Prólogos

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Prólogos:

Desde que el Emperador decidió que debía ostentar el cargo y título de Guardia Dorado a la tierna edad de 10 años, Hunter tuvo que aprender como eran todas las diligencias que se manejaban bajo la regencia de Belos pero no de la misma manera que lo haría Kikimora o el Líder del Aquelarre de turno, sino de una manera más específica y durante ese proceso aprendió a leer entre las intrincadas líneas bajo las que se movía su enigmático tío.

Había pasado una semana desde que Steve, el segundo al mando de Lilith, regresó con noticias que el propio Emperador calificó de "inesperadas y abrumadoras" y cualquier cosa que abrumara al emperador debía ser tomada en consideración.

Las primeras horas después del regreso de Steve fue una completa locura intentando localizar a todos los líderes de los aquelarres y llevarlos al cuarto bajo la sala del trono mientras el Emperador hablaba con la Líder del Aquelarre de Oráculos, fue una reunión a puerta cerrada a la que no se le permitió entrar y para su sorpresa tampoco Kikimora y todo lo que se haya hablado no salió de allí.

Aún tenían que lidiar con el hecho de que el principal Aquelarre había quedado sin líder y no había ningún candidato viable para ocupar el puesto y aún a pesar del lamentable espectáculo que protagonizó Lilith Clawthorne junto a su hermana unos meses atrás en la Convención de Aquelarres, no había forma en que la gente se tomara a bien el reemplazo de una figura pública de ese calibre.

Y según las palabras del propio Belos: Lilith seguía siendo la Líder de su aquelarre hasta que se demuestre lo contrario. No sabía si de verdad tenía confianza en Lilith o era para mantener la moral alta entre los brujos del aquelarre que la mayoría estaban fascinados por su lideresa.

Hunter no tenía buenas migas con Lilith pero admitía su eficiencia y eficacia para desarrollar sus actividades y reconocía su gran habilidad con la magia pero ni su habilidad ni su inteligencia podría salvarla teniendo todas las probabilidades en contra.

¿Y qué probabilidades tenían ellos?

Caminando por los oscuros pasillos de los niveles inferiores del Conformatorio llega finalmente a unas grandes puertas de madera. El crujir de la madera y el rechinar de las bisagras rebotan en las viejas paredes de piedra, adentrándose en aquel salón oscuro en el que imperaba un frío sepulcral que llegaba hasta los tuétanos es vigilado por las duras y muertas miradas de aquellas estatuas de piedra encapuchadas y aladas, cubiertas por esos apéndices rojizos que el Emperador podía manipular llega hasta el fondo del lugar.

Unos calderos con llamas se encienden de manera súbita revelando la figura de su tío que yacía recostado sobre un trono que había mandado a poner ahí.

— ¿No deberías de estar en otro lado, Hunter? —. dice Belos mientras se pone de pie. Sin Lilith, era él quien tenía que encargarse del aquelarre principal.

— Ursena no sabía donde estabas, supuse que estarías aquí —, por alguna razón que aún no comprendía, al Emperador le gustaba ir a ese lugar con cierta frecuencia. No sabía si iba a pensar, meditar, planear o cualquier otra cosa.

— Ah, si. Iré de inmediato —. Hunter había ido a ver a la Líder del Aquelarre de Oráculos quien fue la primera en enterarse de esta situación por obvios motivos. Si bien el oráculo era de los aquelarres principales no tenía tanta fama como el de plantas o abominables, pero para Belos todos tenían alguna utilidad.

Todo debía tener su utilidad.

— Me preguntaba... si yo... pudiera estar ahí —. pregunta Hunter quien debajo de su máscara estaba su frente le sudaba.

— Definitivamente no —. Belos pasa a su lado, dirigiéndose a la salida. Sus pasos eran inaudibles.

— Por favor, tío, déjame ayudar. Sé que esto es importante y quisiera... —. El Emperador se voltea y el joven guarda silencio. Podía sentir su mirada através de la oscuridad de las cuencas de su máscara.

El bastión de los universos Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora