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Daryl:

¿Alguna vez sentiste algo por alguien y no fuiste correspondido? Eso es lo que siento todos los días. Cuánto desearía que alguien te rompiera el corazón, así sabrías lo que siento en estos momentos.

Fui una tonta al pensar que las cosas volverían a ser como antes de que habláramos, que no tendría que preocuparme por los vuelcos que daba mi corazón cada vez que sonreías o cada vez que agarraste mi mano para cosas tan estúpidas como cruzar la calle.

Me conformé con ser tu amiga. Creí que sería suficiente. Hice lo posible para no enamorarme pero fui débil; me hiciste ir en contra de mis planes y ahora estoy pagando el precio.

No dejo de preguntarme qué soy para ti, por qué sigues confundiendo mi mente con tu forma de actuar. Esta noche lo tengo claro. No represento nada. Solo alguien más en la cadena de eventos de tu vida. Lo descubrí cuando solo te reíste de mí junto a tus amigos.

Confié en tí y ese fue mi error. Esperé demasiado.

Esta es mi oportunidad para olvidarte de una vez por todas. Este es el momento en que nuestros caminos se separan. A partir de ahora inicia una nueva etapa para los dos. Y aunque nuestros caminos se vuelvan a encontrar, mi corazón ya no te pertenecerá.

Te deseo lo mejor en la vida.

Atte
Sofía

Estaba al borde del llanto. Lo siento, Sofía. Pero ya no había nadie a quien pedirle perdón.

La ví por última vez en la fiesta de graduación. Todos estábamos felices de graduarnos. Al fin éramos libres.

Estaba junto a Ricardo y Armando. Katherine estaba allí también. Había terminado con esta última meses antes, pero seguimos siendo amigos.

Fui a buscar una bebida cuando logré ver a Sofía. Unas semanas antes la chica me había confesado sus sentimientos. Le dije que lo sentía, que me concentraría en otras cosas y no pensaba tener algo con alguien.

Las cosas entre nosotros se volvieron complicadas y tratamos de fingir que nada de eso había pasado. Pero cada vez me sentía más confundido. Buscaba su rostro en cualquier lugar al que iba y miraba su número todas las noches pensando en escribirle.

Ví que Katherine se acercó a Sofía.

—¿De qué estarán hablando? —murmuré. No sé en qué estaba pensando cuando decidí unirme a ellas.

Las saludé y en eso se unieron los chicos.

—Que bueno que se nos unen, muchachos —dijo Katherine—. Le estaba diciendo a Sofía que está muy linda esta noche, ¿no les parece?

—Sí, hasta se ve decente —dijo Ricardo, tratando de aguantarse la risa.

—Ey, no le veo el chiste.

—Ah, Daryl. Que aburrido eres. Vamos, dile a la chica que se ve bonita —dijo Armando.

—¿Por qué?

—¿Tienes miedo? O es que, ¿no dices mentiras?

Mire a Sofía. La chica arqueó una ceja y solo pensé: ¿por qué no se va?, ¿acaso no le molesta esta situación?

—Te… te ves… Uhm, t-te ves…  —¿Y por qué yo no podía decir lo obvio?

—Idiotas —murmuró la chica.

Ricardo me dió una palmada y se acercó un poco más a Sofía.

—Ya sabes que este chico no sabe mentir. —Golpeé a Ricardo mientras reía, pero me reí como si el chiste hubiera sido gracioso, no lo era. Y ese fue mi error.

Mi risa se interrumpió en cuanto desvié la vista hacia Sofía. Sus ojos rojos y los labios en una línea recta. Se fue sin decir nada y cuando intenté detenerla, Armando me detuvo.

—¿A dónde vas? Deja que tome un poco de aire.

Debí haber ido tras ella y disculparme, de ese modo no me sentiría tan culpable.

Dos días después, durante el viaje que habíamos planeado todo el año, nos enteramos de que hubo un accidente en la carretera. Un camión había impactado con un auto, allí iban Sofía y su padre.

No podía creerlo. Tenía que comprobarlo por mí mismo. Busqué mi celular con manos temblorosas y encontré la noticia. Cuando ví su nombre lo dejé caer.

Decidimos volver.

Me sentía con el corazón destrozado; cómo si la chica se hubiera llevado una parte de mí con ella. Había decidido decirle lo que de verdad sentía cuando volviera. Planeé decirle que me había equivocado al hacerle entender que no sentía nada por ella, pero ya era tarde.

Aquella situación me enfurecía y en un ataque de rabia lancé todo lo que estaba sobre mi escritorio al suelo provocando un gran estruendo. No me importaba alertar a mis padres, no me importaba nada.

Mis padres aparecieron en la puerta asustados. Ellos no me dijeron nada, solo que los acompañara a la cocina. Mamá me preparó una taza de té.

—Cuéntanos qué pasó.

No sabía por donde empezar.

—¿Qué hacen cuando se dan cuenta de que algo ya no tiene arreglo? Si lastiman a alguien y no pueden remediarlo, ¿qué hacen para sentirse mejor? —dije sin apartar la mirada de la taza en mis manos.

—Eso es una pregunta muy específica. ¿Tiene algo que ver con las cartas? —preguntó mi madre.

Asentí. Les conté todo desde el principio. Comenzando con el proyecto de literatura, el tiempo que pasamos juntos y como nos fuimos haciendo amigos. Luego les conté lo que pasó en la fiesta y que ni siquiera me había disculpado con ella cuando me enteré dos días después que perdió la vida en un accidente.

—Lo que más me molesta es que no pude disculparme ni decirle lo que realmente siento. Y ahora ya es demasiado tarde.

Mis padres me escucharon en silencio y cuando terminé mi mamá tomó mi mano y la apretó.

Me sentía mejor gracias a que les había contado todo.

—Es normal sentirse culpable cuando pierdes a alguien que te importa —dijo mi padre.

—Parece que de verdad la querías —dijo mamá. Hice una mueca. Aquello era cierto y eso solo empeoraba el agujero que sentía en el corazón.

—La sigo queriendo.

Nos quedamos en silencio por un rato hasta que mi madre sugirió:

—Que tal si tú también le escribes una carta.

—¿Una carta?, ¿para qué? ¡Ella nunca la va a leer!

—Lo sé, pero esto te puede ayudar a tí. No tienes que hacerlo ahora, sino cuando estés listo. No pierdes nada.

—Tu madre tiene razón. Puede funcionar. Además, creo que sí deberías ir a su funeral.

Lo pensé por un momento. Tenían razón. No me sentiría mejor evitando lo que había sucedido. Sofía ya no podía saber lo que yo sentía, pero aquello me ayudaría a aclarar las cosas en mi cabeza.

Seguí la sugerencia de mis padres. Fui al funeral de Sofía e hice una carta para la chica de la que me había enamorado sin siquiera darme cuenta.

Una semana después, en un día de cielos despejados y brisa ligera, visité el cementerio.

Coloqué un ramo de flores sobre la tumba y junto a él, la carta.

Su última cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora