Breathe; AkaRen

いち

4 años & 1 mes

¿Puedes conocer al amor de tu vida a tan temprana edad?

Akaza está seguro de que sí, no puede decirlo con exactitud, ni pensar que el destino está a su favor, pero sin duda alguna lo ha encontrado, al amor de su vida: Kyojuro Rengoku.

La primera vez que lo vio, estaba sentado al lado de su madre, en la sala de espera, impaciente y aburrido de no poder jugar en ese lugar. Todos los adultos lo están mirando con insistencia, algunos cansados y otros con desesperación.

Akaza no entiende porqué su mamá le ha pedido que lo acompañe a un hospital, él hubiese preferido quedarse en casa a colorear uno de sus libros favoritos de dibujos sobre winnie pooh, pero su mamá tenía sus tácticas para convencerlo.

Ese día por la madrugada había nacido el bebé de la mejor amiga de su mamá, y emo­cionada, la mujer de cabellos rosas permanecía conmovida con la noticia, aguardando para por fin poder ver a la hermosa criatura.

Minutos después, una señorita vestida completamente de blanco se acercó hasta ellos, con una sonrisa encantadora y un rostro amable.

—Ya pueden pasar a verlo —comunicó, con señas para que la siguieran.

Ambos pelirosas caminaron detrás de la enfermera, a través de pasillos largos, vacíos y oscuros, pero de alguna forma tranquilos. Akaza podía sentir esa paz acercándose lenta­mente hasta una vidriera enorme, transparente y al otro lado una imagen algo mágica.

Una habitación totalmente llena de pequeñas camitas, con unas pequeñas criaturitas sobre ellas, el pelirosa abrió los ojos con sorpresa al fijar su vista en el diminuto ser que dormía cerca a la vidriera, cubierto con una sábana color naranja.

Su cabello era de un extraño color amarillo, además de tener la piel arrugadita, ¿Por qué no tenía pestañas largas como él las tiene?... Akaza quedó asombrado en cuanto escuchó el llanto de ese bebé, era tan lindo, pero ¿Por qué lloraba? ¿Quién lo estaba lastimando?

El pelirosa pensó que era la vista más adorable que había visto en el día.

O en toda su vida.

Seguramente la segunda, aunque tan solo tuviera cuatro años de edad.

—Mamá —murmuró, moviendo su mano que tenía entrelazada con su mamá—, me gusta verlo dormir.

Su mamá sonrió con ternura, asintiendo con la cabeza.

—Por supuesto bebé, mi amiga dice que ya tiene un nombre perfecto para él.

Akaza movió su cabeza, sonriendo antes de volver a hablar.

— ¿Cómo se va a llamar? —preguntó, lleno de incertidumbre.

—Kyojuro Rengoku —respondió su mamá.

Fue justo en ese momento, cuando el pequeño bebé abrió los ojos y lo miró directa­mente que Akaza creyó haber encontrado al amor de su vida a tan temprana edad, cuando tan solo tenía cuatro años, entonces se dedicó a mirarlo a través del vidrio, observando los movimientos que hacía cuando respiraba.

Velando su sueño.

...

Contrario a lo que el pelirosa pensaba, poder acariciar el suave cabello rubio de Kyojuro resultó una misión imposible. El pequeño niño no había dejado de llorar desde que Ruka llegó a la casa de su mamá sorpresivamente. ¿Cuánto tiempo tenía de nacido? ¿Veinte días?