Ichinose Kazuya

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Kilig: palabra de origen talago (Filipinas) que significa sentir mariposas en el estómago al conversar con alguien que encuentras atractivo.

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       Estaba calentando a un costado de la cancha, volteando de vez en cuando en dirección a las bancas.

Había esperado casi cuatro horas para éste momento. Ese había sido seguramente, uno de los más largos días de su vida.

— ¡Eh, Ichinose! — le gritó Endo, desde la
portería — ¡¿Vas a pasar viendo las bancas o entrarás a la cancha?!

Agradecía que la peli-verde no había llegado aún, ya que todos los presentes habían escuchado al capitán del equipo haciéndole semejante pregunta.

— Endo, ¿por qué no eres un poco más sútil? — preguntó un chico de coleta, viendo a su amigo con pena.

El portero se encogió de hombros, dejando escapar una sonrisa traviesa. Los demás integrantes del equipo solo rieron divertidos.

Un sonrojado Ichinose se acercó a su capitán, dándole un leve golpe en el brazo.

— ¡Vamos a entrenar!

A pesar de haber pasado díez minutos desde que empezó el entrenamiento, Aki no daba signos de aparecer por ningún lado.

El castaño vió a las demás chicas llegar, pero la peli-verde no venía con ellas.

— El pobre no para de ver hacia acá — dijo Rika, mirando como el chico parecía impaciente — ¿Dónde está Aki?

— ¿Segura que no se fue a su casa? — preguntó una castaña, mirando con pena hacia el muchacho — ¡Toko, tú fuiste la última en verla!

La peli-salmón se encogió de hombros, mientras intentaba sin éxito hablar con Aki por teléfono.

— No contesta. Esperemos un poco más.

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Aki caminaba en círculos en el baño cerca de la cancha de fútbol. Estaba nerviosa y a la misma vez emocionada.

Era la primera vez que un chico la invitaba a algo y dado que éste chico le gustaba mucho, la mezcla de emociones que sentía en ese momento la abrumaban.

— Vamos, Aki Kino— se animaba ella misma — Es solo un entrenamiento al que vas a verlo, nada más.

Se recostó sobre la puerta un momento, para calmarse un poco. Miró la botella de agua fría que había comprado al terminar su última clase.

Seguro no está al pendiente de mi llegada.

Justo en ese momento, un video le llegó en forma de mensaje. Abrió la multimedia y lo que vio le llegó al corazón.

Kazuya Ichinose miraba de un momento a otro hacia las bancas, buscando a alguien en particular. Se miraba decepcionado, haciéndola sentir mal.

K I L I GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora