I: Pablo Jose no logra sacárselo de la cabeza

16 5 7
                                    


🤬CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA🤬

🔹🔹🔹

Otro día más se hacía ver. Había amanecido bastante temprano, cosa que con el horario de invierno era algo rara.

El instituto abrió sus puertas como cada mañana a las ocho, aunque los profesores tenían permiso para entrar durante la hora anterior. Solo algunos lo hacían, sobre todo aquellos a los que les tocaba abrir o los que tenían algunos exámenes atrasados.

—Buenos días, Valeria—saludó el subdirector a la mujer que se encontraba en secretaría.

—Hoy has venido algo más tarde—comenta ella, mientras se coloca las gafas para apuntar la baja de un alumno el cual su madre acaba de llamar para justificar—. ¿Ha pasado algo?

—Nada, mi hija se encontraba mal, y con el covid y todo eso...bueno, qué voy a contarte.

—Ya, hoy han llamado ya tres padres diciendo que su hijo ha dado positivo o que ha estado en contacto y no sé qué. Unos rollos...

—Bueno, luego hablamos, que tengo trabajo. En la hora del patio si quieres te traigo un cafelito o algo.

—Yo encantada.

Se despidieron y él siguió su camino hacia el pequeño despacho que ocupaba. No era mucho, pero ya era más que la mayoría, que compartían la sala de profesores. Como mucho, de privacidad, tenían la sala de hacer fotocopias...

La alarma no tardó en sonar, indicando que era la hora de que abrieran las puertas. Primero entraron los alumnos de primero, son aquellos que siempre parecen más emocionados por ser más mayores y entrar a la ESO. Luego entran los de segundo, que esos ya están algo hartos. Dejando un espacio, entran finalmente los alumnos de tercero y de cuarto, que deben estar ya algo cansados de la vida del estudiante.

Los que se encontraban en la puerta eran los dos profesores de inglés, Júcar y Pablo Jose. Júcar era el profesor más alto, para que los niños se callaran, tocaba el techo y eso parecía satisfacerlos de alguna manera retorcida. Era el encargado de los grupos que iban hasta el B1. Luego estaba Pablo Jose. Este...era más complicado de explicar. Era un profesor que iba a sus anchas, y no todos los alumnos estaban conformes con su forma de enseñar. Se le tachaba de despistado, desordenado, y, a veces, de malhumorado. Y, aún así...bueno, creo que es pronto para adelantarme a los acontecimientos.

Una vez todos los alumnos habían entrado, ambos fueron a dejar el gel en la sala de profesores. Apenas intercambiaron dos palabras, pues no parecía caerle bien a Júcar. Puede que incluso Pablo Jose tuviera algo de envidia por cómo los alumnos lo admiraban a él. Pero no podía seguir su ritmo de clases. No era de su estilo. Y, hablando de estilo, el estilazo que se cargaba. Hoy se había vestido con unos pantalones rojos de cuadros y un jersey azul llamativo a juego con su mascarilla. ¡Para otra cosa no, pero para la moda...! Pero eso no era suficiente. En el fondo, lo que buscaba de verdad, era...

No. No podía pensar en eso. No debía.

Pero aún así...seguía haciéndolo. Cada noche soñaba con estar ambos tumbados desnudos en sus sábanas y recorrer su espalda con la punta de su dedo. Aprender su anatomía entera hasta llegar al punto de saberla de memoria hasta con los ojos cerrados. Puede que por esa razón aún no había respondido a una oferta bastante buena que había recibido por un centro privado. Chúpate esa, Júcar. Los alumnos te tendrán más aprecio, pero Pablo Jose cobrará más dinero.

Y así era cada día. Una pelea constante entre ambos profesores de inglés. Bueno, aunque seguramente Júcar no tenía ni idea de que existía aquella batalla. Él era bastante más joven que Pablo Jose, aunque ya se le empezaba a caer un poquillo el pelo.

Pablo Jose estaba sobre sus cuarenta o cincuenta primaveras, nunca lo sabremos.

Júcar tenía clase a primera hora, así que Pablo Jose estaría más tranquilo. Él era tutor de una clase y tenía muchas cosas que hacer. Por ejemplo, meterse en instagram y subir una foto indicando que había llegado bien y comenzaba su jornada laboral era una buena manera de empezar el día. Otro día más.

En realidad, a Pablo Jose le daba igual todo esto. Él solo tenía la mente para una persona, aquella que debería estar apareciendo por la puerta ahora mismo. Pero no aparecía. Y cada minuto que pasaba se le hacía un infierno. Cada vez que iba a abrir su bandeja de entrada del G-mail, oía algo y sin querer cerraba la pestaña. Y luego la volvía a abrir, y luego pasaba otra cosa. Y así todos los días.

Había pasado media hora y aún no había aparecido. Pablo Jose comenzó a preocuparse, y, disimuladamente, volvió a sacar su teléfono para comprobar el horario que se había hecho con las clases de su compañero.

Y...¡Oh! ¡Qué torpe, por favor!

Su memoria le había fallado otra vez. Se creía que eran las clases del martes, pero estaban a lunes por la mañana.

¡Claro! Si fue el sábado cuando...

Uf...el sábado. Menudo día.

Pablo Jose había decidido salir a un club a ligar, ya que no le iba muy bien en el amor, y...bueno, su compañero no parecía corresponderle. Aunque nunca se había atrevido a decirle lo que de verdad sentía. Prefería quedarse al fondo de la sala de profesores en cuanto entraba y no mirarle mucho a los ojos en las reuniones.

En aquel club...conoció a alguien. Alguien muy especial. O eso le pareció con un par de copas encima. Tenía barba, y era algo rasposa. Le acarició la cara y tontearon un poco. No tardaron en llegar al baño de hombres. Casi en la puerta, Pablo Jose le estampó contra la pared a la vez que, torpemente (por el alcohol), juntaban sus labios. Sintió su sonrisa y se apretó más contra él. Y un bulto se le clavó en el vientre. Eso no hizo más que excitarlo, y se frotó contra él.

Solo podía recordar el placer que sintió y las ganas de hacerlo ahí mismo.

Pero algo lo frenó. Y fue la cara de Manuel Antonio. No, no apareció Manuel Antonio en aquel bar gay. Apareció en su cabeza, como un flash. Y luego se dio cuenta de que, todo ese rato, lo había tenido en la cabeza mientras se ponía duro. Y eso no era sano. Ni bueno.

Pero la vida seguía, y Pablo Jose sabía que nunca conseguiría que el amor por aquel compañero docente fuera correspondido. Aunque una pequeña parte de él tenía esperanza. Al fin y al cabo, ambos eran solteros, no había nada que perder. ¿O sí?

🔹🔹🔹

ÁNIMOS PABLO JOSE, TÚ PUEDES!

A ver, si sabes cuál es mi cuenta real de escribir, sabes que me enrollo mucho mucho mucho con las notas del final. Ayuda.

No quiero enrollarme, esto es un FANFIC. 

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA

Fuera coñas, si eres alguien de clase o algún profesor: Hola y perdón, jeje.

Bueno, que si esto llega a manos de algún profesor, estoy muertísima, pero me arriesgaré.

Si me detienen, decirle a mi madre que la quiero y que estoy pobre.

BESAZOS Y PRÓXIMAMENTE MÁS 🥵

Pasión en la sala de ProfesoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora