02

380 34 0
                                    

Cuando lograron ver si objetivo, el sol empezaba a ocultarse.

La princesa andromeda era un crucero descomunal. Destellaba en el horizonte con sus lucesitas blancas. De lejos podría confundirse con un crucero común y no con el cuartel del señor de los titanes.

A Percy se le encogió el estómago al verlo. Habia estado a punto de morir dos veces a bordo del princesa andromeda, que tenía rumbo a nueva york.

—¿Recuerdas lo que has de hacer?—pregunto el hijo de hefesto por encima del fragor del viento.

Percy asintió. Habian estado practicando en los astilleros de nueva jersey, usando barcos abandonados como blanco. Percy estaba consciente del poco tiempo que tendrían, pero también de que aquélla era la ocasión ideal para acabar con la invasión de cronos incluso antes de que empezara.

—Dejanos en la cubierta inferior de la popa, blackjack—pidio Percy.

«Entendido jefe»—respondio él—«jo, no soportó ver ese barco»

Blackjack habia estado apresado en el barco, hasta que Percy y sus amigos lo liberarán. Percy estaba seguro que habría preferido dejarse trenzar las crines como mi pequeño poni—un muñeco rosa—a volver al barco.

—No nos esperes—añadio percy.

«Pero jefe...»

—Confia en mí, escaparemos por nuestros propios medios.

Blackjack plego las alas y se lanzó en picada la barco. El viento silbaba en los oídos de los semidioses. Habia monstruos patrullando por las cubiertas superiores: dracaenae, que son mujeres reptil, perros del infierno, gigantes, demonios-foca de aspecto humanoide, conocidos como telekhines... El punto era que habia una gran variedad de criaturas, pero ellos volaban a velocidades supersónicas que nadie se dio cuenta que ellos estaban allí. Blackjack los acerco a la cubiertas bajas y los dejó suavemente. Percy se tambaleo un poco mareado.

«Buena suerte, jefe—dijo blackjack—«No deje que lo hagan picadillo»

Y dicho eso el pegaso tomó vuelo. Percy tomó su boligrafo y le quito la tapa haciendo que el contracorrientes se desplegará: casi un metro de mortífero bronce celestial refulgiendo en la oscuridad.

Beckendorf saco un pedazo de papel de su bolsillo. Percy pensó que era un mapa, pero era una fotografía. El hijo de Poseidón la observó desde la penumbra: era la cara sonriente de silena beauregard. Hija de Afrodita y consejera principal de su cabaña. Habían empezado a salir el verano pasado, aunque les costó lo suyo porque todo los demás llevábamos años diciéndole:«Pero ¡si se nota a leguas que están colados el uno por el otro!»

Percy recuerda a denial decir «el día que ellos dos sean novios, te juro que haré la fiesta más grande que haya existido» y el terminaría soltando una risa por las ocurrencias de denial.

Percy no pudo evitar notar que el hijo de herrero lucía feliz, aún estando en una misión tan peligrosa.

—Conseguiremos volver al campamento, seguro—prometio percy.

Por un segundo percy juro ver una sombra de preocupación en su rostro. Luego adoptó su habitual sonrisa confiada.

—Pues claro—respondio—Anda, vamos a partir a cronos otra vez en un millón de pedazos.

•••••

Lo primero que hicieron al cruzar la puerta fue caminar por el estrecho pasillo que conducía a la escalerilla de servicio, tal como habían ensayado.

PARADISE ¹, percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora