Capítulo 1: el dragón

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Antes de que sol saliese por el horizonte el príncipe Rhaegar estaba listo, no pudo dormir durante la noche debido a los nervios. La Rebelión de Robert había asolado el país, sus acciones habían causado todo ello. Y lo peor de todo es que estaban perdiendo. Era muy posible que por su culpa la Casa Targaryen, que durante 300 años habían gobernado los Siete Reinos se extinguiera. Su mano y amigo Jon Connigton entró en la tienda y pudo ver a su príncipe.

- Los hombres están listo, esperan unas palabras- dijo Jon Connigton.

-Bien- dijo Rhaegar.

Cuando el príncipe salió de su tienda vio a todo su ejército observándole (hombres de las tierras de la corona, del Dominio, de Dorne) 40.000 hombres esperaban unas palabras que les inspiraran valor. Todos ellos observaban a su príncipe de pelo plateado y ojos lilas portando su armadura negra con el blasón de la casa Targaryen en su pecho incrustado de rubíes y pensaron <<Rhaegar si es un rey>>.

-Hoy........ iremos a la batalla. Y cuando esta batalla terminé libraremos una guerra contra el enemigo más antiguo. Libraremos una guerra contra la tiranía, la codicia, el rencor y el miedo. No todos lo conseguiremos, algunos sobrevivirán y otros moriremos pero quería deciros a cada uno de vosotros que será un honor luchar y morir a vuestro lado. Porque nosotros no solo luchamos por nuestras vidas, luchamos por el futuro, por el futuro de Desembarco, por el futuro de Poniente, por el futuro de cada persona que vive en Los Siete Reinos- en ese momento Rhaegar desenvainó su espada y la levantó bien alto-  ¡¡¡POR LOS SIETE REINOS!!!

- ¡¡¡POR LOS SIETE REINOS!!!- gritaron sus hombres al unísono.

En el cruce del Forca Verde estaba a punto de tener lugar una sangrienta y terrible batalla, el dragón contra el venado. Cuando ambos ejércitos cargaron el suelo temblaba. Esto dio lugar al coche del acero, los gritos, la sangre y la muerte de miles de hombres inundaba el lugar. Y en medio de ese caos, en medio de ese infierno, el venado encontró al dragón.

- RHAEGAR!!!- gritó Robert con todas su fuerzas mientras de un solo golpe aplastaba a los soldados que tenía enfrente.

El príncipe de plata mientras terminaba con su oponente pudo escuchar el gritó de Robert, un gritó lleno de ira, un grito que eclipso a todos los demás. Cuando Rhaegar se giró pudo ver al hombre que sobresalía entre todos los demás, con el yelmo astado y el gran martillo de guerra que se acercaba hacia él. En ese momento supo que había llegado el momento, uno de los dos iba a morir y la batalla iba a llegar a su fin.

Una vez estuvieron frente a frente, los soldados de sus alrededores se alejaron un poco para que ambos pudiesen luchar.  Ambos respiraban con fuerza y sus corazones latían con fuerza pero eso pronto cambiaría para uno de ellos.

- RHAEGAR!!!Esto acaba aquí- dijo Robert.

- Así es Robert, esto acaba aquí- dijo Rhaegar.

En ese momento ambos se lanzaron al ataque al unísono. Rhaegar atacaba con gracia y rapidez mientras que Robert atacaba con una gran fuerza. Rhaegar esquivaba o se cubría con su escudo de los terribles ataques de Robert pero cada vez sentía el brazo más pesado y el escudo más magullado. Aun así, fue el primero en herir a su adversario. Con un rápido movimiento esquivo uno de los ataques de Robert y pudo herirlo en un costado. En ese momento Robert se detuvo un instante debido al dolor, con su mano libre tocó su herida, al ver su sangre en sus manos volvió al ataque con más fuerza.

Rhaegar no entendía lo que sucedía, los ataques de Robert cada vez eran más rápidos, más fuertes y menos predecibles. Tanto es así que Robert destrozó su escudo. Ahora Rhaegar no tenía con que cubrirse y no podía detener el pesado martillo con su espada. Finalmente Robert golpeó con su martillo uno de los costados de Rhaegar haciendo que el príncipe de plata cayese al agua. Le dolía todo el cuerpo y le costaba respirar, tenía varias costillas fracturadas por el golpe y la vista se le nubló debido al agua. Pudo ver a Robert pararse de pie frente a él.

- Esto es por Lyanna- dijo Robert.

Robert cogió su martillo con ambas manos y lo levantó por encima de su cabeza para asestar el golpe mortal. Pero, al escuchar el nombre de su amada Lyanna, Rhaegar obtuvo las fuerzas necesarias para levantarse rápidamente y clavar su espada en el corazón de Robert.

En ese momento todos los hombres que estaban lo  bastante cerca para verlo se detuvieron. Rhaegar sacó la espada del pecho de Robert y este cayó de espaldas. Rhaegar se quitó su yelmo con forma de dragón dejando ver su pelo plateado y sus ojos lilas.

- Robert Baratheon ha muerto!!!! La batalla ha terminado!!!- gritó Rhaegar con una voz de hierro. 

 Los hombres empezaron a gritar lo sucedido a través de todo el campo de batalla. Al poco tiempo Eddard Stark llegó para ver el cuerpo de su amigo tendido en las aguas. Este calló de rodillas y con ojos tristes levantó el cuerpo de su amigo pero rápidamente fue rodeado de soldados Targaryen. Jon Arryn y Brynden Tully también llegaron al poco tiempo para ver el cuerpo del líder de la rebelión.

- Que preparen el cuerpo de Robert Baratheon, que sea entregado a Bastión de Tormentas con todos los honores- dijo Rhaegar mientras veía a Ned y este asentía.

Los soldados rebeldes (Baratheon, Stark, Tully y Arryn) arrojaron sus armas al suelo y fueron tomados como prisioneros. Pero antes se les permitió recoger a sus caídos.

Una vez en el campamento Rhaegar ordenó a los maestres y a las hermanas silenciosas que tratasen a todos por igual, sin importar que fueran rebeldes o leales a la corona.

Entrada la noche, la mayoría del campamento había sido atendido. Miles de rebeldes estaban encerrados en sus celdas y miles de hombres celebraban la victoria. En la tienda de mando, lejos de la festividad, se encontraba los guardias reales Barristan Selmy y Lewyn Martell, la antigua mano del rey Jon Connington y el príncipe Rhaegar.

Rhaegar estaba siendo atendido frente a la vista de sus amigos pero no le importaba. Su cabeza estaba en otro lugar. Pensaba en Robert y aunque era su rival le respetaba y lamentaba su muerte, en cierta manera se parecían, pues ambos luchaban por el mismo motivo, el amor. Pensaba en Lyanna, contaba las horas para poder volver a verla y tenerla en sus brazos, conocer por fin a su hijo. Y por último, pensaba en su padre, Aerys II Targaryen, había ganado la batalla pero ahora debía detener a su padre y eso sería más difícil.

- Tenéis suerte de estar vivo majestad- dijo el maestre mientras revisaba a Rhaegar.

- Pienso lo mismo- dijo Rhaegar.

- Por poco te mata- dijo Jon Connington.

- Robert era un gran guerrero- dijo Barristan.

- Lo era, nunca he visto fuerza semejante- dijo Rhaegar.

- Debéis guardar reposo- dijo el maestre.

- Eso es lo único que no puedo hacer maestre. Gracias por vuestros servicios podéis retiraros- dijo Rhaegar, el maestre hizo una reverencia y abandonó la tienda.

- Cual es el estado de nuestras fuerzas?- preguntó Rhaegar.

- Hemos perdido un tercio de nuestros hombres, el resto están heridos o agotados- dijo Jon.

- En nuestro estado no podemos tomar Desembarco- dijo Rhaegar preocupado.

- No majestad- dijo Barristan

- Cuanto días creéis que necesitaran para volver a marchar?- preguntó Rhaegar

- Una veintena, tal vez menos- dijo Lewyn.

En ese momento un soldado entró en la tienda y portaba un mensaje. Lewyn lo cogió.

- Que dice?- dijo Rhaegar.

- Bastión de Tormentas se ha rendido, Stannis Baratheon murió luchando pero tenemos a Renly- dijo Lewyn entregándole el mensaje a Rhaegar.

- Jon, envía un cuervo a Mance Tyrell, Renly Baratheon no debe ser tocado, es solo un niño-dijo Rhaegar- Es más, quiero que tú y tus hombres partáis de inmediato para asegurar que se cumpla mi voluntad, llevad el cuerpo de Robert con vosotros.

- Como ordene mi príncipe- dijo Jon Connigton y abandonó

- Ser Barristan- dijo Rhaegar.

- Mi príncipe- respondió Rhaegar.

- Traed a Lord Stark, deseo hablar con él.- dijo Rhaegar.

- Si mi príncipe- respondió Rhaegar.



El dragón de plata (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora