Un flacucho y pálido muchacho de cabellos largos y negros andaba a hurtadillas en la torre de Astronomía. No estaba prestando atención a nada en particular, pues solo estaba torturándose a sí mismo con lo sucedido en la tarde de ese día. Era muy probable que el idiota de James se las arreglaría para saber que estaba ahí, aún no lograba descubrir como lo hacía, pero ya ni siquiera esos asuntos tenían lugar en su cabeza.
Las manos le temblaban mientras se sujetaba a los barandales que lo resguardaban de caer al vacío, y unas cuantas gotas humedecían sus manos y el frío tubo metálico en el que se apoyaba, las cuales relucían brillantes a la luz de la luna, se limpiaba el rostro de vez en cuando para controlar las lágrimas que caían, pero no era del todo efectivo.
Había cometido un error, un terrible error que ahora mismo le quemaba y lo hacia querer volver el tiempo atrás.Ella nunca se lo perdonaría, y por supuesto, él tampoco lo haría, a partir de ahora cargaría con ese remordimiento, de el día que en su idiotez alejó a la única persona que verdaderamente lo hacía feliz...
Escuchó el sonido de la puerta de la torre abrirse tras de él, aunque ni siquiera hizo un esfuerzo por girarse, que lo vieran y lo expulsaran si querían, quizá sería lo mejor para aliviar esa horrible desdicha.
Sin embargo, la inconfundible voz que pronunció "¡Colloportus!" lo hizo darse la vuelta de inmediato, pero no lograba divisar a nadie pese a que no estaban completamente a oscuras.
Antes de poder revisar si no le habían hecho otra fea broma y atrancado la puerta, sintió un fuerte golpe en la espalda, que lo hizo caer de rodillas al suelo. —¡Eso es por llamarme sangre sucia! —Chilló la misma voz, era evidente que estaba molesta, pero seguía sin poder verla.Inmediatamente, Snape se giró tan rápido como pudo y dando un manotazo al aire logró distinguir la fina tela de lo que supuso era una capa de invisibilidad, tirando de ella con fuerza y revelando a quien ya conocía.
La chica de cabellos rojizos oscuros y brillantes ojos verdes lo observaba de pie frente a él, sujetando un pedazo de pergamino, aparentemente en blanco. Tenía aún los ojos llorosos, así que rápidamente se limpió con la manga de la túnica.—¿Cómo obtuviste esto? —reclamó Severus molesto, era obvio de la procedencia de la capa, y no estaba dispuesto a aceptar otra jugarreta. Además, esto era imposible, acababa de rechazarlo hace unos cuantos minutos, ¿algo la habría hecho cambiar de opinión?—. ¿Te ha mandado tu novio a molestarme?
—¡No! —respondió, aún más molesta que él, soltándole un golpe en la cabeza con el pergamino—. ¡Lo tomé sin permiso para buscarte, idiota! ¡Y no lo llames "mi novio"!
Severus decidió ignorar todo lo que estaba diciendo, así que se puso de pie y volvió a caminar hasta el parapeto de la torre, donde miró a lo lejos el bosque prohibido y la cabaña del guardabosques. Rápidamente hizo memoria de lo que había sucedido unos minutos atrás, sintiendo su corazón estrujarse a la vez que un frío viento le recorrió el cuerpo, recordándole qué por muy bonita que la noche se viera, seguía siendo una noche fría y triste.
—¿A qué has venido entonces, sangre sucia? —cuestionó con un tono de voz tan despectivo como pudo, pues aún quedaban rastros del llanto que hasta hace unos momentos representaba su estado de ánimo. Aún así, Lily pareció notarlo y, aunque ofendida, siguió ahí plantada, dispuesta a hablar con él.
Esto cambió por completo todo lo que pasaba por la cabeza de Severus, así que otra oleada de remordimiento lo azotó como si de una cubetada de agua fría se tratara—. Te vi contener la risa cuando Potter me levantó. —Dijo casi automáticamente, como si esas palabras hubieran esperado mucho tiempo para ser escupidas. Lily abrió los ojos sorprendida, sus mejillas se tornaron rojas y por un momento le tembló el labio, parecía estar buscando una excusa, pero para su sorpresa, sus palabras fueron distintas.—Bien, lo siento... —dio un suspiro, avergonzada— Pero creo que tampoco me merezco el mote tan ofensivo. Ni nadie de los que han recibido ese insulto.
Por supuesto que estaba arrepentido, no dejaba de llorar dándole vueltas al asunto sobre el error que cometió, nunca había reflexionado la gravedad de esas palabras hasta que las usó contra ella, finalmente dándose cuenta de lo horribles que eran, y ahora, escucharla pedir perdón había ablandado más la falsa máscara de desdén que estaba usando en su contra.
—Lo siento. —Lily permanecía seria, lo que le provocó una sensación de nerviosismo indescriptible, ¿qué era lo que pasaba por su mente en ese momento?— Estaba molesto, sigo molesto, y actué muy mal, en verdad estoy arrepentido por eso, ¿puedes perdonarme? —sabía, por supuesto, que la respuesta sería negativa, pues minutos atrás ella lo había rechazado fuera de la sala común de Gryffindor—. Jamás consideré la gravedad de lo que hacía, pero ahora me has abierto los ojos y el solo pensar en aquellas palabras me corroe.
No hubo ninguna respuesta, así que agachó la mirada con la única intención de que ella no lo viera llorar. Aún así, lo delató el temblor en sus manos y de nueva cuenta, sus lágrimas lucían brillantes bajo la luz de la luna.
La pelirroja se inclinó ante él, aún no decía nada, y no se atrevía a mirar la expresión en su rostro, ¿lo miraría con asco? ¿o con lástima? De cualquier modo, le parecía humillante.—De todos modos, me llamaste «sangre sucia» de nuevo, Severus. —mencionó con un dejo de decepción en su voz. Esto solo hizo que se derrumbara aún más, ¿acaso había ido a verlo solo para burlarse de él?— Como dije antes, ¿qué diferencia hace que digas que fue un error si llamas a los demás en mi condición del mismo modo?
—Porque eres la única persona que me importa. —habló por impulso y se maldijo a sí mismo en cuanto las palabras salieron de su boca, ¿de verdad acababa de decir eso?. La joven también permaneció estática, y, a pesar de que seguía sin mirarla a los ojos, estaba seguro de cuál era su reacción, así que aceptó que no había modo de humillarse más—. Porque te amo, Lily Evans, ni siquiera puedo ponerte en palabras todo lo que siento por ti...
Finalmente se atrevió a mirarla a los ojos, dándose cuenta que, contrario a lo que imaginaba, no lo miraba con desprecio ni asco, si no que en sus brillantes ojos verdes destacaban lágrimas que poco a poco deslizaban por sus mejillas.
—No te creo... —titubeó—. Mientes.
—¡No! —alzó la voz sin querer, estaba determinado a que por lo menos supiera la verdad antes de que definitivamente ella dejara de dirigirle la palabra, estaba cansado de amar en secreto, así que eso sería su último consuelo. Sujetó sus dos manos entre las suyas, y la miró sin miedo a los ojos, repitiendo de nuevo esas palabras—. Si aún tengo algo de tu respeto, por favor, créeme. No te mentiría con algo así...
Los preciosos ojos verdes que tanto amaba seguían fijos en él, inexpresivos, o al menos eso aparentaban pues realmente no sabía leer lo que expresaban. Ella liberó sus manos de su agarre, haciendo que el estómago le diera un vuelco, como el que se siente al caer desde la parte más alta de una montaña rusa.
Por unos breves segundos, la decepción volvió a invadirlo, pues la primer conclusión que hizo fue que lo estaba rechazando, pero, llevándose otra enorme sorpresa, Lily envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo besó.Le costó todavía otro par de segundos procesar lo que estaba sucediendo, así que miraba incrédulo a la pelirroja, ella tenía los ojos cerrados y de este modo le prestó más atención a las largas pestañas rizadas. Cerró los ojos también, permitiéndose analizar la situación con el resto de sus sentidos: de lo primero que se percató fue del suave roce que el jugueteo de sus manos provocaba en su espalda, ¿estaría tan nerviosa como él?. Imitando el gesto de contacto corporal, tomó valor y con delicadeza la sujetó por ambos lados de la cintura, la tela de su túnica estaba fría por el viento de la torre.
El ambiente le pareció que de pronto únicamente estaba impregnado del aroma floral de su perfume, como si alguien en la cercanía estuviera preparando una poción amortentia y el olor emanara para atraerlo. Finalmente, estaba seguro de que sus suaves labios eran dulces, y una gran calidez invadía su pecho como nunca antes había sucedido. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos y se preguntaba si ella podía escucharlos o sólo era impresión suya.Se separaron poco a poco, y al mismo tiempo Severus fue abriendo los ojos. Frente a él, a escasos centímetros de su rostro, la luna iluminaba el rostro de Lily Evans, revelando sus mejillas sonrojadas y, con un poco más de atención al detalle, un par de pupilas poco más dilatadas.
Se sentía perdido, como en un sueño, esa misma clase de sueño de la que nadie quiere despertar, y aún así, el frío viento de la torre le confirmó la realidad: de verdad ella acababa de besarlo.Y aún cuando un escalofrío volvió a recorrerlo la espalda, de pronto, se dio cuenta que la noche ya no era tan fría.
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|| A Rush Of Blood To the Head ||
Fanfiction« -¿Mi palabra, Severus, de que nunca revelaré lo mejor de ti? -Dumbledore suspiró, escrutando el rabioso y angustiado rostro del profesor-. Está bien, si insistes... » Y nadie más llegó a ver los recuerdos más dulces y a la vez amargos del profesor...