Prólogo:

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- ¿Enserio te importa lo que pueda pensar la gente?, ¿És enserio Daniel?

Se me hizo un nudo en la garganta que me impedia poder hablar con claridad, y las lágrimas fueron imposibles de esconder al ver cómo Daniel me miraba, imposible.

Él me miró y por fin habló: 

- Sabes que no és eso Lídia, no és la gente lo que me importa, es... es...

Las palabras no salian de su boca. Jamás pensé que diría esto, que llegaría este momento, pero por alguna razón pensé que seria lo mejor para los dos y lo hice:

- Adiós Daniel.

Y fué ahí, en ese mismo instante, bajo la luz de la luna, en el que nuestros caminos se separaron, pero no por mucho tiempo...

Sin tener que contar los añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora