___ era tan solo un niño rebelde cuando el accidente ocurrió, un accidente que no solo lo afectaría por el resto de sus días, si no, sellaría su vida con la de otra persona, Michael Afton.
Portada hecha por mi, los créditos del dibujo son para su re...
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Llevaba un rato pedaleando rápidamente intentando no chocar a nada ni a nadie, hace un momento ya había perdido a Michael de vista, y estaba recorriendo la ciudad de lado a lado antes de que el sol se fuera por completo. Por alguna razón sentía que cuando el sol se fuera y el volviera a su casa, no tendría otra oportunidad de hablarle.
Di un par de vueltas antes de dejar mi bicicleta frente a un edificio de departamentos de mala fama, era el último lugar que se me había ocurrido. Lenta y tranquilamente caminé hacia el callejón que había al lado de estos, ese lugar tenía un mal olor, pero aún así a Michael y a mi nos gustaba ir allí para distraernos de vez en cuando, aunque desde que comenzamos a hablar con Erick y Frederick no volvímos a ir.
No tardé mucho en ver a Michael, el cuál estaba sentado en una esquina al lado de un contenedor de basura con las rodillas cubriendo su rostro, simplemente me acerqué sin decir nada y me senté a su lado, Michael no se movió ni un centímetro.
Toqué suavemente su espalda intentando consolarlo, no era muy bueno en eso pero lo intenté, sabía que estaba mal y necesitaba ayudarlo. Inmediatamente después de tocar su espalda, se sobresaltó quitando las rodillas de su rostro. Al verlo me encontré con su mirada triste y con sus grandes ojos azules hinchados, sentí una fuerte puntada en el pecho al verlo así, necesitaba consolarlo y que supiera que estaba bien, quería estar ahí para el. Coloqué mis manos en su rostro y noté como fruncía el seño, aún así su mirada seguía siendo triste.
-¡¿Ahora que quieres?!- Su voz sonaba quebrada.
-Tranquilo, ya estoy aquí-
Apenas terminé esa oración, sin pensarlo dos veces me acerqué a su rostro y con mi inexperiencia, lo besé, el primer beso de ambos. Se sintió extraño, pero sus labios eran bastante suaves y cálidos.
Me aparté rápidamente dándome cuenta de lo que había hecho, realmente el beso me gustó pero ¿Y si lo había molestado?. Ví su rostro, estaba rojo, mucho más que en el baño de la escuela, o en el arcade, o cuando me dejaba ganar en los videojuegos. Una de sus manos estaba en sus labios y su respiración estaba acelerada, aunque pude notar un brillo en su mirada, acaso...
¿Le gustó?
Ambos nos quedamos viendo por un segundo, mi rostro se tornó rojo al pensar más lo que había hecho, ambos nos quedamos sin palabras. Me levanté del suelo, sacudí un poco mi ropa y lo miré un segundo más.
-Nos vemos mañana, descansa- apenas pude terminar esa frase, ya que básicamente estaba tartamudeando de los nervios, mi rostro estaba rojo y probablemente mi postura en ese momento debía ser firme como un tronco.
