Capitulo 1

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Recuerdos borrados.

Eloise.

Los rayos de sol entran por el enorme ventanal corredizo que tengo frente mi cama. Las ventanas amarradas en forma de un moño permiten que la luz entre sin ningún problema para posarse sobre mí. Se siente bien, cada rayo de sol calentando mi cuerpo desnudo sobre las sábanas mientras yo fantaseo con tener un torso desnudo sobre mi espalda, unos brazos bien trabajados adornados con venas muy marcadas rodeandome y unos labios marcandome desde mi cuello hasta mi espalda baja para despertarme. Amaría tener esa vida.

La alarma de mi celular suena por milésima vez, taladrando mi oídos. He pospuesto cada cinco minutos el despertador.
Tomo el teléfono y está vez le pongo fin a esta tortura, me meto a redes sociales evitando ver la chancla por media hora y así despabilarme.

Tengo que admitir que hoy me está costando más de lo normal retomar mi tediosa rutina. Siempre he sido muy perezosa y como consecuencia de mi amor por los brazos de morfeo «Ojala fueran otros»  es que siempre llego tarde al trabajo, o cómo yo lo llamo al "pequeño infierno": Trabajar en un maldito putero de cinco estrellas en todo Japon no es muy placentero que digamos, ni la vida que me imaginé.

Me levanto de la cama al fin, evitando aumentar mi deuda de seis meses a un año por llegar tarde una vez más, estoy a un mes de irme de ese lugar tan repugnante que no le pienso dar la satisfacción a ese maldito proxeneta de quedarme más tiempo por ser su bailarina estrella.

Una vez que termino de arreglarme y preparar todo para el show de esta tarde, cierro mi departamento con seguro.

«¡Aquí vamos!» Un dia más de trabajar como teibolera y escuchar como asquerosos hombres solitarios y con una calentura enorme entre las piernas te avientan dinero y te gritan guarradas. «Es repulsivo.»

—¡Señor ya me canse de ser tu guerrera más fuerte!— Al llegar al putero cinco estrellas entro en mi camerino para alistarme.

La segunda cosa que más amo demasiado este lugar es que no tengo que compartir camerino con nadie, la primera es la buena paga.

—Lu, te toca.— Saori entra sin tocar para entregarme mis tacones altos—. ¡Carajo, mujer! ¡Te ves hermosa!

—Sí ya voy, ya estoy lista.— Maquillo mis labios con el labial rojo frente al vibrador de Saori. El camerino es mío, pero pareciera que lo comparto con mi mejor amiga.

—Si fuera tú, utilizaría mis mejores armas, un pajarito me dijo que esta noche vinieron unos peces gordos a negociar con el jefe.— Se acerca hasta el tocador para tomar su juguete—. Si quieres te lo puedo prestar, tienes cinco minutos antes de salir.

—No voy a usar eso. Ya está usado por ti.

—Cariño, si quieres verte con ese brillo en los ojos lo vas a necesitar, además siempre lo lavo después de usarlo.— Sigue—. Si quieres salir de este maldito lugar antes, asegúrate de atrapar a uno de esos peces gordos.

—No gracias, deben ser unos de esos señores gordos, pelones y viejos. De solo pensarlo me dan arcadas—. Hago una mueca de asco.

—Querida, no sabes lo que dices, para nada son viejos. Son cinco y todos son muy guapos en especial ese hombre de pelo blanco, parece que es el jefe.— La castaña moja sus labios con su lengua—. Es un poco más flaco que los demás, pero ya sabes la regla: flaco y desnalgado ver...

Ruleta Rusa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora