Tercer libro de One-Shot's.
Sean bienvenidas a este pequeño espacio en donde los sueños se pueden volver realidad por medio de pedidos y de mucha imaginación.
¡¡Pedidos abiertos!!
♣Publicaciones lentas
♣No Copias Ni Adaptaciones.
♣Fanfic con propos...
Advertencia: Acecho, mención de asesinato, mención de prostitución, mención de violencia intrafamiliar.
Tengan consciencia de que esto es ficción y que son conductas que no deben de ser romantizadas ni imitadas.
Continúencondiscreción.
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Había pasado tanto tiempo ya, y seguía atrapada en ese horrible lugar. T/N trató de calmarse como pudo dibujando el kanji de persona en su mano y luego guiándolo a su boca para tragarlo, tratando, lo más que pudo, de controlar sus propios nervios y el palpitar neurótico y doloroso de su propio corazón.
Estaba tan desesperada, pero se limitaba a quedarse en el mismo lugar, quieta como una estatua de piedra, arrodillada con las manos en su regazo sin siquiera a mirarse al pequeño espejo frente a ella, controlando las lágrimas acumuladas para evitar que el maquillaje en el cual se había esforzado tanto se fuera al demonio, ¿pero qué importaba eso ya? Ella ya estaba en el mismísimo infierno, ya ni siquiera le veía sentido el ponerse maquillaje para verse bella cuando nunca saldría de ese maldito lugar en el cual ha estado atrapada desde quien sabe cuantos años, solo sabe, que por desgracia es una de las concubinas que lleva más años, tal vez llegó a la tierna edad de cinco años, pero la verdad es que ni ella sabe. Un sujeto la encontró en la calle, inconsciente luego de que su padre biológico le diese la paliza de su vida, tan asustada estaba luego de eso que huyo de casa antes de que volvieran a azotarla. Quien diría que acabaría inconsciente en un barrio y alguien la tomó y la vendió por un precio por lo menos decente debido a lo maltratada que se veía.
Y aún estaba ahí.
Suspirando camino con pasos letárgicos hasta el cuarto de la Oiran Yatamahime a su lado, lamentándose internamente al recordar el carácter retorcido de la hermosa mujer, era linda y cruel al mismo tiempo. T/N se lamentaba de que nunca saldría de ese lugar y se viera forzada de permanecer al lado de esa retorcida mujer debido a la orden de la jefa, todo porque cualquiera de sus clientes pasado un tiempo dejaban de volver, el hombre que le juro llevársela desapareció en un chasquido de dedos, sin una nota tan siquiera, dejándola derrumbada en el suelo de su pequeño cuarto. Comenzaba seriamente a pensar en que si quería irse, debería de hacerlo por ella misma, aunque lo único que supiera hacer era el libertinaje, nunca aprendió ninguna otra habilidad y apenas sabía cocinar, tal vez el saber maquillar le daría una ventaja, por eso, ahora permanecía a un lado de la hermosa mujer, temerosa de verla directamente a los ojos mientras le aplicaba con suma delicadeza la espesa pasta por sus labios usando un fino, y posiblemente caro, pincel.
La Oiran a la cual servía era extraña, aun así mientras mantuviera la cabeza baja nada le pasaría.
Oh bueno, eso prefería creer. Retocando el largo cabello de la mujer recordó con amargura como el resto de las concubinas le miraron el día en el cual se le entregó a la Oiran, todas con lástima. Lo más posible era debido a los rumores, las mujeres bellas desaparecían y quienes le ofendían igual.