Mi madre se levantó de su asiento como si su banco se hubiera convertido en ascuas calientes en el momento que vió que Sarkan y yo llegábamos delante de ella.
"Mi señor." dijo ella, haciendo una reverencia del todo torcida. Casi pierde el equilibrio al vernos con las manos todavía juntas. Sarkan soltó mi mano con brusquedad y se la llevó a la boca en un puño.
"Encantado de conoceros." dijo en un carraspeo. Esa ya era más educación de la que estaba esperando. No pude evitar sonreír.
Mi madre abrió la boca y la volvió a cerrar, mirándonos a los dos. Sarkan volvió a carraspear, haciendo todo lo posible por no mirarme. La tensión se podía cortar con un cuchillo, pero yo estaba embriagada de felicidad. La posibilidad de tener todo lo que mi corazón ansiaba estaba por fin a mi alcance.
"¿Algo de beber, mi señor?" ofreció mi madre, y yo casi grité.
Era una oferta de lo más cortés, pero ponía a prueba algo que estaba tan tierno como una haba recién plantada. El Dragón se había pasado un siglo en este valle huyendo de todo aquello que pudiera atarlo a él. Aunque toda su comida era extraída del valle, así como su tributo, todo era convenientemente limpiado de su magia ancestral. Él había huído por su vida en el momento en el que bebió del Huso, y eso sólo lo hizo para salvarme la vida y acabar con el Bosque. Yo había sentido rencor por su huída, pero lo había entendido. Ahora estaba aquí, de vuelta, un año después de su huída. No diez años como me hubiera temido. Incluso bajando de su alta torre y codeándose con el gentío. Algo que yo había deseado, pero ya había creído ser imposible. Sin embargo una cosa era eso, y otra muy distinta era burlarse de todo su pasado probando una bebida de aquí.
Tragué saliva, a punto de intervenir, pero Sarkan habló primero:
"Por supuesto." dijo, ofreciendo una sonrisa cortés. "Si no es mucha molestía."
La nube de alegría que me había estado engullendo hace poco volvió con fuerzas renovadas. Mi madre asintió y fué corriendo a una de las mesas.
"¿Qué?" inquirió Sarkan al ver mi sonrisa resplandeciente, "Ya estoy contaminado de todos modos."
Pero a mi no me engañaba. Seguí sonriendo y un tenue color rojizo fue subiendo por sus mejillas. Me giré alrededor, buscando a mi padre o alguno de mis hermanos, y me encontré con que todos allí nos estaban mirando. Cuándo posé mis ojos en unos cuantos, la gran mayoría volvieron de inmediato a sus canciones y juegos.
Mi madre volvió entonces, seguida de mi padre casi al trote. A pocos metros venía Danka con una botella que me resultaba vagamente familiar.
"Mi señor." saludó mi padre con una mejor reverencia, pero casi sin aliento, "Estamos muy honrados por su visita."
Sarkan apretó los labios. Podía ver en sus ojos cuánto deseaba que acabaran las formalidades.
"El honor es mío." dijo, justo a tiempo de que Danka llegara junto a nosotros. Cogió un vaso de nuestra mesa.
"Mi señor, es de verdad un honor." dijo entre jadeos, "Hemos estado guardando esta botella para vos desde hace muchos años ¡Es una excelente cosecha! Por favor, si es tan amable."
De repente, el recuerdo de esa botella de Vodka vino a mi mente como un latigazo. Kasia y yo habíamos visto como Danka contaba la historia de la botella a mi madre cuándo éramos pequeñas. Poco después de que el Dragón viniera al valle, tuvimos una cosecha especialmente buena que dió lugar a las bebidas espirituosas más deliciosas de nuestra historia reciente. Por lo visto, los antepasados de Danka guardaron una botella, a parte del tributo, para compartir con el Dragón cómo agradecimiento, ya que creían que su influencia y su trabajo con el Bosque había sido lo que había hecho florecer al valle. Cómo Sarkan nunca bajó de su torre a ninguna fiesta, la botella seguía allí en casa de Danka.
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Epílogo - Un Cuento Oscuro
FanfictionAgnieszka coge la mano del Dragón para que conozca a su madre y así se despide Un Cuento Oscuro (Uprooted), pero yo quería más de esta historia. Este es el Epílogo que pienso que le faltaba a este libro tan maravilloso. Sarkan con los padres de Agni...