De mí, para mí.
Y si puediera viajar en el tiempo le diría que no tenga miedo.
Que no temiera de la muerte porque solo la está haciendo más fuerte.
Secarle las lágrimas y con una taza de café devolverle la fe que tanto le dolió perder.
Decirle que llore hasta formar un río y si se le antoja también un mar.
Besarle la paciencia y así regalarle la paciencia.