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— ¿qué haces acá? ¿cómo me encontraste? — dijo el castaño sorprendido al ver a aquel chico lindo en el estacionamiento.
— mi celular tiene GPS y está conectado con mi laptop — respondió acercándose a él — cierto ¿por qué me hablas informal? en el consultorio eres todo un respetuoso — agregó.
El doctor molesto por su comentario, lo ignoró y siguió su camino hacia su departamento, pero al sentir los pasos detrás de él, empezó a correr por el estacionamiento, ¿acaso estaban jugando a atraparse?
— e-está bien, toma tu celular — habló mientras trataba de respirar un poco, había corrido demasiado. Sacó el celular de su maleta y se lo entregó.
— gracias, logopeo — el más alto lo recibió satisfecho.
— ahora, vete. — dijo molesto, se dió la vuelta para empezar a caminar, el peligro hizo lo mismo.
Su día terminó ahí.
( . . . )
— ¿qué cucaracha te picó hoy? — habló minho recibiendo la paleta que le dió el doctor.
— ¿la quieres o no? — respondió molesto.
Había pasado una semana desde que la sesión comenzó, ambos no se llevaban tan bien.
— Seguro tiene veneno... — susurro mirando la paleta con un mohín en sus labios. Miro al logopeda con una mirada amenazadora, saco el empaque y le extendió el dulce — lamela tú primero.
— ¿qué? — respondió.
Jisung soltó un suspiro molesto, ¿acaso creía que realmente lo iba a matar? o sea, sí, pero tenía que ser ingenioso para cometer el crimen. Le sonrió falsamente y se metió la paleta a la boca.
— ahora, vete del consultorio.
— mi paleta...
— la cita ya terminó, vete de una vez o te saco a patadas.
El pelinegro se levantó del sillón, agarro las cosas del pequeño Lucas y se fue de ahí azotando la puerta, ¿cómo ese doctor podía ser tan insoportable?
— ¡LO ODIO CON TODO MI SER! — soltó un grito cuando entro a su auto golpeando el timón asustando a su pequeño sobrino, y este lo miraba con confusión — le diré a tu padre que te cambie de especialista, no lo aguanto.
Llegaron a casa después de haber ido al parque y supermercado a comprar algunas cosas, la casa estaba vacía, su hermano no llegaba, lo iba a esperar para decirle su queja. Se levantó del sofá para prepararle la cena a su sobrino, hizo unos panqueques acompañados con fresa y leche condensada. Dos horas después, Lucas se quedó dormido en el sillón, era demasiado tranquilo, eso le favorecía mucho a minho, ya que no contaba con la paciencia necesaria para cuidar a un niño. Lo cargo y lo acostó en su cama.
La puerta sonó, minho se levantó rápidamente, sabía que era su hermano y así fue.
— nos vamos a mudar — comento el su hermano mirándolo serio.
Jeongin se acerco emocionado tomándolo de los hombros mirándolo con una sonrisa.
— ¡sí! — respondió feliz — hace tiempo quería mudarme, encontre un lugar más grande y con tres habitaciones, además queda un poco cerca del consultorio — agregó mientras dejaba sus cosas sobre la mesa.
— ¿en serio? Eso es genial.
— ¿y Lucas? ¿Cómo se porto hoy?
— hoy fuimos al parque y ahora esta durmiendo.
— iré a verlo — su hermano giró, pero se detuvo de golpe — cierto, olvide decirte, en tres semanas viene seungmin, se quedara por un tiempo y me dijo que él podía llevar a Lucas a su terapia.
— ¡SI! ¡HOY ES UN GRAN DÍA! ¡QUE HERMOSO ES VIVIR! — gritó emocionardo el pelinegro, su felicidad al escuchar la noticia era inexplicable, tanto que fue y abrazo fuerte a su hermano — muchas gracias, hermanito —
— realmente odias a ese doctor — susurró.
— odiar es poco, lo detesto — bufó — te conte lo pesado que es la semana pasada.
— sí, sí.
Minho se despidió de su hermano y salió de su departamente para dirigirse al suyo.
( . . . )
Está era la última semana que Minho pasaría mirandole la cara ese fastidioso chico, su vacaciones habían sido arruinadas por su culpa. Desde la última "pelea" que habían tenido, no se dirigían la palabra si no era necesario, no pasaban más de tres palabras.
— entonces, la rana estuvo apunto de ser atrapada por el lobo hasta que vino un enorme pollito se comió al lo— el doctor fue interrumpido por la molesta risa burlona de minho.
— ¿podría contarle cuentos realistas a mi sobrino? es muy tonto lo que esta leyendo.
— ¿usted podría callarse un rato?
— voy a quejarme con el director general.
— adelante, ¿cuál es la queja?
El pelinegro se quedó callado analizando lo que acaba de escuchar, ¿ese molesto doctor realmente era el director de todo esto? dios, jamás podría explicar lo mucho que lo detesta. La conversación terminó ahí, el más alto se sentía un poco avergonzado por lo anterior, se había visto tan pátetico que ya no quería regresar nunca más.
