Heathers

191 28 24
                                    

Joshua cubrió con ambas manos su boca, su respiración entrecortada se ahogaba con leves jadeos tratando de no romper en llanto. ¿Por qué el único lugar donde se sentía seguro ahora parecía una cárcel sin salida? En el momento en que escuchó una de las ventanas romperse supo que él había entrado.

El sonido de pasos acercándose le hicieron pegarse más a la pared, una suave voz tarareaba ligeramente, era como un tigre cazando a un pobre ratón. Sabía que tenía que haber salido ese día, tal vez ir al estreno de la obra de Jun, aunque explícitamente este le exigiera no ir; tal vez a ese lindo café donde ese mesero le pidió su teléfono o visitar la tumba de su madre, cualquier lugar menos su pequeña casa, atrapado en el enorme ropero de su habitación.

-¿Joshua? Sal de dónde estés, sé que estás aquí- ¿por qué no lo dejaba solo? ¿por qué Jeonghan no le dejaba en paz? Había hecho cosas terribles y no quería estar metido en eso y mucho menos ser el siguiente; sólo quería regresar a cómo todo era antes, con sus amigos y un Yoon cuerdo enviándole flores y llevándole al cine, aunque seguro él nunca estuvo cuerdo; siempre fue un gran mentiroso, todos se creyeron su falsa imagen de buen amigo, compañero, novio.

-Cariño, será mejor que salgas de dónde estés- canturreó Jeonghan alegremente, el colchón de la habitación de Joshua cedió ante el peso del mayor el cual miraba divertido el ropero frente a él, sabía que ahí se escondía su novio, porque sí, no importaba lo que le había gritado Joshua aquella noche, él seguía siendo suyo; por el momento dejaría que jugaran a las escondidas- he venido a recogerte, vamos a tener una velada romántica, ponte más hermoso de lo que ya eres. Joshua no respondió, simplemente se encogió en su lugar golpeando una caja en el proceso.

-¿Estás en el armario? Algo irónico, ya que saliste de él una vez por mí, ¿no es así?- en su voz se escuchaba ciertos toques de humor, pero Hong sabía que su ¿ex novio? ¿novio? No sabía ni qué eran ahora, estaba sumamente enfadado, cómo no estarlo si su pequeño conejito se quejaba de sus métodos de cuidado; no había desperdiciado sus tres años de instituto por nada. Aunque sabía que Joshua lo agradecería, él le salvo demasiadas veces, él le mostró la verdad.

-Sal de ahí ya cariño, te traje unos pantalones que sé que te quedarán bien- de una bolsa de papel sacó unos pantalones ajustados que simulaban cuero, seguro hubieran costado una fortuna si Jeonghan los hubiera pagado, pero él prefería el término pedir prestado y jamás devolver- hoy es una ocasión especial- Joshua se negó a responder, a moverse, a tientas buscó su celular, pero no lo tenía en su bolsillo, seguramente lo había dejado afuera debido al miedo- Joshua, será mejor que respondas, no quieres que me enoje contigo, ¿cierto?- la amenaza era clara, debía hacer algo si no se pondría demasiado violento.

-No quiero...- susurró temblando- no quiero salir. Jeonghan escuchó el miedo en su voz, pero su cerebro se negó a resolver a que se debía a él, era imposible que Joshua le tuviera miedo, era imposible que él no se sintiera protegido a su lado.

-¿Por qué cariño? Si te preparé una sorpresa, ¿te gustan los fuegos artificiales, no es así?- sí, le gustaban, pero no creía que Jeonghan estuviera tan loco como para que después de lo ocurrido las pasadas semanas planeara una velada romántica.

-El día de hoy es la obra de teatro, esa donde tu ¿amigo? ¿todavía le dices así? Junhui saldrá- la voz de Jeonghan ya no sonaba tranquila y amable, se volvía dura con cada palabra, como si tratara de reprimir su ira- todos ellos estarán ahí, riendo sin ti, así que mientras el público disfruta el clímax de la historia, con el pequeño zippo que me regalaste encenderemos la alfombra del auditorio cubierta con ambientador que Seungkwan adora utilizar y todo quedará inundado en llamas- estaba loco, estaba loco, eso iba más allá de los límites que creía que el mismo Jeonghan tenía- En el auto tengo algunos malvaviscos, sé que te encantan los smores, podemos acurrucarnos mientras miramos de lejos arder todo.

-Ya no Jeonghan, por favor ya no- Joshua comenzó a llorar, a rogar detrás de la puerta, se negaba a creer que su amor escolar se había perdido entre los delirios de ese psicópata- has lastimado a muchos, Jihoon está en el hospital gracias a ti, Minghao murió, Hoshi estará en una silla de ruedas el resto de su vida, asesinaste a Wonho.

-Amor, lo hice por ti, por nosotros y esto también será por ti- la voz de Jeonghan era aterciopelada, suave, la que usaba para convencerle de cualquier tontería o mentira que pensara, ¿sabías que fue Jihoon quien inventó los rumores sobre ti y el profesor Jaejoong? ¿Qué Hoshi fue quien cambió tu examen y te plantó el acordeón para que a él le dieran la recomendación que tú merecías? Minghao fue un daño colateral, en realidad iba por Jun, ese imbécil fue quien le pagó a Wonho para que abusara de ti por celos, pero resultó mejor para mis planes, y más con su necesidad de llamar la atención y hacer un homenaje antes de la obra, reuniendo a todos en el auditorio- era cierto, todo era cierto, pero eso no era justificación alguna- por eso todos deben arder amor, todos y cada uno de ellos, te dieron las espalda cuando los necesitabas, se burlaron de ti, te humillaron, fingieron ser tus amigos- Joshua abrazaba sus piernas en posición fetal, las palabras de Jeonghan calaban profundo en él- todos ellos te han mentido, traicionado, quieren que te alejes de mí, pero yo nací para ser tuyo y tú naciste para mí, recuérdalo amor- ¿debía abrirle? Jeonghan había sido el único que estuvo a su lado cuando su madre falleció, el único que lo amó sin importar los rumores de con cuántos hombres había estado, él vio a través de la triste y escuálida imagen de un chico sin autoestima y la amó, la adoró sin miramientos.

-¡JOSHUA!- gritó Jeonghan asustándolo-la puerta, por favor, Joshua, abre la puerta- sonaba como si estuviera sufriendo, como si le doliera estar separado de él- no peleemos más amor, por favor abre la puerta- otro fuerte golpe se escuchó, trataba de abrir- contaré hasta tres y si no yo entraré- amenazó con rudeza- ¡uno! ¡dos!- y antes de que pudiera decir tres, sonó un clic y el rostro de Joshua emergió de las oscuridad del clóset con sus ojos hinchados y rojos de tanto llorar; Jeonghan no pudo resistirlo, lo abrazó con fuerza y soltó un suspiro lleno de satisfacción al sentir que era correspondido.

-Te amo, te adoro, solo tú y yo contra el mundo bebé, recuérdalo- las manos del mayor se aferraban a las mejillas de Joshua, sus ojos estaban dilatados, se notaba la desesperación, la obsesión, pero estaba bien, Joshua estaría bien.

-Tú y yo contra el mundo- susurró de vuelta con una sonrisa sincera.

Los gritos, sirenas y el tono rojizo del fuego contrastaron con la tranquila y oscura noche de viernes; aquella donde se suponía que los alumnos del instituto local junto con sus padres se habían reunido para una noche creada para recordar y honrar a los alumnos que habían caído en la tragedia. Nadie supo de dónde había salido o comenzado el fuego, las puertas estaban trabadas y fue imposible para los asistentes salir del edificio. Los bomberos hacían lo que podían, pero las llamas se extendían hacia los salones con rapidez; seguramente nadie saldría con vida. El aroma a lavanda se extendía sobre las llamas.

A varios metros lejos de la acción, escondido detrás de los árboles al final del campo de futbol, un auto de brillante pintura negra se encontraba estacionado. Sobre el cofre yacía Joshua desnudo siendo jodido por su novio, ese definitivamente no era el plan, pero por alguna razón, le gustó ver a Jeonghan llevar el control, planear algo tan minuciosamente, que cuando llegaron al auto no pudo evitar ponerse de rodillas y comenzar a chupar el pene de su novio.

-¿Te gusta? ¿No es hermoso?- preguntó Jeonghan en su oído, para luego morder su cuello arrancándole un gemido.

-Sí, lo es- respondió con una sonrisa mirando el edificio consumirse en el fuego- es hermoso.

Los tonos rojizos del amanecer iluminaban la carretera, un Mustang del 68 completamente renovado se alejaba cada vez más y más; dos amantes se tomaban de las manos, intercambiaban un "te amo", reían, bebían algo de café y pensaban en un futuro juntos. Mientras tanto, las cenizas de aquel incendio se iban apagando con las últimas lágrimas de la ciudad. 

Movie nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora