6.

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—'¿Hola?' —respondí el teléfono con pesadez sintiendo la cálida brisa de un día caluroso siendo presente.

—'¿Dónde éstas, Jin? —respondiste histérico, tu voz denotaba angustia, pánico, incertidumbre... recordándome vívidamente al joven que esperó por ti todas las noches— He vuelto a casa anoche y tú no estás, ¿está todo bien?'

—'Lo está —suspiré de nuevo sin tensión en mis hombros— ¿Cómo ha ido el viaje?'

—'Ha sido de lo más aburrido mi amor, todo el tiempo pensé en ti —mentiras, ahora era que podría ser capaz de ver con claridad— Pero, ¿Dónde estás? ¿Estás en casa de tus padres?'

—Mh-uhm —mentí sabiendo que no era bueno con las mentiras pero escuchándote hablar me había hecho un experto.

—Está bien, solo déjame tomar una ducha y paso por...

—No es necesario Yoongi, llegaré a casa en un rato más —me encogí de hombros mirando las tersas sabanas que me cubrían— Sabes que no podemos.

—Es... es verdad —respondiste lúgubre sabiendo de ante mano que habría hecho todo porque conocieras a mis padres.

—Te veo en un rato, adiós.

—Adiós Jin, te amo —sonreí por tus palabras tan elaboradas y me pregunte cuanto tiempo fue que me estuviste mintiendo.

—Nos vemos.

La llamada se sintió asfixiante en todo sentido. Los matices del engaño se enfatizaban al momento en que los silencios se presentaban entre nosotros pero no había sido capaz de verlos porque estaba enamorado de ti.

Lo estaba.

Pero ahora...

—Mmm... ¿con quién hablabas, Jin? —los brazos fuertes de la persona junto a mí en la cama me apegaron junto a él con más recelo mientras la sonrisa en mi rostro se intensificaba.

—Con Yoongi. Está desesperado porque no encontró a su lazarillo esperando fielmente a sus pies —reí con sarcasmo sintiendo las caricias ajenas— Pues se llevará una sorpresa cuando nos reunamos.

—No quisiera ser él en estos momentos, pero se lo ha buscado —el hombre beso la tierna piel expuesta del hombro de su compañero— ¿Piensas decirle todo?

—Dejaré que él solo lo haga —se dio la vuelta encontrando al castaño viéndole de aquella manera que su 'novio' le llamaba "desvistiéndote". Sólo que ya lo había hecho— Ya sabes, con las palabras mágicas.

—¿Park Jimin? —ambos sonrieron para luego besarse y llevarlos a ambos al mundo del placer por tercera ocasión.

Nunca se puede cometer el mismo error dos veces. Porque la segunda vez ya no es un error, es una decisión. Y yo había decidido no envenenar mi alma más de un amor que no me daba todo de sí.















NOTA #6:
"Disfruté engañarte con clase y estilo en el mejor hotel relajado y tranquilo. Disfruté amanecer enredado en sus piernas, y lo confieso me encantan los hombres jóvenes."

Don't disturb.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora