2. Del cuerpo y del amor.

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CAPITULO 2.


     Con la adolescencia llega otro tipo de magia. Los libros ilustrados con imágenes de princesas y castillos, dragones y brujas se convierten en letras húmedas. Malena recordaba su emoción al pintar las imágenes de sus cuentos favoritos, desde los primeros rayones hasta las últimas tardes donde se explicaba a sí misma la elección de cada color. Se imaginaba que todo eso servía de preparación para cuando a ella le tocara vivirlo. Todo iba a ser perfecto porque ya lo había ensayado muchas veces. Pero al entrar a secundaria el beso del final feliz ya no le era suficiente, y a escondidas de sus padres, con ayuda de internet, descubrió nuevas historias con caricias más allá de la mejilla; besos que no eran en la boca. También se descubrió diferente al leer las nuevas líneas, entre la adrenalina por hacerlo a escondidas y la emoción de sentirse misteriosa y llena de secretos, la emoción ya no se presentaba solo en la sonrisa. Sus manos se calentaban hasta parecer humedecidas por el sudor, aunque no había gota alguna que se percibiera. Los dedos de sus pies se encogían al par que su garganta, era diferente como respiraba pero no doloroso, solo extraño. Su corazón también latía de manera anormal y había una especie de molestia en su vientre que la hacía cerrar las piernas de manera incómoda para intentar aliviar un poco la sensación. Sabía desde la biología como los seres humanos se reproducían pero esta manera de explicarlo le agradaba un poco más, y es que cada vez que llegaba a una de estas escenas nuevas se detenía a la mitad, por culpa, por vergüenza, por no saber que estaba pasando. Cerraba la página y trataba de dirigir sus pensamientos a otro lado.


     Lo peor era tener que ir al colegio y ver a las nuevas parejas que se agarraban la mano y se daban besos en secreto, evitando la mirada de los adultos quienes les pedían estar a un metro de distancia por cuestiones de moral. Veía los toques con recelo pero también con ilusión, y cada que se presentaba una fecha especial, como un 14 de Febrero o el día de su cumpleaños, esperaba que alguien se le confesara. Había practicado muchas veces ante el espejo que era lo que iba a decir tanto si le gustaba como si quería rechazarlo. Junto a las palabras, ensayo los besos, había pocas explicaciones en las novelas que frecuentaba, solo entendía que había toques de labios y lengua, algunos lo describían como una danza y otros como una pelea. Para tener todos los campos cubiertos, Malena practico que lo hacía de las dos formas esperando que cuando esto pasara supiera hacerlo bien. Claro que antes había dado besos de pico, pero estos no contaban. Había sido en su último año de primaria cuando un niño de su salón le robo su primer beso. Malena se había sentido ilusionada hasta que descubrió que había hecho lo mismo con otras tres niñas pues estaba decidido a ser como su hermano mayor, un verdadero Don Juan. No sabía si se sentía decepcionada, triste o enojada, así que con toda la bola de sentimientos fue a contarle a Santiago, quien acababa de ingresar a secundaria y que por ende, le daba poder sobre los niños menores. Esperaba que este defendiera su honor como en los cuentos que leía, sin embargo la personalidad de este distaba mucho de ser alguien que se enfrentaba a los demás. Era receloso de con quien compartía su tiempo y, si podía, evitaba los conflictos. Ese día lo encontró paseando por la biblioteca de su pequeña localidad, Malena solía ver un rayo en su mirada y casi casi chispas de electricidad saltando cada que él tocaba un libro. Sabía que le gustaban mucho los poemas y que junto a él llevaba un diccionario para comprender las palabras que se le dificultaban. 


     Cuando le contó lo que había pasado, él parecía algo enojado porque le hubieran interrumpido cuando estaba decidiendo que libro leería esta vez, pero no fue grosero e intento prestar atención a lo que la aquejaba.


     — ¿Y que deseas que haga?—preguntó unos segundos después de que finalizara el relato pues Malena lo veía como si esperara algo de él.

     — Que le des un puñetazo, Adrián dice que entre la pierna duele más.

     — Yo no fui el ofendido, no veo porque tendría que golpearlo. En todo caso hazlo tú.

    — Pero, soy una niña y se supone que tú debes defender mi honor ¿Y qué tal si él me lo devuelve? A que el pega más fuerte que yo... ¿no será que tú le tienes miedo a un niño menor?


     Santiago no vio caso a responder. Sabía que la niña tenía unos ideales muy fuertes sobre el romance y el deber ser que, simplemente no compaginaban con los suyos. No es que le cayera mal pero tampoco le caía en exceso bien. Le tenía cariño como se les tiene a las personas con las que ya te estas acostumbrando a estar, pero sus personalidades eran tan diferentes que una amistad a esa edad era poco probable. En cambio, y aunque Adrián era mayor, se solían llevar mejor. Su hermano veía a Malena como una hermana pequeña a la que debía proteger y mimar, por lo que accedía a casi todo lo que esta le pedía cuando pasaban tardes compartidas.


     Más tarde, cuando Santiago y Malena compartieron secundaria, esta empezó a mirarlo con otros ojos. El pelo negro y los ojos oscuros del adolescente, además de su personalidad distante parecían gustarles a algunas chicas quien lo describía como el chico interesante que todo colegio tiene. Y con las nuevas experiencias de su cuerpo y de las nuevas lecturas, esta empezó a verlo igual. Se hizo pronto amiga de un grupo de chicas que tenían una especie de club de lectura, nada formal sino historias escritas por otras adolescentes en ciertos foros y en más de una ocasión asociaban al protagonista con el pelinegro aunque esta tendencia disminuyó cuando, en un evento escolar, vieron que su hermano mayor había dado un estirón. Él ya se encontraba en preparatoria y asistía comúnmente al gimnasio por lo que sus músculos se veían un poco más definidos, en especial aquellos que se encontraban en el trasero. Pronto el nombre pronunciado ahora entre sus amigas era el de Adrián, sin embargo Malena ya se había tatuado en su mente al menor. Era él el protagonista de sus sueños y con quien imaginaba vivir todas las cosas que le gustaba leer.


     Así, cada vez que iban a casa del otro o tenían planes juntos, usaba los vestidos y faldas más lindas que tenía. Le gustaba rozar despreocupada sus piernas con las de él. A veces se atrevía a sentarse a su lado y a pararse de manera que la mano de Santiago tocara su muslo desnudo. Le gustaba creer que poco a poco se estaba acercando y aunque las conductas del adolescente no parecían cambiar, ella lo atribuía a su timidez, a su propia personalidad, lo que lo hacía más emocionante. Se contaba a si misma que estaban desarrollando un amor platónico, que vivía fuera de las vistas extrañas y de las palabras, que existía oculto en las ideas y sueños. Por ahora el que no quitara las piernas cuando hacían contacto con las suyas era suficiente, el que no la rechazara alimentaba sus sueños de los cuales se levantaba siempre exaltada.


     Fue en su último año que decidió que era suficiente de la fantasía y necesitaba volverlo más real. Mientras Santiago ya se encontraba en preparatoria, su cuerpo ya ansiaba por pasear juntos de la mano, por poner en práctica lo aprendido de los besos, por formar una pareja como sus amigas lo habían hecho. Le iba a robar un beso en su graduación de secundaria, para darle también la noticia de que iba a seguirlo a la misma escuela, que, como siempre, estaban destinados a estar juntos. Se había preparado para decirle que estaba lista para que él la tocara; que empezarían con un beso, conociendo sus lenguas, con sus manos en sus piernas y en su cintura. Que con el tiempo le permitiría tocar sus pechos por fuera de la blusa, después debajo del sostén. Quería decirle que deseaba conocer su cuerpo a través de su mirada, que deseaba conocerlo a él y saber si se sentía como lo describían. Tenía quince años con muchas ganas de sentir junto a él.


     Grande fue su dolor al llegar el día de la celebración cuando lo vio llegar de la mano con otra chica. Como si le hubieran pegado en el estómago y sacado el aire cuando la presento como su novia y vio en los ojos de su amado lo que siempre quiso ver, solo que no era a ella a quien veía enamorado.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2021 ⏰

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