𝗛𝗮𝗻𝗮𝗵𝗮𝗸𝗶 𝗗𝗲𝘀𝗲𝗮𝘀𝗲

𝐄𝐩í𝐥𝐨𝐠𝐨

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Habían pasado años desde aquel día, ahora la cicatriz que adornaba su pecho no era más que un doloso recuerdo de la enfermedad que había padecido cuando era joven además tampoco es como si lo hubiera tenido fácil después de ello, tuvo que tomar mucha terapia para volver a tener la misma fuerza que antes en sus pulmones y continuar como si nada.

Dolió también el separarse de sus amigos para regresar a Australia y refugiarse en los cuidados de su madre que no ayudaría más que a sanar su corazón. Pues sí, la infección pudo ser retirada de su cuerpo no implicaba la remoción de los sentimientos por aquel chico de hebras largas que tanto lo había marcado.

Fueron tiempos difíciles y dolosos, pero lo había conseguido, era libre de todo ello o eso creía.

—¡Oye no corras! —se quejó.

Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta mientras hundía su rostro en el cuello calentito del abrigo. Regresar a Seúl en invierno no había sido una buena idea.

—¡Seung Ri! —gritó haciendo que la menor frunza el ceño—. Te puedes caer ¿sí?

La niña rodó los ojos mientras ralentizaba su paso hacía el área del juego, sentía la mirada del mayor sobre ella lo que evitaba que volviera a correr, pero una vez ya en el lugar que anhelaba llegar se dejó ser.

—Maldito frío —barboteó mientras tomaba asiento—. ¿No pude venir en verano?

Sintió el asiento a su lado ser ocupado, pero no se inmuto.

—¿Es tuya?

Una presión ejerció fuerza en su pecho al reconocer la voz, no había cambiado tanto en todo este tiempo. Negó.

—Es hija de Seungmin y Ae Ri, solo estoy cuidándola mientras le hacen un hermano seguramente —bufó.

Hyunjin rio mientras él se aferraba a esconderse en su abrigo para no morir de frío.

—No has cambiado mucho en estos once años...—el de pecas lo miró—. Te reconocí fácilmente por ello —sonrío.

Asintió suave.

—No has cambiado mucho tampoco —murmuró—. Supongo que también te hubiera reconocido.

El silencio se instauró entre ellos, Félix se aseguraba que la pequeña de seis años siguiera en pie para intentar distraer su mente de la presencia ajena a su lado.

—¿Qué ha sido de ti? —murmuró.

Escuchó a Hyunjin suspirar mientras jugaba con una de las pequeñas piedras del lugar.

—He estado mejor —sonrío.

—¿Jeongin y tú...?

—Oh, no...—negó rápido—. Él se fue de aquí dos años después de que tú lo hayas hecho.

—¿Tú...?

—No —afirmó—. Estuve bien, nunca sucedió nada al igual que con la enfermedad de Jeongin —susurró—. Él logró mantenerse en pie a pesar de tenerla, increíble ¿no?

El menor asintió leve.

—¿Y tú?

Hyunjin miró el perfil del menor, este mordía su labio ligeramente y el mayor lo atribuía a la ansiedad que su presencia de seguro le causaba en esos momentos; notó un pequeño atisbo de una sonrisa formarse en los labios ajenos mientras llevaba su mano al pecho dónde suponía que estaría la cicatriz que la cirugía le dejó. Sí, Hyunjin se enteró de ello.