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Bruno miraba atentamente a su sobrino mientras almorzaban con toda la familia presente. Incluso si parecía mirar distraídamente su comida seguía con la atención puesta en el menor.

Sabía exactamente lo que estaba ocurriendo ya que muchas veces atrás a él le había ocurrido lo mismo y en la misma mesa. Comprobación del pulso, agachar la cabeza para ocultar ojos cristalizados, respiración un tanto agitada, mirar la comida como si fuese lo más entretenido del mundo y suspiros constantes. Un ataque de ansiedad.

Se preguntaba que era aquello que causaba ese comportamiento en su sobrino, no es como si la familia lo tratase mal o le cuestionasen todo. 

Esperó pacientemente a que el almuerzo acabase y lo siguió camino a su habitación y lo llamó una vez asegurado de que no había nadie cerca, quizá una medida de seguridad tonta pero al menos así se sentía mejor.

-Camilo, oye.

Suspiró pensando bien en que palabras decir cuando volteó a mirarlo sonriendo a pesar de que su respiración seguía algo agitada.

-¿Si, tío?

-¿Podemos hablar un momento? 

El menor asintió y entró a su habitación seguido de Bruno, estaba extrañado puesto que el contrario nunca solía querer una charla privada. Por su parte Bruno se sintió un poco aliviado de que aceptara a pesar de su situación, sabía que los únicos lugares donde Dolores no podía escuchar eran las habitaciones.

-¿Qué pasa?

-¿Te sientes bien? Últimamente actúas raro y ese ataque de ansiedad no es normal.

Los ojos de Camilo se abrieron de par en par, ¿Cómo lo había notado? lo había ocultado bien y hasta al comprobar su pulso trató de ser discreto. Comenzó a negar con la cabeza mientras sonreía tratando de lucir natural, aunque Bruno los había observado tanto tiempo que ya sabía distinguir las sonrisas genuinas de las falsas.

-¿Ansiedad? No sé de que habla pero definitivamente no lo tengo, y no actúo raro. No se si usted lo pasó pero se llama adolescencia.

-Mira, no puedes engañarme pequeño. Y no sé exactamente por qué te sientes tan mal, pero puedo recomendarte un lugar, o más bien una persona. Es muy buena escuchando y aun mejor dando algún consejo. Si decides ir puedo llevarte, cuando quieras. ¿Bien?

El menor asintió con la cabeza, seguidamente su tío revolvió su cabello y salió de la habitación. ¿Alguien desconocido escuchando sus problemas existenciales? Eso sonaba muy incómodo, pero quizá y si podría ayudar en algo.

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-Pero tío, ¿y si se lo cuenta a alguien más y termina siendo un enorme chisme?

-No lo hará, te lo aseguro.

-Bien, confiaré en su palabra.

Ambos se encontraban saliendo de casita, finalmente Camilo se había decidido a ir y aunque ya comenzaba a anochecer Bruno no se negó a llevarlo. Lo asustaba un poco que hacer eso manchara la reputación de la familia y provocara la ira de su abuela, o molestar a un desconocido. 

Se mostró sorprendido cuando estuvieron de pie frente a la misma casa donde había visto ir a su tío a altas horas de la noche hacía unos días atrás. Nuevamente tocó la puerta y momentos después fue abierta por la misma chica.

Finalmente pudo mirarla con atención, era más alta que él. Su cabello largo era un poco rizado y de un bonito negro azabache y sus ojos oscuros como la noche misma.

La joven miró a Bruno con una enorme sonrisa y después posó sus ojos en Camilo, su sonrisa no se borró aunque si se confundió.

-Adelante, adelante.

El par entró a la casa mientras la joven se dirigía a la cocina.

-¿Necesitas ayuda en algo?

-No, tomen asiento y en un momento llevo agua.

Los presentes tomaron asiento en la sala mientras el menor miraba todo curioso, no era una casa muy grande pero era perfecta para una persona que vivía sola, y estaba muy bien amueblada. Aunque parecía tener su edad, cosa que hacía un poco raro el vivir sola.

-Tío, tío.

-¿Si?

-¿De donde la conoces?

Bruno soltó una pequeña risa mientras rascaba su nuca y desviaba su mirada hacia otro lado, no tenía problemas en contarle todo a su sobrino pero no sabía si la chica estaría contenta con ello. 

-¿Eso es importante acaso?

El menor se sobresaltó al escuchar la voz de la chica, lo había escuchado y eso era algo vergonzoso, demasiado.

La joven dejó tres vasos con agua en la mesa de centro y tomó asiento frente al par.

-¿Y bien? No es normal que traigas visitas extra, menos si son muy cercanos a mi edad.

-Bueno, esto es una excepción.

El mayor colocó sus manos sobre los hombros de su sobrino mientras sonreía.

-Mi sobrinito no se ha sentido bien últimamente y pensé que quizá una larga charla podría ayudar un poco.

-Entiendo, bueno, ya sabes como funciona esto.

Bruno asintió y se levantó, seguidamente salió de la casa dejando a un anonadado Camilo el cual apenas y había podido terminar de procesar la escena. Guardó silencio al no saber como iniciar la conversación, no iba a decirle "oye, no siento que yo sea yo, no se quien soy."

-¿Y bien? 

-¿Si?

-No se tu nombre.

Camilo pestañeó un par de veces algo confundido, ¿había personas en el pueblo que no lo conocieran? sonaba engreído pero era la realidad. 

Mentira, claro que ella sabía su nombre pero por algo debía iniciar.

-Uh, Camilo, Camilo Madrigal.

-Bien, Camilo. Yo soy Alicia.

-Alicia.

Realmente le parecía un lindo nombre.

-¿Tienes quince años, cierto?

-Ah, si. 

Alicia podía hacerse una idea de lo que ocurría con el menor. Pero no iría directamente al grano, primero necesitaba que estuviera menos tenso.

-Yo tengo diecisiete, conozco a tu tío prácticamente desde que nací. Era muy cercano a mi madre.

El menor tuvo el interés de preguntar por que hablaba en pasado, sin embargo decidió guardarse la pregunta. Parecía ser un tema delicado y apenas se conocían.

-Pareces estar curioso por algo, adelante.

-Bueno, ah, nunca te he visto por el pueblo.

-No salgo seguido y no soy muy sociable. No disfruto los lugares con muchas personas, me agobian.

S I C K (Camilo Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora