Único capitulo

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Simplemente no puedo creer estar aquí, delante de mi cuerpo, mis familiares y el hombre que se acaba de convertir en mi esposo.

¿Quién imaginaria morir el día de su boda? Yo no. Jamás pensé que esto me pasaría, que vería como el amor de mi vida abraza desconsoladamente mi cuerpo sin vida. Ahí está, ahí estoy, vestida de blanco y más hermosa que nunca, salvo por la palidez que obtuve tras fallecer.

Mi madre abraza a mi padre mientras rompe en llanto, todos lo hacen. Algunos miran impactados mi cuerpo, y otros lloran por mi perdida. Nadie se mueve, nadie salvo el hombre que me acurruca en sus brazos meciéndome como si fuera un bebé, sollozando sobre mi rostro. Hoy está más guapo de lo usual, con ese traje negro y esa pajarita plateada, además de que se arregló la melena que tiene como cabello.

《 No te vayas, no te vayas... 》-Repite con sus labios mojados en mi fría mejilla.

《 Ya me fui, mi amor 》-Quiero decirle, pero sé que nunca me escuchara. Solo mi alma puede verlo, pero él nada más ve aquel envase que tenía como cuerpo. Un jarrón vacío.

Oh, cariño, lo siento tanto. Siento haberte hecho pasar por esto. Siento haber cometido aquellos errores en mi vida que tanto te lastimaron.

¿Qué puedo hacer para que no llores más?

En la mano extendida en el suelo de aquél pálido cuerpo esta esa copa... la copa de mi brindis, la que celebraría el comienzo de mi nueva vida, no el final. Pero así fue, he muerto. He muerto el día de mi boda.

El tiempo fue pasando, los minutos se convirtieron en meses y las horas en años. Y yo todavía estoy con mi vestido de novia, acompañando al hombre que fue mi esposo por un par de horas. Esta desaliñado. El cabello más largo. Su barba ya no es incipiente como siempre fue. Hasta esta más delgado...

Lo siento, mi amor.

Mis padres han venido a visitarlo muchas veces, siempre intentando hablar de mi sin lastimarlo, sin embargo, nunca lo logran. Ha traído a varias chicas, todas intentado ser lo que yo fui.

Y siempre fallan.

Él llora en las noches, habla conmigo viendo una foto de nosotros y se acurruca en la almohada que yo usaba.

Nunca dejó que una chica tocara nuestra cama, la cama en la que dormí por primera vez con él, y la misma en la que dormí por última vez antes de mi muerte.

《 Tranquilo, amor, aquí estoy. Siempre estoy contigo 》Le digo las noches en que tiene pesadillas, acariciando su mejilla y él murmurando mi nombre en sueños.

Como me arrepiento. Me arrepiento tanto de lo que hice para llevarnos a esto, para llevarlo a esto.

¿Por qué me entregue a otro? ¿Por qué decidí dormir con su hermano? Nunca lo sabré, tan solo estaba ebria ese día y él estaba ahí, tan parecido al amor de mi vida que se encontraba de viaje. Una noche, eso fue todo lo que pasó para mí, pero para él no.

Sus sentimientos por mí nunca fueron correspondidos salvo por esa noche, y luego... luego se obsesionó por lo prohibido. Por lo inalcanzable, la novia de su hermano.

Su extraño y enfermizo amor me llevó a la muerte. Solo colocó una pequeña pizca de veneno en mi bebida de boda y ahora estoy así. Lo hizo alegando que lo había hecho de la misma manera en que yo a él. Repitiéndose que si yo lo asesine por dentro y él me asesinó entera, que era justificable que si no estaba con él, no estaría con nadie, y menos su hermano.

Su hermano, el amor de mi vida y de mi muerte, sufría tanto por saber de mi engaño y de lo miserable que fue su hermano para arrebatarle a la chica que él amaba. Verlo tras las rejas fue su mayor dicha... o menor desdicha.

Me preguntaba todas las noches en las que lloraba por qué lo había hecho y yo le respondía que solo lo amaba a él, hasta después de la muerte. No importaba que no me pudiera escuchar, igual se lo decía, igual le decía que lo amaba.

¿Me debo de sentir miserable esta noche por verlo tomar ese frasco de pastillas? ¿Por escucharlo decir que ya falta poco para que estuviéramos juntos? No lo sé, nunca estuve más ansiosa por reunirme con él, ni siquiera el día de nuestra boda.

Susurró un te amo y seguido se tragó un puñado de pastillas.

Yo acariciaba su cabello, abrazándolo en la cama y murmurandole que todo estaría bien. Que cuando llegará aquí estaríamos juntos por toda la eternidad.

Sus ojos se fueron cerrando, y poco a poco, se quedó dormido en un eterno sueño.

Su cuerpo ya no respiraría más, ya no lloraría ni sufriría por las penas de la vida. Ahora disfrutaría de la muerte junto a mí, junto con la mujer que lo esperó de este lado por cuatro años, diecisiete días y quince horas.

《 Hola, mi amor 》-Le dije mirando su alma frente a nosotros.

Al principio estuvo sorprendido de verme acurrucando su cuerpo sin vida, pero luego sonrió con sus ojos azules e iluminados ante la dicha de escucharme. La luna iluminaba solo la mitad de su hermoso rostro, pero de todos modos podía seguir viendo ese brillo en aquellos mares.

Me levante de la cama y lo abracé, abracé su alma para luego sentir sus brazos acogiéndome fuertemente. Aquí no se sentía el dolor, solo había paz. Y más ahora.

Nuestras dedos se enlazaron y puso su mano libre en mi cintura. Hice lo mismo, pero la mía de apoderó de su fuerte hombro. Volvía a ser el hombre musculoso, lleno de vida a pesar de estar en la muerte y no aquél saco de huesos que estaba muerto mientras respiraba.

Todo a nuestro alrededor se volvió blanco y su vestimenta cambió a su traje de boda mientras danzábamos. Nuestra primera danza como esposos, como cuando me desmaye en sus brazos el día de nuestra boda y fallecí al instante sin poder culminar nuestro baile.

Esta vez, bailábamos por reencontrarnos. Bailábamos por saber que la eternidad nos esperaba.

No pude cumplir mi promesa de "hasta que la muerte nos separe", porque ni siquiera eso pudo separarnos, solo distanciarnos por un tiempo. Un tiempo que, esta noche, culminó.

Lo ame en la vida, lo amo en la muerte, y ahora, lo amare por siempre.

Danzando por toda la eternidad... juntos.

Ni porque la muerte nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora