Capítulo 1

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Gotas frías caían por la ventana en la que yo posaba mi mirada y pensaba en lo duro que sería ir otra vez al hotel al que íbamos todas los veranos. Resulta que mi madre era amiga de su jefe de hace muchísimos años, y este al enterarse de que no estábamos en una buena situación y que mi madre no trabajaba, la contrató como camarera de pisos en su hotel de Barcelona. Por lo cual, todos los veranos íbamos allí. 

Con el dinero que ganaba, alquiló un piso a unos cuantos kilómetros del hotel para que cuando empezara la universidad tuviera una casa en la ciudad.  Aunque no pasábamos mucho tiempo con ella por el trabajo, nosotras no hacíamos buenas migas con la gente sobre todo adolescentes que pasaban sus vacaciones aquí. Así que mi hermana y yo nos íbamos a cualquier lado solas y disfrutábamos de la compañía la una de la otra. 

Pero, este verano sería diferente, acabo de cumplir mis 18 y siento la necesidad de tener más compañías aparte de la de mi hermana. No quiero decir que no quiera pasar tiempo con ella pero necesitaba relacionarme con más gente, aunque aquí es difícil decirlo. Todas las familias que pasan por este hotel son más o menos ricas y poderosas por lo que los chicos y chicas de nuestra edad eran  soberbios y muy codiciosos. Cosa que mi hermana y yo odiábamos, muchas veces nos íbamos a la terraza de nuestra habitación y juzgábamos a todos los huéspedes que estaban en la piscina, en el jardín e incluso en la playa.

Una canción sonando en la radio hizo que me absolviera de mis pensamientos, cuando escucho a mi hermana y a mi madre cantarla por todo lo alto. Me estaba debatiendo si cantarla o no pero unos segundos más tarde, me uno a ellas y así cantando las tres al unísono, hizo que el viaje se me pasara más rápido cosa que odiaba porque no quería volver a enfrentarme a los duros veranos que he tenido que pasar durante estos últimos años. 

Siempre he valorado lo que hizo mi madre por nosotras a pesar de que mi padre se largara hace tiempo de casa y no nos quiso ver. Mi madre ha sido la única que ha dado todo por nosotras y que gracias a ella tenemos un sitio donde vivir, por supuesto yo también la ayudaba trabajando como camarera en el hotel solo para la hora de las comidas, donde servía comidas a la gente, así que mi turno era rápido y no estaba muchas horas allí ,por lo que merecía la pena. Aunque también ayudaba a recepción con la llegada de los nuevos huéspedes cada verano.

Nuevo verano, nuevos clientes y nuevos desafíos por cumplir. Cuando llegamos al hotel, el jefe salió a recibirnos. No recordaba cómo era el hotel, supongo que no lo miré mucho el verano pasado así que este año lo veía diferente, veía que algo iba a cambiar.

No pasó mucho tiempo hasta que llegamos a las nuevas habitaciones que nos tocaban este año, que eran unas apartadas de los clientes habituales, por lo que nuestros mejores amigos eran los camareros, los cocineros, el personal de limpieza, etc, ya que convivían con nosotras y nos hacían la estancia un poco más amena. 

Faltaban dos días para que entraran las nuevas familias y no sé si estaba preparada para ello. Siempre me ponía super nerviosa, no sabía cómo decirles cuál es su habitación ni las reglas del hotel ni nada. Pasaba día y noche pensando en cómo serían y cómo iban a pasar sus vacaciones. Porque sí, mi pasatiempo favorito era simplemente cotillearlos y siempre debatía con mi hermana sobre lo que llevaban puesto, el tipo de bebida que escogían en las cenas...... bueno seguro que os lo imagináis.

Era el día. Sí, el día en el que me tenía que presentar ante todas las personas y decirles en que habitación se hospedarían. El día en el que probablemente me faltarían las palabras y temblaría. Y el día en el que ya estaba despierta antes de que sonara mi alarma del móvil. 

— Tranquila, cariño, ya verás que este año te saldrá mejor que el anterior. Sé tu misma y no olvides lo orgullosa que estoy de ti— me dijo mi madre nada más verme.

El verano que cambió mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora