– ¡Hira!, ¡Ven a comer! – Gritó con fuerza Hidan, la peliplata había salido de su cuarto con rapidez en dirección a la cocina, en dónde su padre le estaría esperando con su desayuno.
– Buenos días, papi. – Saludó la albina dándole un fuerte abrazo al mayor, Hidan como le pudo le correspondió a la menor. La cuál ya no era tan pequeña, porque ya tenía dieciocho años; el peliplata estaba orgulloso de lo que es su hija hoy, se había ganado una beca para estudiar en la mejor universidad de Konoha y era la mejor estudiante de su clase. Kakuzu y él habían hecho un buen trabajo en la crianza de Hira. – ¿Qué hiciste para comer? – Preguntó curiosa, para después sentarse en una de las sillas del comedor.
– Hice tamagoyakis y té de canela. – Le respondió el peliplata a la menor, para luego dejar su desayuno en su lugar. Con lo que respecta a él, renunció a su trabajo en el supermercado desde hace muchos años, ahora estaba cien por ciento dedicado a su hogar, a su hija y a su esposo.
Tenía su mente en otro lugar, hasta que de repente sintió como la puerta de una de las habitaciones era abierta, el peliplata rápidamente se alertó y recibió con una sonrisa sincera al moreno, el cual se veía demasiado galán con su informe del trabajo.
– Buenos días, Kakuzu-Chan. Hoy prepare tu desayuno favorito. – Dijo con ternura en albino, para después abrazar con cariño a su esposo. Este correspondió casi al instante aferrándose a su cintura y dándole varios besos en todo su rostro. El peliplata ante este contacto empezó a reír, producto de las cosquillas que le hacían los labios del mayor.
– ¿Ya te dije que eres el mejor hombre del mundo...? – Con lo que respecta a Kakuzu, este aún no ha dejado su puesto en el banco, al contrario, fue ascendido a jefe contable.
– Te lo mereces, debiste quedar cansado por lo de anoche... – Y pese a que haya pasado demasiado tiempo en su relación, estos aún seguían conservando exactamente la misma magia y pasión desde que se conocieron. El moreno atrevido había pasado una de sus manos por el trasero del peliplata, apretando uno de sus glúteos con una fuerza increíble. – Ve siéntate, te lo voy a dejar en la mesa. – El mayor sin reparos había obedecido, sentándose en frente de la menor que ya hacía incómoda por la escena que protagonizaron sus papás hace poco.
– ¿Sabes Hira...?, Hidan y yo hemos estado pensado en darte una sorpresa. – Luego de un largo minuto de silencio, habló Kakuzu de repente, La peliplata había levantado la vista en dirección al moreno, y posteriormente a su padre el cual había dejado el desayuno de ambos en la mesa y se había posicionado detrás de él.
– Verás... Cómo ya iniciaste tu universidad y necesitas como transportarte, hemos pensado en regalarte mi carro. Ya sabes, el viejito que está en el garage. – La pareja solo pudo sentir como la muchacha empezaba a atragantarse con su propia comida, definitivamente esa noticia le había tomado de sorpresa.
Pequeñas lágrimas habían empezado a brotar por sus ojos violetas, Hira estaba sumamente emocionada, jamás espero que ninguno de sus papás le dijera eso. A toda velocidad la peliplata se había levantado de su puesto, dejó su desayuno en pausa y se dispuso a abrazar con fuerza al albino y al moreno.
– Gracias... – Hidan y Kakuzu habían correspondido en abrazo grupal, minutos después se habían separado y volvieron a sus lugares habituales, comiendo su desayuno en familia.
En los planes de Kakuzu, nunca estuvo el tener algo tan básico como lo era una familia. Pero ahora que estaba con ellos, no se arrepentía en lo más mínimo de cada una de sus decisiones; sentía como las mariposas de su estómago se revolvían con vida, y si, todo fue culpa de Hidan, y el solo hecho de conocerlo en esa cita a ciegas.
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A CIEGAS | Kakuhidan
FanfictionKakuzu está apunto de llegar a sus cuarenta y aún sigue soltero, sin intenciones de conseguir ningún tipo de compañía. Pero una buena noche de lluvias, conoce a cierto peliplata en una cita a ciegas planeada por uno de los amigos del moreno; lo que...