𓍯1

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La noche lóbrega está llena de arcanos silenciosos. Sin embargo, eso no impide que haya actividad nocturna relacionando así los tráficos llenos como si fuesen a desalojar la Capital de Bangkok, los edificios cuyas ventanas multicoloridas nunca parecen morir como la mismosisíma Torre Eiffel. O las parejas que pasean como si fuesen los únicos en las ceras de parques milagrosamente abandonados. Las personas son como las estrellas; no se pueden apagar ni detener por más que quieran pues es su labor hacer que su vida funcione.

Baifern Eugene es solo una más de ese grupo de estrellas. Esta mujer independiente anda trotando por la milagrosamente vacía carretera de un parque rodeado de árboles. Porta una sudadera gris de capucha, unos pantalones deportivos azúl oscuro bien ajustados a su mortalmente preciosa figura. Es delgada ella con una separación amplia de piernas, incluso las tenis se ven de tamaño infantil, su coleta de caballo rebota con ella.

Solo imagínense: una asiática de medidas alargadas al estilo americano en su rostro, cejas delgadas, nariz perfilada como si fuese tallada por un profesional maestro de cerámica, labios pequeños pomposos y ojos ligeramente redondos.

La poca respiración que tiene la exhala durante las trotadas. Lleva media hora ejercitando su figura. Media hora quemando sus calorías.

Por alguna razón siente que alguien también la está siguiendo. Escucha unos pasos iguales de rápidos. Frunciendo el ceño ligeramente mira sobre su hombro. Hay alguien trotando detrás de ella pero se ve oscuro a la distancia. Se nota que es un hombre por la altura y silueta de músculos.

Con la misma sospecha por la protección de su vida voltea hacia enfrente con el ceño aún más arrugado. Se preocupa. Mucho. Todas las mujeres por más independiente que sean saben que andar sola de noche es un peligro. ¿Por qué lo siguen haciendo te preguntas?, pues algunas cosas sí deben tener igualdad.

Los pasos se escuchan más cerca. Más, más y más.

Rotan las pequeñas roquitas de la carretera bajo las suelas de él.

Ella mueve sus ojitos de cornisa a cornisa.

Siguen trotando hasta que él la alcanza por mucho y llega a su lado, -¡Hola, tontaFern!- Grita su enemigo e rival de todos los tiempos, el Director pornográfico Mew Regiller, un asiático de nariz perfilada como un americano, brazos trabajados y no necesariamente con practicas de boxeo por más que las venas en sus manos den a denotar, todo su cuerpo comienza como una roca tosca hasta que las piernas lucen un tanto delgadas pero acorde con su atrevido cuerpo. Esos ojos pequeños eran el gancho de muchas mujeres y esa sonrisa: la perdición de todas. Con solo mencionar su nombre todas y todos caían rendidos a Mew Regiller.

Este se muestra en una camisa azul de tiras con deportivos azulejos al igual sus calzados. Los flecos de su sedoso cabello negro rebotando con las trotadas. Ugh, simplemente era tan...

Tan... Perfecto.

- ¡Ugh! ¿Qué haces aquí? - Ella gruñe, nótese el disgusto en toda su boquita arrugada.

-Quería acompañarte, TontaFern.

-Ay qué amable. Pero no te lo pedí.

-Jo, jo, ¿Andas agresiva porque sabes qué te ganaré en los premios de este año?

-No me has ganado. Ni una sola vez, maldito Regiller.

-Esta vez será diferente, srta. Eugene.

- ¿Y por qué razón? - Pregunta la chica con una bonita voz sarcástica dirigiendo su rostro a él sin que ambos dejen de trotar al unísono. ¿Qué se puede decir? Sus cuerpos jóvenes pueden ejercitarse así de mucho. Increíble, sensacional, cuánta energía joven.

𝐁𝐞𝐬𝐨𝐬 𝘥𝘦 𝐀𝐝𝐮𝐥𝐭𝐨𝐬• MewGulf (+Más ships)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora