тυ яεgαℓσ ρεяғεcтσ ||•Akari x Volo

ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔲𝔫𝔦𝔠𝔬

  - No es nada, en serio. Estoy bien

Akari apretó los puños, en un vano intento por levantarse. Escuchaba lejanos chirridos zumbar a su alrededor, mientras su borrosa mirada se clavaba sobre el Roserade alfa que se alzaba orgullosamente sobre ella. Cerró los ojos y sintió como pequeñas lágrimas se deslizaban sobre sus mejillas.

  - «¿Por qué? ¿Por qué? ¡Maldita sea!

  - ¿Ah? No, no necesitas hacerlo, Akari. Me las apañaré solito. No corras un riesgo tan grande por una nimiedad

  - ¡Pero significa mucho para tí!

  - Me importa más tu bienestar, joven

Akari dio un respingo y tomó puñados de tierra. La lluvia repiqueteaba con fuerza, empapándola por completo. Estaba calada hasta los huesos y tenía mucho miedo, pero era su castigo. Había desobedecido a lo que Él le dijo. Todo eso era su culpa. ¿Pero cómo no lo haría?

  - ¡Pero yo quiero verte sonreír! Q... Quiero decir que quiero ver una sonrisa que...

Un grito ahogado escapó de sus labios cuando las afiladas hojas del Roserade la lanzaron contra una roca. Akari vio los profundos cortes cubriendo sus brazos con sangre, mientras los Roselia danzaban a su alrededor, como una burla cruel y festejo a su derrota. No; a su muerte. Todo su equipo estaba debilitado, y ella no se encontraba en condiciones de escapar. Jamás tuvo miedo a los Pokémon: podía compenetrarse con ellos a la perfección. Pero ahora que estaba punto de morir a manos de uno, el pánico se apoderaba de ella. ¿Por qué fue tan estúpida? Debió de concentrarse en calmar a Lilligant y no en eso. Debió haberlo escuchado y no ser estúpida. Fue demasiado confiada con sus habilidades, y ahora tendría que pagar las consecuencias.
A las puertas de una muerte segura, solo podía pensar en una persona; en ese chico que últimamente le robaba el sueño muy a menudo. Allá a donde iba para investigar ruinas para calmar Pokémon señoriales, aparecía Él. A diferencia de sus compañeros, era raro que estuviera en Villa Jubileo, lo cual resultaba un poco doloroso. No quería comprar mercancía que no fuera de otra persona más que de Volo. Era principalmente una excusa barata para poder tenerlo un poquito más de tiempo a su lado. Esto... ¿Cómo podía explicarlo? No podía quitárselo de la cabeza. Su corazón se aceleraba en las contadas ocasiones que pudo tenerlo cerca. Sentía que nada malo podría suceder estando junto a él. La confianza que depositó en ella para detener a Ursaluna la reconfortaron durante la batalla.

  - "Todas las vidas crean algo nuevo al unirse a otras vidas"

El mensaje oculto en el grabado de las ruinas resonó en su mente. Había hecho eso porque quería que Volo viera lo importante que era para ella. Quería unir su vida a la de él. Siempre fue amable y entusiasta, jamás dudó de sus capacidades y siempre le echó una que otra mano. ¡Maldita sea, si sabía lo que era ese sentimiento! Pero no podía creerse que se enamoró del mercader. Esa era la razón por la que aún no le había dicho nada
Pero, ¿cómo había llegado su amor secreto a esto? ¿Cómo llegó a estar al borde de la muerte por un Roserade? La historia está a continuación.
Era una mañana como cualquiera en la villa. Una agenda ocupada, como de costumbre. Akari salía a cumplir una surtida lista de peticiones, así como continuar con sus investigaciones y reunir ingredientes para su batalla contra Lilligant. Volvía de seleccionar a sus Pokémon para la incursión cuando vio a cierto chico de largo cabello rubio recogido entrar por la puerta principal. Incluso a la distancia en la que se hallaba, resultaba reconocible. Su corazón dio un vuelco mientras corría hacia él.

  -¡Volo!

No era habitual que se pasara así por las buenas por la villa, así que debía de tener un motivo específico. De todas formas estaba allí, así que no perdería la oportunidad de pasar el día con él. No obstante, se detuvo en seco al ver su expresión desganada y preocupada. ¿Que pasaba? ¡Lucía terrible! Volo acostumbraba a sonreír siempre, pero ahora...
Estaba tan impresionada que no reparó en que el joven se le acercaba.