Eran exactamente las 22:45, cuando llegue a casa, aquella era una de esas noche en las que tienes mas trabajo por hacer y debes quedarte en la oficina, terminándolos, era muy tarde y estaba agotada, así que camine directamente a mi habitación, ni siquiera tenia apetito solo quería abrazar a mi cama. Me saque los tacones y camine descalza, al entrar en mi habitación me sobresalte cuando pude escuchar un frágil gemido, la luz aun estaba apagada así que acerque lentamente mi mano temblorosa al encendedor. Uno...Doos...¡Tres!, al quedar el lugar alumbrado, empecé a mover mi cabeza, buscando algo anormal y si que lo encontré, el vidrio de la ventana estaba esparcido en pequeños trozos por el suelo y había gotas de sangre formando un camino, que seguí con la mirada y que llegaba hasta... ¡Mi Cama!, en donde también había un bulto, me acerque despacio, "¿Y si es un ladrón?, o peor aún, ¡un asesino!", esas pensamientos eran lo único que pasaba por mi mente en ese momento, asome mi cabeza, lo primero que vi fue un mechón de cabello, dorado, con un brillo anormal, continúe, tela de un color marrón que se extendía hasta el otro lado de la cama y finalmente el rostro del desconocido, de una tonalidad clara y a mi vista tan maravilloso que unas indescriptibles ganas de tocarlo me invadieron, mas una mueca de dolor dibujada en el mismo y su pecho moviéndose al ritmo de una respiración agitada, me saco esa idea de la cabeza, lentamente sus ojos se fueron abriendo hasta que frente a mi sus pupilas de un color verde agua muy brillante me hicieron pensar que nunca alguien podría tener aquellos bellos rasgos, cuando nuestras miradas chocaron yo me sobresalte debido a la reacción que el extraño tuvo al verme, dio un pequeño brinco y trato de incorporarse apoyándose sobre sus codos.
- ¿Quien eres?- su voz mostraba un tono autoritario.
- Eso es algo que yo debería preguntar, ¿quien eres y que haces en mi casa?- me había molestado aquella pregunta. Era el quien irrumpía allí.
- ¿Eres una humana?- fruncí el ceño, mantenía aquel tono en su voz- No te he dado el permiso de que te dirijas a mi de esa manera, mas bien nadie lo hace, Mi señor Thranduil, es así como debes llamarme- O.O, pero quien rayos se creía que era, ¿Mi Señor Thranduil?, ¡ja!.
- Ya fue suficiente...- fue lo único que pude decir, me detuve en seco, pues su mirada parecía perdida y se había llevado la mano al costado de su torso.
Nuevamente mostró una expresión de malestar y en cuanto dejo ver su mano, esta estaba llena de sangre, me asuste y trate de acercarme hacia el pero lanzó una maldición, en un idioma que jamás en mi vida había escuchado a continuación empezó a despojarse de aquella tela que lo rodeaba dejando su torso desnudo y la aparentemente grave herida, en un costado, se dejo ver.
- Será mejor que vayamos a un hospital...- me dirigí hacia el otro lado de la cama, fijándome en los vidrios del suelo.
- ¿Un hospital?...- asentí, mientras el se encontraba confundido.
- ¿Quien eres?- pregunté sin vacilar- ¿Que fue lo que te paso?...-
- Acaso no conoces al rey de Mirkwood...- sonreí divertida.
- ¿Mirkwood?, eso no existe...- me fulmino con la mirada y deje de burlarme, su mirada no expresaba que se estuviese inventando una historia, en ese momento pensé que era un loco.
- Mi nombre es Thranduil, hijo de Oropher, elfo de raza Sindar- (-__-)', en ese momento desisti de la idea de llevarlo a un hospital, trataria su herida y si era algo que no podia solucionar, algo que era muy probable que no fuera asi, ya que se mantenia conciente, lo llevaria a un hospital.
- ¿Elfos?, si claro, al parecer tu herida esta haciendo que empieces a delirar...- fui en busca de el botiquín y en medio de todo encontré un objeto, una llamativa corona de laureles, de bronce, la levanté- ¿Que es esto?...-
- Mi corona, te lo agradecería si me la entregas, humana, es una reliquia elfica, algo que una frágil mujer de tu especie no puede sostener en sus manos por mucho tiempo- al escuchar su comentario, lo mire molesta con los ojos entrecerrados, querìa hablar pero desistí, no discutiría con un loco.
- Oh disculpe usted señor elfo...- me acerqué a el y le entregue aquel aparatoso objeto, también tomé el botiquín y saque de este un poco de vendas y alcohol.
- Thranduil, mi señor Thranduil, fue así como te pedí que me tratases, por cierto, en que región estamos, es muy extraño aquí- lo mire aun mas extrañada de lo que ya estaba, suponía que sufría de esquizofrenia o algo así, lo cual era una lastima ya que sería un desperdicio con su perfecta belleza.
- No se de que hablas, solo te diré que jamás he escuchado algo sobre aquel lugar, Mirkwood y...- humedecí un paño con alcohol-... Estamos en París, mi nombre es Cateline y no existen los elfos aquí, solo humanos.- Trate de seguir la corriente a su relato, que hubiera convencido a cualquiera debido a la forma en que el lo contaba- Si me permites, tratare de curarte-
Me miro con indiferencia y dirigió su mirada al televisor ubicado en un mueblecito frente a la cama, lo miraba con curiosidad, como aquel que ve por primera algo y no puede evitar sentir aquella sensación, empecé a limpiar su herida, pensé que reaccionaria pero su rostro no mostraba emoción alguna, su mirada expresaba mucha autoridad eso hizo que me sintiera muy pequeña frente a el. Suspire, todo lo que estaba pasando era muy extraño, estaba en mi habitación con un total desconocido, quien deliraba con cuentos fantasiosos y lo estaba curando, sin pensar si quiera en las consecuencia que aquello podría traer consigo. Termine por vendar su al final leve herida.
-Listo...- exclame y empecé a guardar todos los objetos que había utilizado de nuevo en el botiquín, lo mire a los ojos-... ¿Y bien?- ¿Que era lo que sucedería después de todo?, debía irse o ¿no?.
-Agradezco tu atención- cubrió su cuerpo con la tela, aquella era una bata un tanto extraña, me levante en busca de un recogedor para limpiar los vidrios del suelo- ¿A donde vas, humana?-odiaba el echo de que me llamara humana.
-Te dije que mi nombre es Cateline, si soy humana, pero tengo nombre- me miraba con total inexpresividad, rodee mis ojos y antes de salir de mi recamara- ¡No vayas a tocar nada!
Regrese casi enseguida, pero el ya no estaba, entonces me dije a mi mismo que todo lo que había pasado, para buena suerte mía, había sido producto de mi imaginación, pero no, los vidrios seguían ahí y las gotas de sangre igual, lo único que faltaba era el, ¿A donde rayos se ahí ido?, no me demore tanto o ¿si?, cuando sentí una mano en mi hombro me sobresalte, regrese a ver y ahí estaba el.
-¿Que sucede contigo?, no entendiste acaso, no debías moverte de donde estabas- no me hizo caso, en vez de eso, realizo una señal para que aguardara silencio, no me di cuenta antes pero llevaba un cinto y en el, ¿¡una espada!?, retrocedí unos cuantos pasos, cuando empuño el acero, estaba realmente aterrada, entonces escuche un ruido extraño a mis espaldas, un bufido, el miraba fijamente a algo que todavía desconocía que era, Abajo, toco mi hombro y yo hice lo que pidió, me agache y coloque mis manos sobre mi cabeza, mientras cerraba mis ojos con fuerza, entonces escuche el sonido de algo caer al suelo, cuando abrí mis ojos, el guardaba su espada y yo me incorporé despacio, la imagen que vi, cuando regrese a ver hacia atrás, provoco que gritara como una loca y el dio un respingo, mientras abría sus ojos sorprendido.
-¡YA FUE SUFICIENTE!, ¡ESTO HA SIDO UNA MUY MALA BROMA!- respiraba agitada y entonces empezó a reír suavemente- ¡QUE, QUÉ ES LO...!
-Sigues pensando que te miento humana, no se como es que termine en este lugar tan extraño, que al parecer esta muy lejos de mi natal Mirkwood, pero que haya terminado aquí debe significar algo, aunque debo regresar...-
-Aghh...y si una de esas cosas regresa, ¿que era eso, eh?-
-Un orco, una especie que creímos desaparecida, pero estábamos muy equivocados, nos confiamos, pero lo primero que debo solucionar ahora es como regresar al lugar de donde vengo- suspire, lo que estaba viviendo no podía en realidad estar pasando, o ¿si?
Continuara...
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Under your Eyes
Fanfiction- ¿Quien eres?- pregunté sin vacilar- ¿Que fue lo que te paso?...- - Acaso no conoces al rey de Mirkwood...- sonreí divertida. - ¿Mirkwood?, eso no existe...- me fulmino con la mirada y deje de burlarme, su mirada no expresaba que se estuviese inve...