Yo confie en ti

Al principio todo parecía normal, que podría ir mal, absolutamente nada o eso pensé.

-Kurt llegaremos tarde, baja ya –dijo la voz de Blaine desde la planta inferior tenia una sorpresa para mi así que baje corriendo de dos en dos las escaleras.

-¿A dónde iremos? –pregunte iluso de mi pensando que iba a ser una agradable sorpresa, aunque al fin del dia si que fue una verdadera sorpresa.

-Sube al coche, te encantara –Blaine parecía tan emocionado y seguro que no dije nada mas simplemente subi al coche y me deje llevar por su conducción.

Un viaje en coche por las costas de California, sonaba bien, se sentía realmente bien, viendo como la brisa marina acariciaba mi cabello volviéndolo salvaje llevándolo por todas partes. Pero ese era uno de los encantos de vivir en California y en la playa específicamente.

Como las olas todo era libertad, podrías perderte en el azul todo esperando que todos tus sueños se cumplan, ya que California era tierra de sueños y esperanzas, miles de actores y cantantes venían a la Costa Oeste esperando ver sus nombres en los brillantes carteles publicitarios situados por todo el país.

-Kurt, vuelve a la tierra –dijo Blaine mientras desperté de ese sueño despierto y pude ver la sorpresa de Blaine.

Ver el atardecer juntos en la playa, era algo sencillo, quizás demasiado típico como en todas las películas, pero sin embargo tenia teniendo el mismo encanto como en cualquier película del cine.

Todo iba bien hasta que vi, algo que rompió toda la magia del momento, más bien alguien, Sebastián, el amigo de Blaine. Amigo y solamente amigo de Blaine dicho por el mismo.

Me debía de haber dado cuenta de las señales que el universo entero me mandaba, había de estar muy ciego para no verlo.

Incluso viendo como bebía agua en una botella, todo lo hacía tan sugerente, que incluso esa simple acción acababa siendo una especie de estriptis de carretera barato.

Finalmente pude descubrir la sorpresa del día, no era la estampa de película de la puesta de sol, era la manera como ambos se miraban, las miradas que decían más que cualquier palabra.

Di una excusa y me fui, en dirección a su coche, con un bote de pintura, y escribir sobre toda su carrocería nueva, ''CONFIABA EN TI´´.

Ahora solo me quedaba una opción, la venganza.