Doctor psiquiatra - Seongjoong

único

-Kim, ¡Kim!,¡Kim Hongjoong! ,¿Acaso usted no está escuchando que le estoy llamando?
Dejé de pintar mis uñas con el barniz negro para proceder a contestarle a ese tipo al cual debo llamarle maestro.
-Señor Min le recuerdo que no soy el único Kim de la clase ¿Acaso Kim no es el primer apellido más utilizado en todo Corea? -Le reté con la mirada, después de dar por terminada mi pregunta abrí una paleta, esa que siempre se encargaba de reemplazar el labial que tintaba mis labios de un color rojizo.
-Kim Hongjoong, no me gusta que me hable en ese tono.
-¿Estoy mintiendo?
-No me interesa si miente o no, preste atención a mi clase
-A mi no me interesa saber si el cuadrado de los catetos es el cuadrado de la hipotenusa, ustedes cree que voy a ir caminando y voy a decir, ¡Oh! ¿Quiero saber cuánto mide la sombra de ese árbol?, voy a usar el teorema de Pitágoras, si así lo cree, pues debo decirle que se equivoca.
-Pues si no le interesa joven Kim, puede salirse de mi clase, y lo mismo para los demás, no necesito a otra parvada de mocosos que no quieren aprender.
-¿Que pasó señor Min?,¿A un lobo como usted le ha espantado lo que puede hacer este zorrito? -Salí del salón sonriendo con coquetería y me fui a mi escondite de siempre, sabía que mi pequeño receso no iba a durar mucho, pues ese inepto no tardará en mandar a mi mejor amigo a buscarme.
Y no me equivocaba, a lo lejos ví venir a Choi San, mi mejor amigo, era un poco extraño, somos una pareja muy dispareja, yo soy el loco de la clase mientras que el es la perfecta definición del chico con reputación intachable.

-Hongjoong hyung, que bueno que estás aquí, vamos al salón por favor
-No San, el me sacó de clase y no pienso volver,¿quién lo entiende?, primero que me vaya y luego que no salga.
-Pero hyung el señor Min se ve realmente molesto el día de hoy, vamos, hágalo por mi.
-Bueno Sannie pero me debes una nueva paleta de cereza.
-Si, si, vamos hyung.

No me malentiendan, yo quiero y adoro mucho a San pero el es tan perfecto, a veces siento que no lo merezco como amigo, el es guapo, amable, divertido, inteligente y siempre se preocupa por mi, lo único que hago es causarle problemas, el merece a alguien mejor.
Finalmente llegamos al salón.

-Que bueno que regresa Kim. Vaya a la oficina del director.

Es un hijo de puta.

Salí directo a la oficina y me encontré con la sorpresa de que mi padre ya se encontraba ahí.

-Si director Kang, soy conciente del comportamiento que ha tenido Hongjoong, no sé que le está pasando, hoy hablaré con él de nuevo para que corrija su comportamiento.
-Que bueno que llegas Hongjoong, le decía a tu padre que estás suspendido el resto del día.
-Ve por tus cosas.

Asentí y fuí por mis cosas.

-Hasta luego Min -. Le mostré la lengua y el dedo medio para salir corriendo después hasta la entrada de la escuela, ahí me esperaba mi papá.
-Ya te dije muchísimas veces que dejes de andar con tus estupideces, te vistes como niña y encima no respetas a tus maestros.
-No me visto como niña, las faldas no son solo para mujeres, además el me dijo que si no me gustaba su clase que me saliera, lo único que hice fue obedecer.
-Sabes que eso es para retarte, no quiere que te salgas y eso lo sabes muy bien.

Traté de interrumpirlo pero antes de que soltara alguna palabra continuo hablando.

-No, no intentes convencerme porque no lo vas a lograr, vamos a la casa tengo muchas cosas de que hablar contigo.

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Finalmente llegamos a casa...
Entré, dejé mi mochila en la mesa y justo cuando estaba por subir la escalera sentí como me tomaban del brazo. Intenté safarme de su agarré, pero fue en vano.

Pronto fui aventado al sillón, no perdí la oportunidad y me heché a correr hacía mi habitación, cerré de un portazo, podía escuchar como tocaba la puerta una y otra vez, hice presión contra el trozo de madera para impedir que entrara, terminé por bajar la fuerza aplicada, pero antes de eso abrí la puerta para asegurarme de que ya no se encontraba nadie fuera de la recamara. Puse seguro y me desplomé lentamente, empezando a llorar con desconsuelo, apretando mis puños y llevándolos a mi boca para evitar gritar, cosa que no logré, me levanté del suelo y no pude evitar romper todo lo que se encontraba a mi paso, desde un pequeño jarrón morado hasta uno que otro cuadro, cuando logré tranquilizarme me aventé a la cama, tapé mi rostro con la almohada y seguí llorando hasta quedar dormido.