Prólogo

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En una mañana tan tranquila, los pájaros cantaban tan coordinados. El sol se asomaba con la misma lentitud que corro. Y oler como un huevo frito caía justo en el momento al sarten, era tan satisfactorio escuchar todo lo que ocurría en la casa. La llave del inodoro llenándose de agua por quinta vez como también escuchar los pasos rondando por ahí. Tengo una madre que me ama con toda su alma y una abuela que me adora junto a sus terrenos. Todo esto era perfecto para mí, no me faltaba nada.

Aquí lo tenía todo y eso me gustaba.

Al bajar por las escaleras de mi casa pude sentir el pan con mantequilla derritiéndose sobre él, como también sirviendo té con el agua hirviendo. Tenía la capacidad de escuchar de todo tipo, como cualquier persona normal. Pero a la vez me molestaba ya que si no pudiera escuchar todo sería más tranquilo, mi vida fuese distinta y porque lo digo. Porque a base de eso tuve que cambiar de rumbo mi camino. Como pude lograr de tener todo a tener nada es bastante sorprendente que aún no me lo creo.

¿La naturaleza puede describir los momentos de alegría?

No pude evitar decir la bella vista que tenía por mi ventana, era totalmente hermosa. Observaba a mi padre sacando flores del jardín... Espera... no que tú ... ¿pero qué haces? Me pregunte. No las está arrancando, me acerco más a la ventana sin quitarle la vista encima y me di cuenta que las envenena, su color llamativo se oscurece. Matándolas a todas.

Mi padre se da la vuelta, me ve mirándolo desde arriba, no reacciona como también yo. No tengo miedo, algo no me cuadra no que él estaba muerto. ¿Qué está pasando?

Nadie puede ser quien quiere ser, el mundo te obliga a ser quien tienes que ser.

Sentada en el sillón con una foto en la mano mirando el televisor apagado donde me reflejaba, con una lagrima rozando mi mejilla. Ahí lo entendí.

The Secret GardenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora