La razón de mis latidos.

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En los cinco años que llevo de casada con Yuzu mi corazón siempre está en constante agitación. Como en aquellas vacaciones que pasamos en una cabaña rentada cercana al lago Mashū...

Yuzu estaba terminando de preparar el desayuno, yo por primera vez en varios meses había despertado tarde. Sinceramente de no ser por el exquisito aroma a comida, me habría quedado en la cama.

—Buenos días mi reina dormilona, en un minuto estará listo el... —Yuzu volteó a verme quedándose sin que decir por unos segundos— Mei, ¿no tienes frío?

—En realidad no ¿por qué?

—Es que, no tienes nada puesto. —Todo su rostro estaba enrojecido, no dejaba de mirarme y su respiración parecía agitada.

—No hay nadie en varios kilómetros, además así estoy más cómoda. ¿No te molesta o sí?

—Para nada, es sólo que... —dio un respiro hondo y luego—, lo siento, pero el desayuno tendrá que esperar unos minutos más —sentenció quitándose su pijama a prisa y apagando la estufa en el acto.

Sin aviso, Yuzu me colocó sobre la mesa y, luego de enlazar nuestras piernas, comenzó a frotar nuestros sexos con un vaivén desmesurado.

El desayuno demoró más que solo unos minutos, pues calmar los deseos de Yuzu siempre toma varias horas.

—Yuzu, realmente tengo hambre, ¿podemos ducharnos y comer lo que estabas preparando?— Necesitaba aprovechar antes de que ella recuperara el aliento, de otra forma sé que no hubiera permitido siquiera que me levantara.

—Sí... vayamos a la regadera, ahí es más divertido— su pícara sonrisa me hacía saber que hablaba en serio.

—No corazón, estoy agotada. Si vas a entrar conmigo a ese baño será solo para ducharnos. Sino mejor quédate aquí.

—Eso no es justo —reclamaba ella de brazos cruzados.

Pero a pesar de su rabieta, Yuzu fue tras de mi para que compartiéramos el agua tibia.

Al cabo de unos minutos, mientras enjabonaba mi cabello, Yuzu esperaba su turno para enjuagar el suyo. Ver como el jabón escurría lentamente por su cuerpo me tenía hipnotizada.

— ¿Mei?, sabes, comienza a darme frío.

—Sí, lo siento— dije al tiempo que tomaba su cintura para cambiar de lugar con ella.

Con mis manos aún sobre su piel, comencé a recorrer su cuerpo hasta llegar a su lindo rostro. Y una vez que lo tuve bien sujeto, también me apoderé de sus deliciosos labios.

La separación entre nuestros cuerpos mojados era nula, besarla resultaba tan placentero que me tenía sin cuidado el agua de la regadera que a momentos se escabullía por nuestras bocas.

—Creí que sólo nos bañaríamos— mencionaba Yuzu entre jadeos.

No le respondí, en cambio la orillé contra una de las paredes del baño y mientras que con mi mano izquierda levanté su pierna, con la que tenía disponible me adentré en su intimidad.

Lo gemidos de Yuzu hacían eco, conforme más los escuchaba mis arremetidas se intensificaban.

Pude sentir sus piernas temblando al tiempo que se aferraba a mí como una fiera. Sin embargo no me detuve sino hasta que mi estómago volvió a recordarme que necesitaba alimento.

Está demás mencionar que luego de finalmente haber comido, regresamos a nuestras extáticas muestras de afecto...


Behinde of Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora