Obnubilación

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Obnubilación

La sensación de que a nuestro alrededor pasan muchas cosas, hay ruido externo, hay conflictos internos y aun así somos incapaces de verlos o escucharlos, ya sea porque no queremos aceptar la realidad de las cosas o porque no podemos imaginar una realidad distinta a la que ya estamos aferrados.





Por aquellos días respirar se hacía más sencillo, ya hacía mucho que la sensación de extrañeza le perseguía, ahora estaba tan tranquila que parecía no darse cuenta siquiera en que momento llegó a ese estado de serenidad en la que no debía pensar ni controlar el paso a paso de las cosas que quería decir o hacer, había descubierto que era mucho más fácil solo dejarse llevar.

Antes era agotador, estar todo el tiempo anticipándose a lo que hacer o a lo que decir, a lo que sentir, tenía momentos en los que olvidaba ese proceso organizativo de su cabeza y solo se dejaba guiar por lo que quería y sentía, era espontanea e impulsiva; pero ahora ya estaba acostumbrada a no guardarse tanto y soltar más, a dejarse sentir más y fingir menos y esa sensación de soltar y lanzarse sin paracaídas le había gustado.

Con los ojos cerrados y el viento en la cara, sentía su cuerpo flotar sobre las nubes que recubrían el Monte Everest, la inercia de su cuerpo no se comparaba con la de su mente completamente desinhibida que le dejaba confiar en que aunque lanzada al vacío jamás tocaría el suelo.

Y esa misma sensación la tenía allí recostada sobre una manta con el césped filtrándose hasta hacerle cosquillas en la espalda, se apartó las gafas de sol con la intención de que sus ojos vieran todo aquel paisaje sin ninguna alteración. 

Las hojas de los arboles algo amarillas dada la época, el viento las zarandeaba de lado a lado haciendo que estas cayeran despreocupadamente mientras el sol de la tarde se filtraba entre las ramas en movimiento, a lo lejos se escuchaban las voces de personas que caminaban, trotaban o paseaban a sus mascotas y sin embargo ella solo escuchaba su propia respiración y sentía el peso del cuerpo recostado sobre su abdomen, con sus dedos enredados en los sedosos cabellos rubios, no hacía falta que sonriera, su interior ya lo hacía y las palabras que así lo demostraban se agolpaban en su garganta. Aquella parecía una fantasía escrita a besos. 

-Colecciono cada gesto y cada palabra que me dedicas desde lejos. – Así que empezó a murmurar entre sus labios. – Luz de otoño en mis pensamientos, atados con hilos a tus mandos secretos. – Levantó su mano libre como si intentase envolver la luz entre las ramas con sus dedos. – Y no sé cómo he podido vivir sin tus besos, y no te imaginas lo feliz que eres dentro de mis sueños. – Lentamente unos dedos blancos recorrieron la extensión de su antebrazo con la yema de su dedo índice hasta que este se conectó con el suyo. – Y no me imagino un día más perfecto que las dos sin frenos. – Unieron sus manos en el aire haciendo la comparativa de sus dedos y el efecto de aquel tacto en cada una. – Sé que no me quiero morir sin vivir contigo esto, porque te quiero… te quiero te quiero… te quiero… te quiero… te quiero…  - Terminó con un susurro casi imperceptible.

-La Bien Querida es un sí, siempre. – Escuchó su voz y la piel se le erizó inevitablemente.

Sonrió también sin apartar sus ojos de sus manos que aún seguían en el aire solo acariciándose mutuamente. – Tú sí que eres un sí, siempre a todo. – Replicó con el mismo tono lento y relajante en el que estaban. 

Amelia la sintió llevar sus manos al pecho y dejar un suave beso en sus nudillos. – Yo también te quiero. – 

Cerró entonces los ojos y reconoció lo afortunada que era, lo distinta que era, lo mucho que había cambiado sin apenas darse cuenta y lo que le faltaba todavía por aprender al lado de esa personita que con una mirada y una sonrisa le seguía regalando momentos de felicidad. Luisita no era cualquier persona, ella era LA persona, esa que pensaba no llegaría nunca a su vida porque no se sentía a la altura y por lo tanto no se esperaba y que ahora no imaginaba un día en que no compartiera a su lado.

Histeria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora