Prólogo - Win

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A los doce años.

—¡Siempre llegas tarde! ¿Qué estás haciendo cada noche? Dices que estás trabajando hasta tarde, pero ¿cómo se supone que te crea?

—¿De verdad vamos a hacer esto otra vez? ¡Estoy tan cansado de ello!

¡Todos los días me estás renegando por cualquier motivo! Soy el único que está trabajando aquí, por si no te has dado cuenta. ¡Estoy haciendo esto por ti y por Win!

Cubrí mi cabeza con una almohada, tratando de oprimir el sonido de mis padres discutiendo. Pensarías que me habría acostumbrado a este punto. A veces no era tan grave, a veces era peor. Constante era lo único que era, es decir, que podía contar con que pasara por lo menos tres veces a la semana.

La mayoría del tiempo me preguntaba por qué estaban juntos. No parecía que se gustaran mucho. Había oído a mi mamá hablar con su amiga en el teléfono, una vez, diciéndole que no solía ser así. ¿Qué había cambiado? Todo lo que sabía era que no quería algo así. No quería nunca ser miserable con la persona con la que estuviera casado. Quizá nunca me casaría.

—No hagas eso. No metas a nuestro hijo en esto —añadió mamá— ¿Por qué no dices lo que está pasando realmente? No quieres estar a mi alrededor. Nunca quisiste casarte en primer lugar. Esta no era la vida que querías, y ahora te estás apartando de nosotros.

Mamá y papá habían estado saliendo por un año cuando mamá quedó embarazada de mí, pero habían sido amigos la mayor parte de sus vidas. Habían crecido a unas cuantas calles del otro, y luego habían regresado después de la universidad.

—¡Cómo te atreves! No finjas que no estoy tan metido en este matrimonio como tú lo estás. ¡Soy el único que está luchando cada día para hacerlo funcionar!

—¡El dinero no es lo que se necesita para mantener a una familia feliz! —gritó ella de vuelta.

Esto era suficiente para mí. Odiaba escuchar esto, así que me fui hasta la ventana de mi cuarto y la deslicé para abrirla. Estaba frío afuera, una señal de que la lluvia se venía al sur de Bangkok pronto.

No me molesté con los zapatos mientras escalaba hacia afuera, y una vez que la ventana estuvo firmemente asegurada nuevamente, me encaminé a la casa de al lado—vivíamos en este barrio viejo alineado de casas estilo rancho—y fui directamente a la ventana detrás del arbusto de rosas que estaba lleno de abejas todo el verano. Toqué dos veces, esperé, sentí un extraño revoltijo en mi estómago que realmente no entendía.

Justo cuando levanté el puño para tocar nuevamente, ahí estaba él—Bright, mi mejor amigo. Nos habíamos mudado de nuestro viejo apartamento y al lado de él cuando tenía dos años. No recuerdo un momento de mi vida que no tuviera a Bright en él. No recordaba un momento que no buscara el confort de su hogar cuando mamá y papá estaban discutiendo. Bueno, no había podido escaparme cuando era más pequeño, pero me ponía los audífonos y me imaginaba que estaba con Bright. Estar con él siempre volvía las cosas mejor.

Él no preguntó qué estaba haciendo o qué había pasado, solo se frotó los ojos con las palmas de las manos, con el pelo negro desordenado y todo en punta.

—Entra —dijo en voz baja. Escalé para entrar y Bright cerró la ventana.

Mientras buscaba la manta doblada que siempre guardaba para mí debajo de la cama, Bright dijo: —Mamá la necesitaba. Mi primo se quedó a dormir y todavía se orina en la cama, así que debe tener una extra para él.

—No puedo creer que mamá B se haya llevado mis cosas —bromeé—¿No tienes otras? —Cuando este negó con la cabeza, dije: —Está bien. No necesito ninguna.

—Simplemente duerme en la cama conmigo.

La luz de la luna y las luces de la calle iluminaban su habitación lo suficiente como para que pudiera verlo. Se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, y tenía razón. Sin embargo, el cosquilleo en mis entrañas aumentó. Genial, eso era todo lo que necesitaba: que me diera una gripe o algo así.

—No tengo piojos —dijo Bright, subiéndose a su cama. Estaba contra la pared, por lo que se desplazó, pero yo solo me quedé allí por un minuto. Tenía puesto un pantalón de pijama. Yo llevaba un par similar, pero también una camiseta. No sabía por qué se me hacía raro meterme en la cama con él. Sabía que los chicos mayores hablaban mal de ese tipo de cosas a veces, pero no tenía sentido que me importara. Éramos mejores amigos.

Así que me metí y tiré de la manta sobre nosotros. —¿Vas a compartir tu almohada o qué?

Bright se rio, su aliento rozando mi mejilla, haciéndome temblar.

—Tus deseos son órdenes —dijo juguetonamente—. ¿Hay algo más que necesites?

No supe qué me pasó, pero cuando Bright movió la almohada hacia el centro del colchón y apoyamos nuestras cabezas, lo suficientemente cerca como para tocarnos, le dije: —Prométeme que no cambiaremos nunca. Que nuestra amistad será así para siempre. — Que nunca me dejarás. Aunque me guardé esa parte para mí mismo.

Bright se quedó callado durante un minuto, y me pregunté si tal vez había dicho algo malo. Si iba a burlarse de mí o a llamarme cobarde. Pero se limitó a susurrar suavemente: —Lo prometo. Siempre seré tu mejor amigo y siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase.

—Te prometo lo mismo. —Mis ojos empezaban a sentirse somnolientos, así que los cerré y me dejé dormir, sabiendo que Bright siempre estaría a mi lado y yo al suyo.

Hooola 🙋🏻‍♀️

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Hooola 🙋🏻‍♀️ .
Aquí les caigo con una nueva adaptación, es temática straight to gay como nos gusta 😶 espero que la disfruten 😁.

Casado con mi BFF ✨ BrightWin ✨ BW ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora