doppelgänger || Quackity ✓

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Alexis

Mientras más miraba a aquella chica, cada vez me llegaban más y más recuerdos de los tantos que tengo con Elara. Así que para tratar de que todo eso parara, desvié mi vista y volví a mirar mi celular. Sin embargo, esto no ayudó en nada, creo que incluso lo empeoró.

Aún recuerdo la manera en la que me abrazaba cuando estaba asustada, incluso la manera en la que solía sostener mi mano derecha con su mano izquierda, mientras enrollaba su brazo derecho en el mío cuando estaba ansiosa. Justo como aquella vez en la que la convencí de subir a una montaña rusa del parque de atracciones al que habíamos ido, a pesar de su miedo a las alturas.

Nos encontrábamos en la fila del "remolino del diablo", la montaña rusa más temida de todo el parque de diversiones, supuestamente. Elara no era mucho de aceptar hacer cosas que la aterraban, pero por alguna razón, esta vez había aceptado, quizás por la emoción que yo tenía de subir a la atracción, o probablemente porque no quería quedarse sola en la parte de abajo esperándome.

-¿Seguro que no prefieres subir a otro juego menos alto y peligroso, Alex?- me miró con una pequeña mueca, atrapándome mirándola.

-Yo no, la pregunta aquí es si tú lo prefieres.

-Por supuesto que lo prefiero, pero siempre te pierdes de los mejores juegos por mi culpa.

-Hey, yo hago mis decisiones, ¿recuerdas?

-Lo sé, lo sé, pero me refiero a que siempre te sacrificas por mí, creo que es mi turno.

-¿Y entonces por qué me preguntaste si no prefería subir a otro juego?

-Bueno, esperaba que al final te arrepintieras- rio. Sonreí y la abracé por los hombros.

-Tranquila, si sientes que no lograrás aguantar el juego, entonces podemos salir de la fila e ir a otro juego.

-No, creo que sí puedo.

-¿Por qué tan segura?

-Porque tú estás aquí, tú me haces sentir segura- sonrió, haciéndome sonreír también.

-No sabía que te hacía sentir de esa manera.

-Bueno, ahora sí lo sabes.

-Entonces, ¿lista?

La rubia entrelazó su mano con la mía y luego enrolló su brazo izquierdo en el mío, dejando caer su cabeza sobre mi brazo.

-Lista.

Aquel día, Elara dejó de lado uno de sus mayores miedos sólo para hacerme feliz acompañándome en una montaña rusa. Después de eso compramos un par de helados de vainilla y fresa y recogimos las fotos que habían tomado de nosotros en la atracción, riéndonos sobre nuestras caras y burlándonos el uno del otro, para luego sentarnos a charlar unos minutos debajo de un árbol. Ese día, Elara dijo que se sentía segura a mi lado, pero el día que se fue, dijo que había olvidado lo que era aquella sensación, dejándome con la duda de lo que había hecho mal. Una duda que a día de hoy está resuelta y estoy más que arrepentido por aquellas acciones que tomé.