K I L I G

Kino Aki

Kilig: palabra de origen talago (Filipinas) que significa sentir mariposas en el estómago al conversar con alguien que encuentras atractivo.

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Aki cerró la puerta de su casillero.
Escuchó al equipo de fútbol varonil riendo sonoramente por el pasillo, sacándole suspiros a más de una chica al pasar.
Después de todo, era un grupo de chicos muy apuesto y talentoso en aquel deporte. También eran muy amigables y humildes ante todo.

La peli-verde miró al castaño entre ellos, riendo ante los comentarios de sus amigos. Sintió las mariposas revolotear en su estómago cuando su mirada conectó con la de él por un instante, haciéndola sonrojar y esconder su rostro detrás de la puerta de su casillero.

— Amiga, por lo menos disimula un poco.

Sonrió nerviosa al haber sido descubierta por su amiga y bajó la cabeza apenada.
Haruna sacó algunas cosas de su casillero y la miró pícaramente al notarla viendo al castaño.

— Hablarás con él hoy, ¿verdad?

La peli-azul colgó su bolsa por su hombro, dedicándole una sonrisa alentadora a la peli-verde.

— Tomando en cuenta que la otra vez hablé muy bajo que no logró escucharme y la siguiente a esa me atraganté con la menta que me dio Rika — dijo frustrada — He decidido no hablarle por lo que resta del año escolar.

— ¡Pero tú le gustas, Aki! — frunció el ceño la azulina — No debes de rendirte tan fácilmente.

— ¿Y qué si no le gusto y solo está siendo amable conmigo? ¡No quiero ilusionarme!

— Y lo entiendo, pero debes de intentar hablarle por lo menos o nunca saldrás de la duda. ¡Sabemos cuánto te gusta desde que pisó la escuela el invierno pasado!

— Haruna, ¡no me presiones! — llegó a su aula, buscando su pupítre — Además, ¿por qué solo yo debo de hablarle? ¡Él no ha mostrado un indicio de nada!

— Tienen una que otra conversación de vez en cuando, ¿no? — Haruna caminó dentro del aula, siguiendo a su amiga — El equipo de fútbol tiene práctica libre después de la escuela, ¡deberías de ir a verle!

— ¿Te está presionando de nuevo? — preguntó una peli-salmón — Haruna, vete a tu clase. La pobre está mortificada desde la escena de la menta.

— ¡Toko!— se sonrojó la peli-verde avergonzada.

La menor fue empujada fuera del aula, como solía pasarle siempre. Toko suspiró al ver a su amiga hundir su cabeza dentro sus brazos, recostada en el pupítre.

— Anímate, Aki — le dijo, tocándole el hombro — Es tu decisión hablarle o no, pero recuerda que si no haces algo al respecto, no pasará nada entre ustedes.

— ¿Y qué se supone que debo decirle? — preguntó lamentándose — ¡¿Perdona que la última vez que te hablé te lancé una menta a tu ojo casi dejándote tuerto?!