•CORRIGIENDO•
Kamari Leewon, es comprometida a ciegas con el hijo de un socio repentino que ha llegado a salvar a su familia de la bancarrota. Solo había un problema, ella tenía novio; la magia de conectar siendo un amor malaventurado y lento.
El s...
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Primera vista.
El amor que tenía en mente día y noche, el cual lo tenía como prioridad, el lugar seguro. La persona con la que las madrugadas se volvió emocionante desde nos conocimos.
— ¡Frena! —escuche muy cerca de mi, gire rápido.
Una motocicleta patino por la calle, hasta humo raspó en el pavimento. Mi defensa fue arroparme con mis manos, cerrar los ojos y esperar el golpe; posiblemente caería a metros de aquí.
— ¡Fíjate por los dos lados! —me gritaron.
El corazón me explotó del miedo y temerosa abrí los ojos. El que manejaba estaba molesto.
—¿Estas bien? —pregunto. Venía con un acompañante detrás de el, el rayo del sol no me permitió verlo en cuando su cabeza tapó logré mirarlo.
— ¡Te están hablando! —volvio a gritarme, por fin pude ver quién era. Tenía el cabello color cobrizo, rizos pequeños sumamente esponjado.
El sol se tapó con su sombra conociendo al acompañante. Al verlo mi corazón se esponjo y un escalofríos recorrió mi estómago. Su tímido color azul cielo acaparó un brillo sin igual, era angelical y cautivador.
⚭ Presente.
Narrador.
Era un amor de adolescentes. Desde hace dos años la llevabamos a cabo a escondidas de mis padres, ya que por la posición económica no les gustaban que sus hijas salieran con personas que no fueran de la misma categoría, solo May sabía de la relación y cubria algunas cosas cuando salíamos de paseo.
La relación era lo más versátil y verdadero, un amor tan fiel en cada ámbito, incondicional en todo momento.
Venir con el el moto era una aventura, sueles aferraste a el lo más fuerte ya que aceleraba y hacía acrobacias lentas sin tanta exhumerancia ya que no quería ponerte en riesgo.
Al llegar al lugar, ayudo a bajar de la moto y quitándose el casco dejando ver su cabello esponjado; entramos a la casa despacio pues era algo vieja un mal paso y la madera se rompería.
El ático era rescatable, había cojines de sillones como sala, el tenía todo listo, unas velas alumbraban el cuarto dando calor por la fría madrugada y dos tasas de café caliente esperaban a ser tomadas, mientras dos platos de ramen también nos hacían compañía.
Mientras comían platicaban de los días que no se habían visto, empezando por el primero. Souta había buscado trabajo en un restaurante de comida como ayudante de cocina junto con su hermano Nahoya apodado Smiley.
El tiempo que no pudo venir estaba en la cocina cocinando y ganando el dinero suficiente, saco de su bolsillo el dinero guardado y lo contó, solo unos cuantos yenes más y lo lograría cambiarlos en dólares para abrir una cuenta de banco y ahorra lo suficiente.
