s e m a n a t r e s
Estaba asombrado desde el primer momento en el que empezó la junta que siento que inclusive se me olvidó como respirar o como moverme. La naturalidad con la que Rebecca hablaba con Alejandra sin miedo era lo principal que había llamado mí atención en cuanto empezó que nadie más hablaba mientras ambas intercambiaban ideas pidiendo la opinión de los demás de vez en cuando, esa seguridad que mostraba era la que más me sorprendía. Todos le tenían tanto miedo a Alejandra que nadie decía lo que pensaba si sabía que iba a molestarle y reclamaría de que fuera una idea estúpida hasta que empecé a decir que no. A Rebecca no parecía importarle, ni siquiera parecía pensar en qué podía no gustarle, si no que pensaba en lo mejor para el libro y para mí, recordé una de nuestras pláticas hace un tiempo.
"Al carajo lo que los demás piensen, si crees que tu idea es buena, dila con seguridad y si ellos no lo creen, tienes dos opciones, o la tomas como una opinión recreativa o los mandas al carajo. Yo iría por la segunda a decir verdad"
La seguridad con la que Rebecca intenta de convencer a Alejandra de que su idea era más fresca y original sin ser grosera hacía que el ambiente se sintiera relajado mientras la observábamos detenidamente en busca de alguna reacción o de que fuera a explotar. Ambas hablaban mientras señalaban algunas cosas que había en la pantalla que nadie más habló observando su expresión corporal para saber si iba a comenzar a regañar a alguien o a frustrarse (no es como si lo hiciera con frecuencia). Nadie más dijo nada mientras ellas se ponían de acuerdo pareciendo que eran las únicas en la habitación y yo no pude dejar de ver a Rebecca quien usaba una camisa blanca y larga como vestido y unas botas negras altas sonriendo. Siempre había escuchado que una mujer segura imponía respeto, pero nadie me advirtió que cambiaban completamente la forma de verla de preciosa a hermosa.
—¿Tú qué opinas Dominic?
Los ojos de todos no tardaron en estar sobre mí cuando soltaron mí nombre y yo no había escuchado nada de lo que habían dicho, creo que me había perdido desde que empezó la presentación que ser captado viéndola me puso nervioso, pero se supone que es normal, es mi novia. Todos me habían atrapado viendo a Rebecca quien esperaba ansiosa mí respuesta con una gran sonrisa en el rostro y moviendo sus dedos intentando de calmarse a sí misma, su rostro no mostraba lo preocupado, pero sus manos temblaban. Me enderecé en la silla mientras me aclaraba la garganta y veía al papel que tenía enfrente de mí llena de garabatos y unas caritas felices cada vez que Alejandra sonreía también para contarlas después porque creo que es la primera vez que la he visto sonreír tanto sin ser hipócrita con los clientes o socios, inclusive con otros escritores. Conmigo, yo ya me había acostumbrado que hiciera todo menos sonreír.
—Es decir, está bien, si ustedes están de acuerdo yo también. Yo ya había visto un poco de esta idea con ella, así que tiene mi voto a favor.
Rebecca y Alejandra se voltearon a ver entre ellas y asintieron. Como si ya hablaran su propio idioma. Alejandra lentamente sonrió de lado sin mostrar los dientes, pero sus ojos me mostraban conformidad.
—He de decir que nunca nadie me había convencido tan rápido de hacer algo hasta ahora y es algo complicado de hacer, todos los presentes aquí lo saben. Tu percepción es increíble y no puedo esperar a trabajar contigo en cuanto regreses. Espero que tengas un buen viaje.
Alejandra le extendió la mano a Rebecca quien sonrió y la estrechó susurrándole algo. Todos en la habitación nos volteamos a ver entre nosotros igual de sorprendidos por lo que estaba pasando que nos encogimos en nuestros asientos para que luego todos se levantaran poco a poco para dejar la habitación susurrando un pequeño "felicidades".
Alejandra era de las mujeres más difíciles de convencer de cualquier cosa, inclusive de cambiar de orden de comida o bebida, y eso que he vivido con mi madre quien se ha ablandado al pasar los años, sigo pensando que mis sobrinos tienen algo que ver, pero nunca lo van a admitir. A mí me costó convencerla de cambiar el final de un libro porque yo sentía que faltaba algo más a meses de publicarlo, son cosas que pasan, solo que no me había pasado a mí antes de querer cambiar algo de la noche a la mañana. No me habló durante una semana mientras lo pensaba o quizá me iba a "mentar la madre" como decía mi abuela por cambiar todo de repente y tener que llevarlo al editor. Aunque ella no lo admita, le gustó más ese final que el principal.

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Déjame cuidarte. EDITADA
Storie d'amoreLa vida nunca es justa. Está llena de subidas y bajadas que normalmente son las que te forman como persona, pero nadie cuenta que el proceso puede ser doloroso. Rebecca y Dominic lo saben tan bien que además de aprender a sobrellevarlo también han c...