Prólogo

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Desde que era una niña, siempre he tenido un problema, algo que nunca he podido resolver. Muchas veces he creído estar loca por lo que me pasa, pero, al segundo que lo pensaba lo negaba, ya que era imposible. ¿Quién podría explicarme como es posible que tenga a alguien metido en mi cabeza? Una persona que me ha hablado desde que tengo uso de razón.

Liam

Ese es su nombre. Desde que recuerdo, solo puedo escucharlo, verlo e incluso tocarlo. Nadie más puede hacerlo. Si se lo contara a alguien, seguramente pensarían que estoy completamente loca o que tengo problemas psicológicos.

Liam y yo siempre hemos sido amigos. Podría decirse que, para una persona normal, es como tener un amigo imaginario, pero está claro que los amigos imaginarios no pueden tocarte.

Desde que era un bebé, Liam me ha estado explicando cosas sobre el mundo sobrenatural. Yo creo cada palabra que me dice... o casi todo, ya que es mi mejor amigo. Me conto que, antes de estar atrapado en mi mente, era un híbrido: medio vampiro y medio licántropo. Sin embargo nunca me contó como se quedó atrapado dentro de mi cabeza.

Cuando yo cumplí cinco años, le prometí a Liam que lo ayudaría a salir de mi cuerpo, para que así el este más presente en los momentos que me rodeaban. Por eso, a los ocho años, decidí escaparme del orfanato donde me críe. Cuando logre escapar, lo único que me importaba era sacarlo de mi cabeza para que él pudiera recuperar su propio cuerpo.

Estuvimos años investigando y viajando por el país. Gracias a eso, también me di cuenta de que todo lo que Liam me contaba era cierto: los vampiros, hombre lobos... todo eso existe en nuestro mundo.

Ahora tengo diecisiete años. Hace unos días, encontramos una pista que nos podía servir. Karl Heinz. Así es, un político importante de nuestro país, pero también es el rey de los vampiros. En el mundo sobrenatural, se podría decir que es el ser más poderoso que existe. Liam me contó bastantes cosas sobre él. 

Nos enteramos de que uno de los hijos de Karl Heinz parece tener un laboratorio bastante conocido en este mundo. Pero nos dijeron que eran unos egoístas y que su laboratorio no estaba abierto al público, al parecer, es solo para los experimentos personales de su hijo y nada más. Aun así, dicen que ese laboratorio puede tener cualquier cosa que necesitemos.

Hoy era una noche bastante importante para el señor Karl Heinz. Hace poco había conseguido un logro significativo en nuestro mundo y había decidió celebrarlo. Y si, ahora mismo me estoy dirigiendo hacía esa fiesta.

Llevaba un vestido rojo escarlata, corto y, a la vez, elegante. Estaba cerca de la entrada, en la puerta había un señor con un traje negro. Parecía el guardaespaldas, así que me acerque a él.

—¿Tiene la invitación? —me preguntó el señor nada más acercarme a él.

—Si, aquí tiene —le respondí, entregándole la invitación. El hombre tomó el papel y lo observo por delante y por detrás detenidamente.

—Puede pasar —dijo seriamente, apartándose de la puerta para que pudiera pasar.

Le di las gracias  con un gesto sencillo y entré en el gran edificio.

Nada más entrar, se podía ver que era un sitio bastante elegante. Era un sitio que jamás imagine que iba a pisar. Caminé por un largo pasillo recto con una alfombra roja. Al final del pasillo, un hombre de unos treinta años me abrió unas cortinas, dejándome observar toda la sala desde aquí. 

La sala estaba repleta de personas, algunas de ellas bastante importantes, pero no tanto como el señor Heinz.

Bajé las escaleras para adentrarme en la gran sala. Un camarero pasó por mi lado con una bandeja llena de copas de champán. Sin pensarlo mucho, tomé una copa,  y él siguió su camino sin detenerse.

Dentro de mi piel - Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora