04: Comienzo

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La tarde del jueves Max me había enviado notas de voz burlándose de mí, porque supuestamente no tenía pareja para la fiesta.
Pero mi amigo no se imaginaba que estaba equivocado. Casi se le cayó la mandíbula al suelo, cuando me vió llegar al salón de baile junto a una linda rubia, dueña de unos atrayentes ojos avellana, portadora de un elegante vestido rojo de corte campana, lo cual le hacía distinguir aún más la cintura. Ella estaba resplandeciente.

- ¡Qué guapo! - exclamó riendo, mientras acomodaba la corbata de mi traje.
Con la esquina del ojo veía como mis compañeros de clase murmuraban mientras nos veían juntos. Sabía que la razón era yo, porque nunca antes había asistido acompañado.

- Graciaas, pero tú estás más guapa. Seguro mis compañeros se mueren por tenerte de acompañante - le dije mientras dirigía mi mirada a ellos. Ella también miró hacia aquel pequeño grupo de estudiantes, quienes nos silbaban molestosos.

La música sonaba y todos bailaban, mientras nosotros los mirábamos desde el lugar de bebidas.

- ¿Qué género de música te gusta? - me preguntó.

- Justo ese género - le dije levantándome de mi asiento y tendiendole mi mano para invitarla a bailar Jailhouse Rock de Elvys Presley, la cual todos empezaron a bailar divertidos.

- ¿Me acompañas?

- Claro que sí - me respondió dichosa agarrando mi mano.
Salimos casi corriendo hasta la pista de baile. No le solté las manos en ningún momento mientras bailabamos. Ella reía cuando la hacía dar vueltas.

Y continuamos bailando hasta que el cansancio pudo con nosotros. Después de una hora ya estabamos agotados. Le tomé de la mano y nos dirigí hacia el sector de bebidas. Pedí dos vasos de agua, para calmar la sed y, cuando ya estabamos más tranquilos le sugerí tomar algo de aire, ella aceptó.

Salimos del salón en dirección al primer jardín, el cual estaba decorado con pequeñas luces, tanto los árboles como las rodelas llenas de flores.
Caminamos lentamente hasta llegar a uno de los banquillos de madera.
Al sentarnos, Margarita se quito los tacones, decía que ya no los soportaba y que le dolían los dedos de tanto bailar. Me daban mucha gracia las expresiones que hacía.

- No te rías, eres un molesto - reclamó empujando mi brazo, mientras sonreía.

- ¿En serio? - le dije riendo - y si soy tan molesto ¿por qué me invitaste? - no me respondió, solo me miró con una sonrisa en el rostro y luego desvío su mirar hasta el árbol que había enfrente de nosotros.

- Para ti - le tendí el avión de papel.
Volteó curiosa y al ver el susodicho lo agarró lentamente, admirándolo.
Sacó la carta que estaba entre las alas del avión, extendió el papel y comenzó a leer, mientras lo hacía noté sus mejillas ruborizarse.
Aquel momento sentí la ansiedad carcomerme, tenía miedo de acabar como un estúpido. Creí que me había apresurado mucho, pero no fue así.
Ella respondió que sí quería salir conmigo.
Me dijo que incluso desde hace mucho ya me había visto y que sabía cómo me llamaba, lo cual me sorprendió bastante.

Estuvimos conversando hasta pasadas las diez de la noche, conociéndonos un poco más. Luego dijo que debía irse. La acompañé hasta la salida y, al despedirnos le dije tomándole la mano: "Prometo que entre aviones de papel te enamoraré". Por último dejé un beso sobre el dorso de su mano derecha, ella me miró a los ojos y me regaló un beso en la mejilla.

Margarita fue mi primer amor y hasta hoy lo sigue siendo.

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