Capitulo 2

3.6K 300 21
                                    

Deuda.

Manjiro Sano.

Los estruendosos golpes tocando mi  puerta como si hubiera un maldito demente detrás me sacan de mis pensamientos bruscamente. «Voy a matarlo, no importa quién sea o que tan importante sea para Bonten, voy a matarlo.»

Aunque para ser sincero no me es tan difícil de reconocer al demente que necesita urgentemente de mi presencia; Koko se la pasa a estas horas contando su dinero, es la unica hora en la cual no hay tanto ruido y él puede estar en paz sin desconcentrarse; Kakucho aun debe estar durmiendo, él no hace mucho aquí en realidad. Lo mejor que sabe hacer es pensar en su amorcito Izana «Patetico»; los hermanos Haitani casi nunca están en la mansión, siempre salen en las mañanas para encargarse de los clubs que manejan o mejor dicho, de meterse con todas las mujeres que puedan, esos dos nunca se cansan de coger; Takeomi debe estarse encargando de los casinos, debería encargarse mejor de regresar a la mansión con el dinero multiplicado y no con deudas «ludopata»  y Sanzu... Mi mano derecha, debe estarse encargando de joderle la existencia a su jefe, muy probablemente debe estar tocando la puerta como un desquiciado, acabándose la poca paciencia que le queda «esas putas drogas que toma ya le jodieron el cerebro».

Al no darle respuesta a Sanzu abre la puerta de poco en poco, asomándose por el marco de la puerta. Me acaba de joder la segunda siesta y ahora se asoma como si fuera un puto crío viendo si sus padres siguen dormidos.

—Deja de esconderte y pasa ya.— Le ordeno.

—¿Ya estas listo para irnos?

—No, me acabo de levantar.— Estoy cansado, los ojos me arden a causa del  insomnio. Nuevamente dormí tres horas. La profesión de médico me hubiera quedado como anillo al dedo, pero en vez de eso decidí ser un mafioso.

—¿Prefieres quedarte y que lo resuelva con Koko?— Niego con la cabeza, lo que menos quiero es que haga algo tan estupido como eso. Esto no es cualquier cosa, es una deuda de cinco millones de dólares.

—No, a ese maldito infeliz ya se le acabó su tiempo para pagarme. Tendré que arreglar esto yo personalmente.— Me levanto de la cama en busca de una pastilla para el dolor de cabeza.

—Por un momento pensé que hablabas de Howland.

—Él ya nos debe cerca de los diez millones. Luego me encargo de esa deuda, con él ya se me acabaron las sutilezas o me paga o lo mato.— Trago la pastilla con mi propia  saliva a falta de agua, las sirvientas olvidaron rellenar la jarra—. Me refiero al proxeneta de Hisao.

Cuando conocí a Hisao apenas estaba iniciando con Bonten, necesitaba urgentemente una tapadera para que el gobiernos no me pisara los talones, su en ese entonces burdel me sirvió como un buen lavado de dinero, pero conforme mi mafia fue creciendo más y más ya no requerí de sus servicios. Mi contrato más fuerte ahora era con el gobierno, ellos no me iba a tocar siempre y cuando yo les proporcionara las mejores armas y les ayudara con la enorme economía que necesitaba Japón para ser potencia mundial a través de mis múltiples negocios ilícitos.

En el momento que me desvinculé por completo de Hisao, su burdel comenzó a irse a la mierda, estaba a nada de quebrar hasta que vino a mí para hacer un contrato, contrato el cual decía que yo le prestaría dos millones de dólares para que pudiera rescatarlo y a cambio el me regresaría en un mes tres millones de dólares. El imbecil no consiguió levantar el lugar en un mes y regresó a mi con la cola entre las patas para que hiciéramos un nuevo contrato: Yo le daría media año para que me pagara los cinco millones que ahora le exigía.
Para sorpresa de ambos, ya se acabó el tiempo y espero la paga de su parte.

—Nos pagará, cuenta conmigo para eso.— Lo hago, nunca he dudado de las capacidades de Sanzu. Él es la perfecta definición de no tenerle miedo a los métodos con tal de conseguir lo que quiere.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 23 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ruleta Rusa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora