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Bang Chan 26 años1

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Bang Chan
26 años
1.77 cm
Peliplateado

Lee Felix22 años1

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Lee Felix
22 años
1.68 cm
Castaño

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El peliplateado bajo del avión privado con pasos acelerados, el viento frío de Corea lo recibía, suspiro sintiendose en casa y no, no por estar en ese país,  si no porque ahí se encontraba el amor de su vida esperando su llegada.

Había viajado desde China en un vuelo muy largo pero eso no le importaba en absoluto. Ahora mismo solo podia pensar en llegar su a hogar, hogar que por supuesto compartía con su adorado esposo. La razón de su existir.

Tan solo un milagro había pedido Bang en su vida llena de muerte y traición, solo pidió una razón para seguir adelante, penso que tal vez la vida le pondria una prueba de superación o algo parecido, pero para su fortuna le dieron la gran bendición de conocer al pequeño castaño y ser parte de su corazón puro, no podía negar tal privilegio.

Pero ahora, ahora solo se sentia pecador por amarlo tanto que no debía ser natural, donde no queria tan siquiera tocarlo por temor a dañarlo.

Adoraba a su esposo, su corazón solo seguía bombeando con la esperanza de que a cada anochecer, cuando la luz se escondia y el unico sonido que llegaba a sus oidos era los latidos de su amado, esos cálidos labios lo besaran con una dulcura tan pura que ni siquiera debería existir.

Bang adora a su esposo, y jamás se cansaria de hacerlo.

En tan solo pensar en Felix tenía una esperanza, de superarse y ser mejor persona cada dia para asi estar a su altura.

Aunque tampoco le molestaría estar a sus pies.

Nadie más como su pequeño se puede comparar, un prestigioso chico que tan solo con levantar la mirada al cielo todo se convierte en el milagro de la existencia, que tan solo con respirar hace magia a su alrededor, que si sonreía podía detener guerras.

Un demonio no se debe enamorar de un ángel.

Pero ahí estaba él, entregandole su vida sin rechinar, sin parpadear, sin contradicciones.

Amar no es pecar.

Y aunque sus manos estuvieran manchadas de sangre poco le importaba la opinión de los demás, mientras su amado lo miraba con amor él podria enfrentarse a Dios mismo.

Amar a Felix.

Amar el movimiento que hacen sus pestañas al parpadear. Adorar sus pasos al acercarse con timidez a pesar de llevar 2 años unidos ante Dios y 4 de conocerse gracias al destino. Apreciar su cabello al despertar, el cuál siempre amanecia con ese aroma a fresas y vainilla. Idolatrar el color de su piel y lo suave que se sentía en sus manos. Reverenciar cada palabra que salía de sus labios y escuchar con atención cada una de sus oraciones, que por corta que fueran nunca serian irrelevantes. Venerar cada suspiro que salía del pequeño chico, porque cada aliento era una razón para sonreír, porque mientras Felix respirara Bang siempre tendria razones para hacerlo feliz.

Bajo del choche apenas cruzo el portón de su hogar e inmediatamente ordeno a sus empleados sacar las docenas de bolsas llenas de cosas nuevas para su esposo, que aunque sabía que el pequeño no le pedia nada él siempre se encargaba de darle lo mejor del mundo.

Sin pensarlo dos veces abrio la puerta de su gran casa, esperando encontrarse con su ángel, al cuál afortunadamente vio sin problemas, y por primera vez en 4 noches sonrió.
Lo había extrañado con cada parte de su cuerpo.

El pequeño le devolvio la sonrisa y corrio hacía él, envolviendo sus piernitas palidas con la cintura del alto.

-Ya estoy en casa mi sol- susurro en el oido de su amado con suavidad, sus manos que hace unas pocas horas portaban armas y rompian huesos, en esos momentos solo se dedicaban a tocar con anhelo y delicadeza el cabello castaño con olor a vainilla. Aspiró su olor y sonrio porque por fin tenía junto a él a su pequeño, él cual estaba más sano que nunca y sin un rasguño en su piel de porcelana.

-Te extrañe mucho Channie- el pequeño sollozando en el hombro contrario retenía sus impulso de llorar desconsoladamente, no importaba si su esposo solo se habia ido unos días, para el había sido una eternidad.

Tomando en cuenta de que cuando Bang se iba a tratar asuntos del negocio, no podian hacer llamadas ni mensajearse, para asi evitar poner en riesgo la seguridad del castañito.

-Y yo a ti, como no tienes una idea- con su mini esposo en brazos se sento en el amplio sofa. Acaricio sus mejillas rosadas y miro sus ojos hermosos.- Te traje algunos regalos, precioso.- Dijo queriendo que las lagrimas se detuvieran pero en su lugar solamente obtuvo un pequeño puchero.

-No me importan los regalos, solo me importa que ya no te vayas nunca más de mi lado.- de nuevo se aferro a su cuerpo, haciendo un contraste entre el pequeño y débil cuerpo de castaño y el grande y fuerte del peliplateado.

Quiza Felix era más pequeño que él, pero sin dudas tenia más control y autoridad en esa relación, Bang podia destruir personas con sus brazos, pero Felix con un simple dedo lograba hacer desaparecer pueblos enteros sin si quiera manchar sus preciosas manos.

Solo tenía que pedirselo a su siempre dispuesto esposo y él se encargaría de cumplir cada una de sus ordenes sin siquiera vacilar.

-¿Es lo que realmente deseas?.- pregunto, levantando con cariño la pequeña carita obteniendo como era pensando un sin fin de asentimientos, sonrió, porque no le negaria nada a ese manojo de pucheros.- Te prometo que no me volvere a ir, y si me voy te llevare conmigo, estas de acuerdo bebé?.

-¿Pero no es peligroso si voy contigo? No quiero que te intenten hacer daño por mi culpa.- ahora más que tristeza en los ojitos cafes irradiaba la preocupación.

Felix sabía que constantemente intentaban hacerle daño a su esposo, y sus enemigos sabían que la forma mas fácil de lastimarlo era meterse con él. Aunque para fortuna de la pareja de enamorados eso nunca habia ocurrido.
Bang gastaba millones en seguridad para su esposo y no daba pasos atras cuando de cuidar a su pequeño se trataba.

-Jamás dejaría que nos hicieran algo, sabes que mataría a cualquera que tan solo pensara en lastimarte, verdad?.

-Lo sé.- puchereo, no le gustaba que su esposo hiciera esas cosas, pero sabía que Bang era bueno y las personas que perdían la vida a manos de él era porque lo merecían.

-Ahora ven, que durante estas 4 noches no he podido dormir por estar imagiando tu hermoso rostro.- los cachetes del castaño enrojecieron, pero sin dudarlo se dejo cargar hasta la cama matrimonial que compartian.

Por fin pudo besar a su pequeño esposo como era debidos, proyectando en cada caricia el inmenso amor que sentía por el, demostrando en cada palabra cariñosa que no había nada que deseara más que compartir el resto de su vida a su lado.

Y Felix se dejo amar y así mismo tambien demostrar cuanto adoraba a su esposo, porque amar a Bang se sentía como estar en el cielo, y Channie siempre le decía que el era un ángel y que el cielo era su hogar.
Asi que amar a Bang era su hogar.





Fin.


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Je muy cortito pero espero les haya gustado ♡

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