Capítulo 1: De desdichada a princesa.

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ADVERTENCIA:
La historia que estás a punto de leer contiene temas solo aptos para mayores de edad.



Siempre has soñado con ser la heroína de un cuento de hadas. Que un príncipe azul encuentre tu zapato perdido, luche contra un dragón para salvarte o te bese para despertarte de un largo sueño. Pero con los sueños no se paga el alquiler. Para eso, ya tienes el trabajo de cantante de telegramas. Lo cierto es que nunca has estado enamorada. Nunca has conocido a tu alma gemela, a tu príncipe, que...

• ¡Disculpe, señora!

Llegas tarde a tu último encargo del día. Agotada por haber subido corriendo los últimos diez pisos, te chocas con una anciana.

• No pasa nada, querida.

• ¡Es británica! Me encanta ese acento.

Mira de arriba abajo el traje que llevas puesto, con una sonrisa divertida en la cara. Decides aclarar la confusión.

• Ah... Es que soy cantante de telegramas. Es para el cumple de un niño pequeño y le gustan mucho los... elfos.

• Pues qué lástima. Creo que te sentaría genial un disfraz de princesa.

• Mi vida no tiene nada que ver con los cuentos de hadas. No soy una princesa. Y, sobre todo, teniendo en cuenta lo que hice. Que pase un buen día, señora.

Te sonríe con educación mientras llamas a la puerta de tu último cliente.

• Venga, tú puedes.

Al abrirse la puerta, el niño se te queda mirando, poniendo cara de escepticismo. Parece que no eres un elfo muy convincente.

• Oh, oh... ¡Vamos, Andrea!

Lo saludas con una amplísima sonrisa y te pones a cantar.

• Has sido elegido porque hoy es un día especial... Es tu...

Te cierra la puerta en la cara.

• Cumple.

Oyes cómo al otro lado de la puerta el niño se pone a discutir con sus padres, criticando que no seas un elfo creíble. A los cinco minutos, asumes la situación: ya no necesitan tus servicios.

• Uf... Qué desastre.

Estás a punto de marcharte cuando ves a la anciana de antes, que coge el ascensor para bajar.

(Señora) • ...

Al devolverle la sonrisa, te das cuenta de una cosa.

• ¡No! Se le ha caído la cartera al suelo. ¡Señora, espere! ¡Su cartera!

Ya es demasiado tarde. Se cierran las puertas del ascensor y empieza a bajar. Coges la cartera
y ves que dentro hay...

• 1.000 dólares en efectivo. Madre mía. Con lo mal que voy de dinero.

Te quedas pensando un momento en lo que te ayudaría este dinero a hacer el pago del alquiler, que aún tienes pendiente, y las facturas...

• No puedo hacerlo. Tengo que devolvérselo.

Bajas corriendo por las escaleras.

• Diez pisos más...

Sin aliento, llegas al vestibulo del edificio.

• ¡Allí está!

Sales corriendo hacia la limusina negra que hay estacionada en la entrada. La anciana está hablando con el guardacoches.

MI VECINO MULTIMILLONARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora