Capítulo 1

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Los personajes que aparezcan en esta historia no son de mi propiedad, créditos a sus respectivos creadores.

“Recuerdos”

Mi salvación.

Sus luceros carmesí resplandecían en aquella fría y oscura noche que le acompañaba en sus penas, junto a ella su inusual cabellera roja en siete puntas era mecida por la brisa del viento mientras reposaba en un pastizal en lo más alto de una colina.

La oscura noche fue opacada cuando aquel fenómeno meteorológico normalmente conocido como nubes se expandió por todo el cielo impidiendo que el hombre de rojiza cabellera pudiera seguir apreciando las estrellas más cercanas a simple vista.

Faltaban palabras para describir lo que en aquellos instantes estaba sintiendo, soledad, rabia y tristeza, ella fue la primera mujer del que se enamoro con el transcurrir de los días, mismos días que se transformaron en meses y esos meses en años, años donde logro consolidar una bella familia con dos hijos.

No logro apreciar en carne propia aquella transformación que conlleva cada ser en el basto universo y a su memoria llego aquel vago recuerdo de cuando ambos convivieron, padre e hijo en un agradable día de picnic que se suscito ya hace más de 9 años.

Suspiro pesadamente porque de esos nueve años transcurridos solamente logro pasar dos con su primer hijo, aquí no hay culpables porque aquellos enemigos que amenazaron el lugar donde creció no dejaban de llegar, tal vez en aquella ocasión fue su hijo el que haya sido el culpable del sacrificio que realizó pero él no lo veía de tal forma.

Ahora su hijo ya se había convertido en un hombre, de un momento para otro paso esto y en el instante que logro razonar más allá de lo que su corto conocimiento fuera de las batallas le ofrecía, el arrepentimiento le invadió, pero no fue por su propia cuenta que logro esto, un trágico suceso cambio completamente la forma en que el siempre observaba a su entorno, incluyendo a las personas que le rodeaban.

- ¡Perdóname Milk!, - con esas simples palabras despegó en vuelo solo para volver a su nuevo hogar.

Observaba como los bellos rayos lunares alumbraba y acompañaba el tan bello panorama que le ofrecía el horizonte donde la cristalina agua parecía infinita, pronto su rubia cabellera salió a relucir acompañados de aquellos orbes cerúleos que se posaban solamente a un lugar.

Kamehause es el nombre del lugar que ya hace más de 8 años se había convertido en su hogar, mismo hogar que compartía con aquel hombre calvo que se había ganado su confianza y quién se habría convertido en su mejor amigo.

Desde hace mucho tiempo conoció los sentimientos que aquel chico sentía por ella, sentimientos que no correspondió por la simple razón de no sentir lo mismo y no verle de la misma manera que él le miraba.

Recordar aquello le incomodaba de gran forma y había ocasiones en las que se llegaba a sentir de la misma manera cuando ese chico trataba de conquistarle aún sabiendo que su respuesta sería siempre la misma y no cambiaría de parecer porque no estaba interesada en ningún hombre, nunca lo ha estado y nunca lo estará, eso ha sido su pensamiento desde siempre.

- Linda 18, ¿no piensas entrar a la casa?, podrías enfermarte, - la anciana voz salió de su garganta y la cara que ella tanto odiaba se marcó en aquel anciano.

- ¡No me estés molestando viejo!, - fue la seca respuesta que ella le ofreció al responsable de haberle dirigido la palabra.

Padecía de una extraña enfermedad, problema que con el pasar del tiempo se iba haciendo mucho más grande a tal punto de que en ocasiones dejara escapar el líquido cristalino que se ocultaba dentro de sus cuencas.

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