no creía que su secreto era tan malo.-¿Has escuchado sobre los vampiros?.

-Si incluso creo que he visto una película ¿Qué tiene que ver contigo.-el hizo una mueca.

-Todo.-extendió una mano y arrancó del tronco del abeto una rama de un poco más de medio metro de grosor sin esfuerzo alguno en medio de un chasquido estremecedor. Con la misma mano, la hizo girar en el aire durante unos instantes y la arrojó a una velocidad de vértigo para estrellarla contra otro árbol enorme, que se agitó y tembló ante el golpe.

Estaba completamente sorprendida, Edward me vio preocupado.

-¿Co...Como hiciste eso?.-pregunte tratando de sonar normal.

-_____, soy un vampiro.- Y muchas cosas tuvieron sentido aunque tenía algunas dudas.

- Y muchas cosas tuvieron sentido aunque tenía algunas dudas

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𝐂𝐚𝐩𝐮𝐜𝐡𝐢𝐧𝐨 (𝐄𝐝𝐰𝐚𝐫𝐝 𝐂𝐮𝐥𝐥𝐞𝐧 𝐲 𝐭𝐮)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora