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Días después de aquel ataque, donde Madeleine y Espresso estaban cerca de despedirse de este mundo. Madeleine volvió a la casa de Espresso con la intención de echarle un vistazo a sus heridas y también hacerlo olvidar lo que hizo la noche anterior.
Sabía que Espresso no se dejaría cuidar por cualquiera, pero creía que era la única persona con la oportunidad de poder cuidarlo. Tenía fe en que se dejaría. Sin más que pensar, se puso en marcha a su casa.
Al tener en cuenta que si era él quién tocaba la puerta de su morada no lo dejaría pasar, entró sigilosamente. Era una mala acción con una buena intención.
Llegó a su habitación, para su sorpresa, él ya no se encontraba en cama, estaba preocupado, no sabía donde estaba, o qué hacía, esperaba que no hiciera algo capaz de perjudicar sus heridas. Sin rendirse, comenzó a buscarlo por toda su casa, probablemente Espresso ya sabía que vendría aquí y se escondió por miedo.
El último lugar donde Madeleine buscó, era debajo de su cama. Empezando a asustarse, se echó al suelo desanimado y golpeaba el suelo por no encontrarlo.
Espresso ya estaba en la habitación cuando él buscaba debajo de dicha cama. Estaba confundido, tomó un poco del café que tenía en la mano para luego preguntar:
— E: ¿Puedo saber por qué estás aquí?, Y, ¿cómo entraste a mi casa?, ¿Tan desesperado estuviste que decidiste irrumpir aquí?
— M: Yo... ¡Jaja!, Qué tonta pregunta. Es muy obvio el porqué estoy aquí, la razón por la que “irrumpí” es porque creía que estabas haciendo tareas pesadas, o algo que pueda ser perjudicial para tus heridas de la noche anterior.
Dijo Madeleine mientras se levantaba del suelo rápido.
— E: Ya veo..., En ese caso, no necesito que te quedes. Puedo cuidarme excelentemente sin tí o alguien más. Además... ¡No quiero que vuelvas a repetir lo de ayer!
— M: ¿¡Qué!?, ¿¡A qué te refieres!?
— E: ¿¡A qué me refiero!?, ¿¡Es en serio que me preguntas eso?!, ¡No hace falta dar mucho detalle sobre lo que hiciste!
— M: ¡Está bien, está bien!... Creo que sé a qué te refieres, pero quiero aclarar que me dejé llevar por el momento. Y hace falta aclararte que te gustó.
— E: Oh no, claro que no. Sabes perfectamente identificar cuando algo me gusta o no. Y eso definitivamente no me agradó. Lo suficiente como para no querer verte este día, o el resto de la semana.
