EPÍLOGO

8 1 0
                                    

Vivimos en un mundo lleno de dulces mentiras que matan como si fueran el veneno más letal que existe o mejor conocido como el ser humano, quien es creador de todo aquello que daña, principal dañino de la vida misma.

No sabemos nuestro origen al 100% ni cómo será nuestro final, pero sí sabemos una cosa, que estaremos solos y que por más que intentemos escapar la muerte va un paso por delante nuestro, nos va preparando, con muertes en las noticias, de alguien que vive en tu pueblo o ciudad, de alguien cercano a ti y finalmente, es tu turno.

Tal vez por eso buscamos estar con alguien, porque sabemos que moriremos solos, y necesitamos sentirnos queridos o acompañados hasta ese suceso, necesitamos saber que alguien llorara por nosotros cuando no estemos aquí o simplemente necesitamos un mínimo de atención y sentirnos amados por alguien, ese alguien que te hace sentir especial, ese alguien que daría todo por ti y que haría de todo por ti, pero a veces, no sabemos que lo necesitamos hasta que lo tenemos por un rato efímero y nos deja deseando más.

Sabemos que eso es un "quiodio" en toda regla que lo quieres y lo odias, que te atrae, pero te repugna es como una noche de tormenta, bonita y escandalosa, con un toque oscuro y bello, con un esplendor único, sin embargo va deshaciéndose de muchas cosas de su alrededor. Ya sean cosas importantes o insignificantes, pero al final solo es ella, la tormenta, esos éramos él y yo, Marco y Sophie, una bella tormenta a la cual tiene un gusto agridulce, que arrasa con todo lo que se le interponga, aunque al final, terminará desapareciendo, no obstante, dejando rastros detrás suyo.

Porque eso es lo que hace una tormenta, mas si es de noche, hace una combinación perfecta. Hace una Noche de Tormenta.

Noche de TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora