CAPÍTULO 1

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Todos en la manada corrían de un lado al otro tratando de tener todo listo para el regreso de su líder, la manda Hitoshi del sur de Yuei era un respetado clan de lobos gracias a sus feroces guerreros, fieles betas y sobre todo por lo fértiles de sus omegas. Era un día importante, el líder regresaba después de meses en un largo enfrentamiento contra el clan de los Suzuki del sureste de Yuei estos se dedicaban a la tala de árboles y armas hechas con su madera.

Los Suzuki querían expandir su territorio hacia las tierras del sur, dónde Izuku se encontraba justo ahora acomodando los aposentos del líder junto con sus otros compañeros omegas.

El líder de la manada podría tener tantos omegas como quisiese y justo ahora tenía cuatro; Izuku, Uraraka, Mina y Tsuyu, los cuatro eran preciosos omegas y cada uno con características que hicieron fueran elegidos por Yoshi, Mina siendo una omega bastante extrovertida y alegre sin embargo lo que a Yoshi Hitoshi le llamo la atención de aquella mujer fue su piel, era un extraño caso donde su piel era de un tono rosado pálido siendo esta característica lo que lo hizo elegirla como su primera omega, después llegó Uraraka, una omega fuerte, determinada muy servicial y excelente en combate cuerpo a cuerpo a pesar de que los omegas no iban a las guerras. Siendo estas características lo que buscaba aquel líder para su segunda omega a la edad de 17 años la tomo bajo su mando.

Dos años más tarde llegaron Izuku y Tsuyu de 18 años, ambos crecieron juntos pues sus madres eran grandes amigas, Tsuyu una omega con ojos grandes, siempre fiel a sus ideales y defendiendo las causas justas esto no impedía callara si no era el momento adecuado además de tener un exótico cabello verde al igual que Izuku quien con ojos color jade y su tenacidad junto a una inteligencia digna de admirar lo hicieron el cuarto omega de aquel fuerte alfa. 

La vida no era mala, claro que no, Yoshi se encargaba de que nada les faltara, comida, agua, ropa además de ser educados pues para Yoshi sus omegas eran lo más importante que tenía sin embargo Izuku en los  dos años que llevaba compartiendo su vida con el alfa jamás ha podido desarrollar amor, quizás un cariño o una amistad pero por más que aquel alfa de cabellos azabache y mirada dura intentaba enamorar al omega no conseguía más que palabras cordiales y un beso en la mejilla, y para qué negarlo, ese alfa se sentía completamente frustrado pero tarde o temprano Izuku lo amaría, no tenía otra opción. 

Regresando a los acontecimientos de ese día, estos cuatro omegas se encontraban en la cabaña que compartían con su alfa arreglando sus ropas y ayudando a preparar el banquete junto con el resto de omegas de la manda. Los guerreros siendo en su mayoría alfas con algunos betas regresarían hoy a la noche y había que festejar, la misión fue un éxito pues sus tierras no serían invadidas.

— ¡Izuku! Lleva esto a la señora Bakugo, le falta más carne —Dijo Mina mientras le extendía una cazuela con carne de venado y conejo a lo que el omega de cabello verde asintió tomando el utensilio con sus manos y se dirigió hacia la cocina donde al menos diez omegas estaban terminando el banquete pero faltaba más carne para sus feroces guerreros. 

Izuku conocía a la señora Bakugo desde hace unos años, una omega con carácter de alfa que desempeñaba un rol importante siendo la encargada de la distribución de los alimentos, sabía que su único hijo era el mejor guerrero que tenía la manada ¿Quién no conocía al gran Katsuki? Más sin embargo jamás había podido conocerlo, su alfa Yoshi le tenía prohibido a sus omegas acercarse a otros alfas. 

— Muchas gracias querido, hoy es un desastre pero los alfas regresan y todas estamos muy emocionadas, seguramente tú también pues el líder Yoshi regresa a tu lado

Sabía que el pueblo (su manada) pensaba que los cuatro omegas del líder le daban devoción y amor puro, que estaban enamorados y completamente felices pues era lo que se aparentaba siempre y cierto que Yoshi jamás les ha puesto una mano encima ni los ha obligado a ser verdaderamente sus omegas pero sin embargo no podían convivir libremente con los demás, tenían escolta y sobre todo tenían prohibido hablar con cualquier alfa o beta que no estuviera autorizado.

El aroma de tu alma | BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora