iv

130 18 0
                                    

"La verdad"

Daniel despertó gracias a los rayos de sol que entraban por los grandes ventanales de la habitación. Bobby se encontraba sentado en un sillón al frente de la cama.

- Hola Danny, lo siento, debo volver a la ciudad hay una junta.- Daniel lo miró dudoso.-¿Un domingo?.

- No, es mañana a primera hora, pero debo hacer algunos cálculos, ya sabes.- Daniel se levantó un poco más para ver mejor. -Puedo acompañarte.- Bobby negó.- No es necesario debes de ir a la fiesta.

- ¿Bobby, no puedes quedarte un poco a la fiesta?.- Bobby lo miró enojado. -No puedo Daniel, ¡no sabes cuantos problemas hay en la empresa!, ¡lo único que sabes hacer es pasear con sus pantalones apretados de arriba para abajo en la oficina!.- Daniel lo miró confundido, no sabía de esas reacciones de Bobby.- Daniel, lo siento, no quería decirte esas cosas, pero estoy estresado.- Bobby besó la frente de Daniel.- Te iré a dejar a la fiesta y un auto bonito te llevará de vuelta a Los Ángeles, ¿está bien?.- Daniel asintió.

Daniel llegó a la fiesta vestido como una verdadera prostituta y estaba orgulloso con su disfraz. Entró al lugar mientras se preguntaba en donde estaba la cordura de señores de sesenta años vistiéndose como prostitutas y pastores.

Daniel entró al salón y al ver que nadie estaba disfrazado quizo morir. El marido de su tía lo miró de arriba a abajo. "Viejo asqueroso", pensó Daniel. Era claro, el no le había dicho que ya no iban los disfraces, solo para verle el culo, ¡fantástico!. -¿Donde está tu novio Daniel?.- Su tía le preguntó con una sonrisa.

- Está trabajando, no pudo venir.- el hombre lo miró con una sonrisa sarcástica. -Siempre se escapan Danielito.

Daniel buscó con la mirada algún lugar para tomarse algún trago, era necesario, le importaba un carajo no cumplir con su propósito en esta situación. Hasta que miró unos ojos azules brillantes. "Mierda". Si, Johnny, Laura y Sid Lawrence se encontraban ahí. Junto con Shannon Keene, que últimamente no se despegaba del rubio. Johnny lo miraba sin expresión alguna como siempre lo había hecho.

Daniel tomó un vaso de whiskey y salió en busca de su padre, para su sorpresa no era el único al que no le habían avisado que ya no había fiesta de disfraces.

Daniel fue en busca de un poco carne para su papá. Mientras Lawrence esperaba su turno cerca de la parrilla.

- Que triste que no haya podido venir tú novio Daniel, ¿como se llama?.

- Bobby, Bobby Brown.- le responde Lawrence. - ¿Es tu amigo Johnny?.- Claro que no.- Daniel mira a Johnny a lo ojos. -Espero que se merezca a nuestro Danny.- Dice su tía con cariño mientras Lawrence nuevamente responde.- Puedo decir con absoluta certeza que no.- Daniel miró con ojos de furia a Lawrence.- Yo puedo estar seguro que diría lo mismo de ti dado tus acciones anteriores.- Johnny lo miró confundido, mientras Shannon lo llamaba para que se sentase con ella.

En su diario muchas veces escribía lo mal que le caía Johnny Lawrence. Siempre tan sarcástico, con miradas de desprecio, ¿en verdad su mamá alguna vez pensó en que él podía ser su hombre ideal?.

Daniel volvió a Los Ángeles llegando al apartamento de Bobby Brown, le contó lo horrible que había sido la fiesta y cuanto había deseado tenerlo ahí junto a él.

-Daniel, déjame terminar con todo el papeleo y en la tarde cenamos juntos, ¿está bien?.- Daniel asintió y lo besó ligeramente, hasta que escuchó un pequeño sonido.- ¿Hay alguien aquí?.- Daniel frunció su seño.- No que yo sepa, a menos que haya un fantasma.- Daniel entró rápidamente a la habitación de Bobby pero no encontró a nadie allí.

-Perdón, creo que realmente necesito un descanso.- Bobby lo llevó hasta la puerta pero Daniel vio un sombrero colorido en el colgador, Bobby no se vestía así. Había alguien más.

Daniel a paso rápido llegó al baño y abrió la puerta. Un hombre musculoso se encontraba en la tina esperando a Bobby. LaRusso no dijo nada, salió rápidamente de ese lugar hacia su apartamento.

Se sacó su disfraz y entró a la ducha, sus lágrimas se mezclaban con las gotas de agua que le caían a su rostro. Odiaba ilusionarse tan rápido, creer en que alguien lo llegara a amar en su vida era una de sus esperanzas, pero cada vez que sufría de estas desilusiones amorosas su fe en el amor se perdía.

Al otro día Daniel llegó al trabajo y fue citado por Bobby, quien le explicó que el moreno de ayer era un ex compañero de trabajo cuando trabajó en Londres y que querrían comprometerse pronto, el era joven, guapo y no tenía compromisos. Según Bobby, su prometido le había echo sentir algo especial, se sentía mal por no haberle dicho desde un principio a LaRusso, pero no pensó que el pelinegro fuera a ilusionarse tan rápido con el, desde sus palabras hasta sus acciones. Daniel sintió un nudo en la garganta tratando de callar sus sentimientos, así que solo pudo salir de la oficina respirando lentamente para entender un poco más todo lo que Bobby le había dicho.

Al volver a casa tenía dos opciones, primero morir de pena de amor o segundo, reinventarse y desaparecer todo lo de Bobby Brown y lo que implicaba haber tenido una relación con el durante meses. La cual el en su inocencia creía que pronto se llegaría a formalizar. Daniel empezó a buscar trabajo, esta vez si dejó el cigarrillo y ya tenía la autoestima suficiente para mandar al carajo a Bobby.

Volvió a su trabajo, se metió a la oficina de Bobby y renunció. El castaño trató de persuadirlo para que siguiera trabajando, pero era imposible. Hasta Lucrecia, que lo odiaba, se sentía orgullosa de la fuerza con la que Daniel mandó al carajo a su jefe.

Daniel desde pequeño sabía Karate, y muchas personas le habían preguntado si alguna vez le gustaría enseñar. Pero hoy cumplió su sueño, varios estudiantes llegaron a su dojo artesanal ubicado en un pequeño parque en el Valle gracias a algunos contactos de sus amigos que ya eran padres.

Este sería el inicio de algo verdaderamente importante para Daniel LaRusso y no había nada que lo pudiera llegar a estropear, nada.

daniel larusso diary's //lawrussoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora